‘El Círculo’ – Dave Eggers

'The Circle' - Dave EggersNo es frecuente terminar una novela sin saber si te ha gustado o no. Tampoco acabarla pese a que, página a página, no ha hecho sino enfadarte (una sensación que se incrementaba cuanto más se acercaba el final y menos espacio quedaba para que la cosa se enderezase).

Preguntarte todo el tiempo qué es lo que pretende el autor y por qué ha tomado las decisiones narrativas que ha tomado tampoco ha ayudado a hacer de la lectura de El Círculo, de Dave Eggers, una experiencia placentera.

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‘La chica del tren’ – Paula Hawkins

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Foto: Chicabrandita

El thriller del año, el bestseller del año, el libro del verano… La chica del tren es el título de moda, tanto aquí como en otros muchos países del mundo donde lleva meses en los primeros puestos de las listas de ventas. Y no sólo triunfa en las librerías. La novela de Paula Hawkins también lo hace en sitios como Goodreads, buen termómetro para medir los fenómenos literarios y donde los usuarios llevan meses añadiéndola masivamente a sus listas de intereses, desde mucho antes de su llegada a las librerías.

Y siguen haciéndolo, a un ritmo que ha sorprendido a la red social. Sobre todo por el poco tiempo que pasa entre que un usuario lo añade a su lista de pendientes y lo pasa a la estantería de leídos. El libro es un éxito de ventas y además los lectores lo devoran.

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‘Libros malditos, malditos libros’ – Juan Carlos Díez Jayo (2013)

«La cantidad de libros a custodiar es la elección más difícil en toda biblioteca. Séneca, en la segunda carta a Lucilio, recomienda moderación y conformarse con juntar únicamente los que uno pueda leer. Otros, en cambio, han almacenado libros en un impulso irresistible. Tres mil es un bonito número. Calcula leer un libro a la semana, un logro notable si te enfrentas a obras del tonelaje de El Conde de Montecristo, Los Miserables o Guerra y Paz. Multiplica esas semanas por los años activos de lectura de un ser humano, por ejemplo sesenta y cinco. La cifra de libros que un lector puede abarcar es tres mil trescientos ochenta, aproximadamente. Eso incluye los mediocres, los errores y las pérdidas de tiempo. Resta las rachas de la vida que nos impiden leer o nos privan de su apetito, y ten en cuenta el íntimo placer de la relectura, que nos hace volver a aquellas obras que tanto han significado. Suma, por fin, una cantidad razonable de obras de consulta. Tres mil libros se nos aparecen como una cantidad justa y manejable. La tarea para toda una vida.

Pero no detengamos los cálculos ahora. Pongamos que el grosor medio de los volúmenes de nuestra biblioteca imaginaria sea de siete centímetros y que el armario mida siete baldas de altura. Todo lo que podríamos leer durante nuestra vida se acomoda en treinta metros de estanterías. Un corto paseo que nos recuerda lo mucho que hay que leer y lo poco que permaneceremos en pie. Y la lista de libros imprescindibles es tan larga… La ristra de títulos que nos urgen no poder dejar de hojear es demasiado extensa. Por eso, este sencillo armario ideal nos enseña en qué debemos ocupar nuestros ojos. Un recordatorio de que hay que leer sólo por gusto y por placer. La vida es demasiado valiosa para preocuparse por un canon».

‘Libros malditos, malditos libros’ – Juan Carlos Díez Jayo (2013)

‘First Among Sequels’ – Jasper Fforde (2007)

«The point is, ladies and gentlemen, that we’re not in the book industry. This isn’t a publishing meeting with sales targets, goals, market research and focus groups. The book may be the delivery medium, but what we’re actually pedling here is story. Humans like stories. Humans need stories. Stories are good. Stories work. Story clarifies and captures the essence of the human spirit. Story, in all its forms—of life, of love, of knowledge—has traced the upward surge of mankind. And story, you mark my words, will be with the last human to draw breath, and we should be there, too, supporting that one last person. I say we place our faith in good stories well told and leave the interactivity as the transient Outlander fad that it is. Instead of being subservient to reader opinion, we should be leading it».

‘First Among Sequels’ – Jasper Fforde (2007)

‘1280 almas’ – Jim Thompson (1964)

«Sin embargo estaba preocupado. Tenía tantos problemas que la preocupación me ponía enfermo.

Me sentaba a la mesa para comer quizás media docena de chuletas de cerdo, unos cuantos huevos fritos y un plato de bollos calientes con menudillos y salsa, y el caso era que no podía comérmelo todo. No me lo terminaba. Empezaba a dar vueltas a las cosas que me preocupaban, y cuando me daba cuenta me había levantado sin rebañar el plato.

