Marionetas en una casa de muñecas

 

sandman

“We don’t have a clue what’s really going down, we just kid ourselves that we’re in control of our lives while a paper’s thickness away things that would drive us mad if we thought about them for too long play with us, and move us around from room to room, and put us away at night when they’re tired, or bored.»

Rose Walker – The Sandman, Vol. 2:
The Doll’s House
(Neil Gaiman, 1990)

‘Next’ – Michael Crichton

NextEs inevitable acercarse a la lectura de este libro con el recuerdo de grandes títulos de Michael Crichton como La amenaza de Andrómeda o Parque Jurásico, pero la verdad es que si lo hacemos así caeremos en un error de bulto: Next es un título decepcionante, aunque con algún matiz. Si lo analizamos como título de ficción narrativa puro se trata de un título endeble, bastante caótico, deslavazado y, a ratos, algo mareante. Esto se debe al excesivo número de personajes con los que es difícil establecer un vinculo empático y cuyas tramas, además, sólo se verán entrecruzadas muy avanzado el texto.

Si, por el contrario, nos centramos en la rigurosidad del contenido, es evidente que Crichton hizo una labor de documentación magnífica, casi académica. Así, el autor nos acerca con buen nivel de detalle y con un lenguaje relativamente accesible a los diversos entresijos del mundo de la genética y sus repercusiones, ya sean aspectos médicos, morales, éticos, legales, religiosos, tecnológicos, científicos o económicos.

El problema viene cuando Crichton trata de trasladar esta documentación al universo ficcional. Podría parecer que su pretensión fue la de crear una suerte de docu-realidad o, incluso, un producto audiovisual en el que las tramas presentadas no fueran más que ejemplificaciones de cada uno de los datos y supuestos obtenidos en su investigación en lugar de construir una novela propiamente dicha. Como ejemplo de esto sirve el hecho de la inclusión cada cierto número de páginas de artículos de prensa o científicos, ambos también de ficción, que habrían de contextualizar la historia pero que pueden llegar a hacer que se pierda el hilo de la narración.

Con todo, Next se lee con relativa facilidad y resulta interesante por el contenido y el tema que lo inspira: es más atrayente lo que cuenta que cómo lo cuenta. También son destacables las dos últimas secciones del libro; en la primera, Michael Crichton analiza certeramente la situación de la industria de la genética y nos pone sobre aviso de sus implicaciones, riesgos y polémicas. En la segunda nos detalla y comenta la extensa bibliografía que usó para documentarse, algo que puede servir a aquellos que tengan interés en este tema.

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‘El acontecimiento de la literatura’ – Terry Eagleton

El acontecimiento de la literaturaDemasiado abstracto, demasiado deslavazado, demasiado caótico. Supongo que quiere abarcar demasiado en poco espacio y al final lo único que le queda al lector es alguna cita interesante (con frecuencia, de los autores que Eagleton menciona, pocas veces de él mismo) y ganas de leer alguno de los libros de los que se hablan en esta obra.

Aparte de que no hay una articulación coherente de todas las ramas de la teoría literaria que aborda, me he quedado con la sensación de que no sé qué piensa Eagleton de casi ninguno de los temas de los que trata.

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‘Nocturna’ – Guillermo del Toro / Chuck Hogan

Nocturna (La Trilogía de la Oscuridad, #1)La primera entrega de la Trilogía de la Oscuridad que firman Guillermo del Toro y Chuck Hogan es endiabladamente (nunca mejor dicho) entretenida. Se lee de una sentada (o dos, porque tiene casi 500 páginas) y deja con ganas de más, así que habrá que ir a por los otros dos libros de la trilogía (cuyo título original es The Strain, como la serie). Como seguidora de la adaptación televisiva, tal vez pare de leer cuando vea que la acción se acerca a lo que estoy viendo… o no, ya veremos.

Quienes ven The Strain, muy recomendable por cierto, apreciarán los inevitables cambios que se producen cuando una obra literaria se lleva al medio audiovisual. En el paso a la pantalla se han quedado por el camino detalles como la explicación pormenorizada del proceso fisiológico que sufren los strigoi durante su transformación o la historia de los Antiguos. Y otros cambios de personajes, escenas o tramas, como es habitual.