Con el sueño ocurría lo mismo. Podía decirse que no pegaba ojo. Me metía en la cama pensando que aquella noche tenía que dormir, pero qué va. Pasaban veinte o treinta minutos antes de poder dar una cabezada. Y luego, después de ocho o nueve horas apenas, me despertaba. Bien despierto. Y no podía volver a dormir, cascado y hecho cisco como estaba».


«Creo que me refiero principalmente a que no puede haber infierno personal, porque no hay pecados individuales. Todos son colectivos, George, todos compartimos los de los demás y los demás comparten los nuestros. O quizá, George, quiera decir que yo soy el Salvador, el Cristo en la Cruz que ha bajado a Pottsville porque Dios sabe que aquí me necesitan, y que voy por el mundo haciendo buenas obras para que la gente sepa que no tiene nada que temer, porque si se preocupan por el infierno no tendrán necesidad de buscarlo, Santo Dios, esto parece sensato, ¿no, George? Quiero decir que el deber no corre totalmente a cargo del individuo que lo acepta, tampoco la responsabilidad. Quiero decir que, bueno, George, ¿qué es peor? ¿El tipo que hace saltar una cerradura o el que llama al timbre?».


«Yo había estado en aquella casa cientos de veces, cientos de veces en aquella casa y en otras cien como ella. Pero aquélla fue la primera vez que vi lo que eran todas en realidad. Ni hogares, ni habitaciones humanas, ni nada. Sólo paredes de pino que encerraban el vacío. Sin cuadros, sin libros, sin nada que pudiera mirarse o sobre lo que reflexionar. Solo el vacío que me estaba calando en aquel lugar.

De pronto dejó de existir en aquel punto concreto y se aposentó en todas partes, en todos los lugares como aquel. Y, súbitamente, el vacío se llenó de sonidos y volúmenes, de todos los sucesos implacables que los individuos habían conjurado en el vacío.

Niñas indefensas que gritaban cuando sus propios padres se metían en la cama con ellas. Hombres que maltrataban a sus mujeres, mujeres que suplicaban piedad. Niños que se meaban en la cama de miedo y angustia, y madres que los castigaban dándoles a comer pimienta roja.

Caras ojerosas, pálidas a causa de los parásitos intestinales, manchadas a causa del escorbuto. El hambre, la insatisfacción continua, las deudas que traen siempre los plazos. El cómo-comeremos, el cómo-dormiremos, el cómo-nos-taparemos-el-roñoso-culo. El tipo de ideas que persiguen y acosan cuando no se tiene más que eso y cuando se está mucho mejor muerto. Porque es el vacío el que piensa, y uno se encuentra ya muerto interiormente; y lo único que se hace es propagar el hedor y el hastío, las lágrimas, los gemidos, la tortura, el hambre, la vergüenza de la propia mortalidad. El propio vacío.

Me estremecí y pensé en lo maravilloso que había sido nuestro Creador al crear algo tan repugnante y nauseabundo, tanto que cuando se comparaba con un asesinato éste resultaba mucho mejor. Sí, verdaderamente había sido una obra magna la Suya, magnífica y misericorde. Ella me obligó a dejar de cavilar y a prestar atención a lo que estaba pasando allí y en aquel momento».

‘1280 almas’ – Jim Thompson (1964)

Un repaso a la trayectoria de Braulio Ortiz Poole

Braulio Ortiz Poole

Hace unos días hablamos en el nuevo Libros de Babel de la publicación de Cuarentena, el último poemario del autor sevillano Braulio Ortiz Poole. Además de poeta, narrador y periodista, Braulio es compañero de trabajo desde hace unos cuantos años. Y también una buena persona, de esas que siempre tienen una palabra amable, muy raramente se enfadan y, en definitiva, me hacen pensar que a lo mejor no nos merecemos la extinción como especie. Sólo a lo mejor.

El caso es que la llegada a las librerías de su nueva obra me sirvió de excusa para echarle un vistazo a los libros que había publicado antes, así que fui a la biblioteca y saqué los cuatro títulos de la foto de arriba: los poemarios Defensa del pirómano y Hombre sin descendencia, el libro de relatos Biografías bastardas y la novela Francis Bacon se hace un río salvaje. Ha sido un viaje interesante. Ahí va un breve comentario, siguiendo el orden en el que los he leído.

‘Biografías salvajes’ (2005)

«A veces creo que la naturaleza humana resulta más vulnerable a la incertidumbre que a la tragedia. El alma sabe encajar golpes, pero sufre en exceso con las preguntas».