Curiosamente (a falta de leer los otros dos libros) también hay cosas que mejoran en la versión televisiva, como el personaje de Eichhorst, que en la novela solamente sale en una escena (y ni siquiera se dice su nombre…) y que la historia del profesor Setrakian es mucho mejor en la serie. Más humana y, claro, mucho más dolorosa.

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‘La fórmula Miralbes’ – Braulio Ortiz Poole

MiralbesLa principal pega que se le puede poner a La fórmula Miralbes, la última novela de Braulio Ortiz Poole, es que se hace corta, y no por su breve extensión (supera por poco las 150 páginas, así que podría ser una novella), sino porque hay temas, personajes, historias, de los que te quedas con ganas de leer más, de saber más. Posiblemente el formato elegido por el autor (falso reportaje compuesto por capítulos muy breves en los que se va combinando la narración de los hechos con los testimonios de los principales personajes) condicione la extensión. Tal vez en una obra más larga chirríe un poco esa estructura.

Son muchas las ideas que aparecen en estas páginas, como la podredumbre de la sociedad en la que vivimos (en general, aunque en la obra se centra el foco en el mundo de la literatura y el periodismo y se personifica en la protagonista, Silvia Miralbes), la percepción que los demás tienen sobre nosotros (y que, en cierto modo, puede condicionar también el modo en que nos vemos a nosotros mismos) o ese retrato de los escritores (y los periodistas también, posiblemente) como una suerte de ladrones de almas:

“Esa entrevista […] define a Miralbes como una ladrona de almas, una autora desprovista de imaginario propio que roba el aliento a sus seres queridos para insuflar ese hálito a sus personajes, una villana que astutamente se agencia hazañas protagonizadas por los demás. Pero ¿todo escritor no es acaso un saqueador de biografías ajenas, y la creación un empeño desesperado por captar la vida?”.

Sin embargo, si tuviera que quedarme con uno solo de los temas, una sola de las ideas que aparecen en estas páginas, diría que La fórmula Miralbes es una novela sobre el perdón.

La mayoría de los personajes de esta historia (perfectamente dibujados pese a la brevedad del relato) son, como explicó hace unos días su creador en la Feria del Libro de Sevilla, personas marcadas por errores que terminaron decidiendo el rumbo que tomaron sus vidas. Pese a tener (casi) todos ellos rasgos o actitudes reprobables, ninguno es esencialmente malvado, no son villanos al uso. Son personas que se han equivocado, que no supieron o pudieron rectificar a tiempo y que ahora simplemente intentan jugar lo mejor posible las cartas que les han quedado.

Lejos de ensañarse con sus miserias humanas, el narrador (en las antípodas de esa criatura legendaria, el periodista objetivo, del que suponemos se seguirá hablando en las facultades de Periodismo) no oculta el cariño que siente por sus protagonistas (o fuentes, ya que estamos ante un reportaje) y les procura una especie de redención que, en el caso de la protagonista, viene en forma de perdón. En otros personajes el perdón no debe llegar de fuera, sino del interior, admitiendo los errores e intentando enmendarlos, o asumiendo que también se ha contribuido a forjar la podredumbre social (y cultural, política, económica…) que sirve de marco a la novela.

Hay mucha oscuridad en esta historia, ya desde la primera página, en la que se nos presenta al fantasma o espectro en que se ha convertido la mujer que aparece en el título, y también es descarnado el retrato de la industria editorial (y, en menor medida, periodística) que se nos ofrece, no por conocido menos desolador, con todos esos títulos firmados por rostros populares (y escritos por vete a saber quién) etiquetados como literatura, esas obras terminadas de cualquier forma por autores de prestigio (con o sin ayuda) que no hacen sino repetir una y otra vez la misma fórmula que garantiza el éxito de ventas… “Nos vendimos a nosotros mismos”, reconoce el editor de la protagonista en uno de los capítulos, “habíamos vendido nuestra alma […] era un pecado enorme como si hubiésemos vendido a nuestros hijos”.