Los relatos incluidos en este volumen se articulan en cuatro bloques: «Biografías bastardas» (cuatro historias escritas como si fuesen, con salvedades, reportajes periodísticos; falsas biografías de criaturas ficticias: una actriz, un artista, un chef y un escritor), «El matrimonio y otros inventos» (tres relatos sobre el amor juvenil, los prejuicios y el destino que otros nos imponen), «Máxima audiencia» (tres historias con los medios de comunicación como telón de fondo) y «Cine freak», el relato final y más largo, una tragicomedia de tintes almodovarianos que no pertenece a ninguna de las secciones anteriores.

«Es curioso cómo puedes dejar de ver a una persona y no olvidas la cadencia de su risa».

Como suele ocurrir con las colecciones, sean de cuentos, de poemas o de ensayos, también estas Biografías bastardas son un poco irregulares, con algunas historias más flojas (por comparación con el resto del libro) entre otras muy buenas. Pero incluso las más flojas merecen una lectura, y desde luego no empañan la calidad de las mejores, teñidas de un humor delicioso. Mi favorita es «El demonio viaja en ferrocarril».

‘Francis Bacon se hace un río salvaje’ (2004)

La hasta ahora única novela de Ortiz Poole, editada por DVD y ganadora del Premio Andalucía Joven de Narrativa 2003, es el libro que menos he disfrutado de los cuatro, aunque eso no quiere decir que no me haya gustado.

Su propio autor la define como «una novela sobre la incomodidad», y esa incomodidad se traslada físicamente al lector, no sólo porque deba leerse en horizontal, sino porque algunas de las tipografías que emplea (van cambiando a lo largo del libro) son ciertamente difíciles de leer, al menos para mí. Además, el modo narrativo empleado, un vertiginoso monólogo interior (unos cuantos, en realidad, los de los distintos protagonistas del libro) que en ocasiones se combina con el flujo de conciencia (el stream of consciousness de James Joyce o Virginia Woolf), no da tampoco respiro al lector. Si me costó trabajo leerla, no quiero ni saber lo que le costó a él escribirla.

‘Defensa del pirómano’ (2007)

«Porque te quiero he de decirte que te odio:
no sé hablar del amor sin expresar violencia.

No sé sentir
sin esta propensión a las catástrofes».

Ya he dicho alguna vez que no suelo leer poesía. De hecho, soy incapaz de recordar cuál fue el último poemario completo que leí. Supongo que eso me invalida como crítica, así que digamos sólo que, como lectora, esta Defensa del pirómano me ha gustado mucho (y el otro poemario aún más, como veréis más abajo). Tampoco me apetece adentrarme en disquisiciones sobre las imágenes, temas, métrica, metáforas, tono o la persona poética del libro, porque no sería con ello capaz de expresar lo que he sentido leyéndolo.

«Apostemos por la alegoría.
Un poema debe alzar el vuelo
más allá de los criterios terrenales.
No hay lógica en un verso:
sólo este desabrigo».

He disfrutado (y padecido, que hay mucho dolor en estos poemas) el viaje que propone Ortiz Poole, desde el violento, desencantado y destructivo personaje inicial hasta el más conciliador que cierra la obra, que ha amado, ha perdido y ha sufrido, pero a pesar de ello, o precisamente por ello, tiene una inmensa sed de vida.

‘Hombre sin descendencia’ (2011)

«Decidí abordar esa deuda pendiente desde este punto de partida: la imposibilidad de hablar de los seres queridos, las limitaciones humanas para expresar las hondas contradicciones de la muerte -cómo puede seguir tan presente alguien que ya se fue- y la perdurabilidad del recuerdo.

[…]

Un libro que reflexiona sobre la muerte, es obvio, tiene que recoger también la vida. […] Porque está el amor, y hay un mundo colosal aguardando. […] la vida, siempre, es digna de celebración, única en su grandeza».

Ortiz Poole explica en el post-epílogo el origen de este poemario, que nació de la extrañeza que le provocó que los asistentes al funeral de su tío Braulio rezasen por el alma de un hombre que se llamaba como él. A su vez, sirvió también de homenaje a su padre, fallecido unos años antes. A él le dedica el precioso poema «Fuiste un hombre», que copiaría entero aquí pero sólo dejaré un extracto. Suscribo mucho de lo que dice, aunque en mi caso no piense en mi padre, sino en mi madre y en mi abuelo:

«A mi padre, que murió hace once años,
le debo todavía encontrar la palabra
que retrate su ausencia y todo lo que deja
a su entorno más próximo.

[…]

Mi padre, que era un hombre prudente,
medía sus palabras. Por eso aún no he podido
encontrar la sentencia que describa su falta
ni este hondo recuerdo una vez que se ha ido.

[…]

Y en su tacto guardaba el secreto del mundo:
nadie muere del todo si el amor le sucede».

Como dice el propio autor, no es una obra dedicada solamente a la muerte. También hay una parte dedicada al amor:

«Porque un hombre enamorado
está siempre desnudo
y toda desnudez exhibe sus estigmas».

A la sección sobre el amor le sigue otra dedicada a la noche, la más oscura de la obra, de la que el protagonista emerge, en el segmento del libro titulado «El mundo», a la luz y a la esperanza:

«Vuelve al pasado sabiendo que el perdón
ha cerrado todas las heridas.

Estar aquí ya es mucho.
Siempre, en realidad, fue suficiente».

El último poema del libro, que sirve de epílogo (las palabras del autor que mencionaba más arriba figuran en el volumen después de este poema), es, junto a «Fuiste un hombre», mi favorito:

«También tú fuiste luz que resplandece
y bailará en los seres que has amado.

Hoy lo sabes.
Un hombre siempre deja descendencia.
Más allá de cualquier alumbramiento,
más allá de su marcha, sobre el cosmos,
quedará su energía.

Un hombre no se acaba en su materia.
Un hombre siempre deja descendencia.

Si ha sido querido,
un hombre nunca muere».

Escribí un poco más arriba que no suelo leer poesía. Quizás porque me cansé de versos que no me decían nada y poetas embriagados de marfil, humo y vacío. Los dos poemarios de Ortiz Poole, sobre todo Hombre sin descendencia, sí que me han dicho algo. Mucho, de hecho. Gracias, Braulio.

‘Great American Short Stories: From Hawthorne to Hemingway’

Toda selección es siempre parcial, arbitraria e injusta. Toda antología, en tanto que selección, también lo es. En no pocas ocasiones es la afinidad afectiva o intelectual la que dicta la mano del editor que selecciona; en otras, puede que sea una mera cuestión de derechos sobre las obras la que determine qué se incluye y qué no. Pese a ello, la historia de la literatura es prolija en antologías (en el caso de las letras españolas, sobre todo poéticas), que sirven para reivindicar a autores más o menos olvidados, reunir a escritores similares (en estilo, tono, temas) o totalmente antagónicos para ofrecer una lectura que permita comparar/contrastar sus obras o, como es la antología que nos ocupa, mostrar la evolución de un género.

Great American Short StoriesGreat American Short Stories – From Hawthorne to Hemingway es una colección de 30 relatos, seleccionados por la profesora Corinne Demas, a través de la que se puede seguir cómo ha cambiado la narrativa corta en Estados Unidos en los 90 años que separan la publicación de “Young Goodman Brown” (Nathaniel Hawthorne, 1835) y la de “The End of Something” (Ernest Hemingway, 1925). El volumen incluye una introducción a cargo de la editora, dos ensayos sobre relatos (la reseña de Twice-Told Tales, de Hawthorne, que firmó Edgar Allan Poe y que se menciona ampliamente en la introducción y The Philosophy of the Short Story, de Brander Matthews), una breve reseña biográfica de los autores reunidos y una bibliografía complementaria.

La reseña que Poe hizo en 1842 del libro de relatos de Hawthorne, al que consideraba un maestro del cuento, sirve de base a Demas para configurar la lista de historias que presenta a continuación. La profesora describe esa reseña como una especie de tratado fundacional del género, cuyos postulados están presentes en las creaciones de reseñador y reseñado y servirían, a su vez, de inspiración para muchos de los autores que llegaron después.

Poe aseguraba que un buen cuento debía combinar con acierto dos elementos: la unidad y la longitud. El relato debía proporcionar una “unidad de efecto o impresión” al lector, que a su vez debía ser capaz de completarlo “de una sentada”. Durante ese tiempo, esa sentada, sostenía Poe, “el alma del lector está en manos del escritor”. A su juicio, Hawthorne aprovechaba a la perfección esa oportunidad de subyugar y asombrar a su lector durante ese tiempo con sus “rasgos distintivos: invención, creación, imaginación, originalidad”. Esas cualidades, como indica Demas, bien podrían aplicarse a la prosa del propio Poe, del que aparecen tres historias en esta recopilación. Pero, además de Hawthorne y Poe, el libro recupera obras de otros 16 autores, desde herederos del primero, como Herman Melville o Henry James, hasta otros que poco tienen que ver con él, como Mark Twain, Sherwood Anderson, Stephen Crane o el que cierra el volumen, Hemingway.

Cada una de estas 30 Great American Short Stories merece una lectura (o relectura, porque algunos son clásicos bien conocidos y estudiados) y su propio comentario. Y eso es lo que haremos a partir de ahora. Cada semana leeremos y comentaremos uno de los relatos de este libro, empezando por el «Young Goodman Brown» de Hawthorne, que abre la antología. En la página Un cuento a la semana iremos recopilando los comentarios. Allí tenéis también, por si os apetece leer con nosotros, la lista completa de los relatos de este volumen.