Pero también hay luz, y el regusto que deja esta novela es esperanzador. Como decíamos más arriba, la obra está impregnada de la fe que tiene Ortiz Poole (según sus propias palabras) en la condición humana, y también en sus personajes. Como dijo en la presentación, cree que «hay a nuestro alrededor demasiada celebración de la ceniza, y yo prefería buscar todo lo humano que todavía ardía dentro de ellos». Lo ha conseguido.

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‘Pálido fuego’ – Vladimir Nabokov

Pálido fuegoPálido fuego, de Vladimir Nabokov (1962), es uno de esos libros que resulta difícil calificar, una obra cuya calidad es sin duda digna de elogio pero que como pieza narrativa no termina de entusiasmar.

Compleja, extraña y, sobre todo, desconcertante, la obra es una falsa edición crítica de un falso poema firmado por un falso poeta estadounidense que acaba de morir asesinado. Y su obra póstuma no podría haber caído en peores manos que en las del también falso (en más de un sentido, como descubrirá quien lea Pálido fuego) profesor Kinbote, un petulante, insufrible, barroco y pretendido erudito (y acosador del fallecido poeta) que arranca su edición crítica con un prólogo en el que narra sus vicisitudes para hacerse con el poema y con los derechos para publicarlo, así como sus posteriores trifulcas con la viuda del autor, con otros estudiosos y con el mundo en general.

Ya en estas primeras páginas se atisba cuál será el tono de esta falsa edición crítica: ingentes anotaciones poco o nada pertinentes y en absoluto relacionadas con los versos que supuestamente está comentando (y es casi peor cuando están relacionadas, porque el pobre hombre es un disparate continuo).

Tras el prólogo llega el poema que da título al volumen, 999 versos en los que lo prosaico/cotidiano y lo sublime se alternan sin apenas transiciones, profundizando en la sensación de confusión que invade al lector desde las primeras páginas del prólogo.

Cuando acaba el millar escaso de versos es cuando empieza de verdad lo bueno. Doscientas y pico páginas (y unas cuantas más al final a modo de índice) de comentarios del experto, en los que de lo que menos se habla es del poema en cuestión. La mayor parte de sus impertinentes anotaciones versan sobre historias de su país, la lejana Zembla, de la que tuvo que huir como alma que lleva el diablo. Él mismo explica por qué, así como otra multitud de cosas, personajes, tradiciones, anécdotas, dramas y tragicomedias, a cuál más disparatada.

Sin desvelar mucho más (porque hay algún que otro misterio en esta extraña historia), digamos que al lector se le deja tan perdido, o quizás más, que cuando inició el viaje. Sin saber si el profesor Kinbote es quien dice ser, quien cree ser, si algo de lo que nos ha contado es verdad, si existe Zembla, si hay un poeta y un poema que comentar (dentro del mundo ficticio en el que se inserta la novela, claro está; si todo eso es verdad ahí dentro) y, en resumen, qué es esta rareza que acabamos de terminar.

¿Es una obra maestra esta novela tan loca? Es probable, al menos como experimento, como artificio literario, como invención (y, sobre todo, por el autorretrato que voluntaria o involuntariamente vierte el supuesto erudito sobre sus páginas). Pero como obra narrativa sabe a poco, tal vez precisamente por su naturaleza fragmentaria e irregular. Lo que no quiere decir que no merezca la pena conocer al chalado (¿peligroso?) del profesor Kinbote y su desquiciado país natal.

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Mini-reseñas de libros: ‘Catch as Catch Can’

Catch as Catch Can: The Collected Stories and Other WritingsComo suele ocurrir con este tipo de libros (recopilatorios de textos de distinto tipo y escritos en momentos muy diferentes), el volumen es un tanto irregular. Aun así, algunos de los relatos de la primera parte (los que habían sido ya publicados con anterioridad) son magníficos y también es un placer saber más del capitán Yossarian (el protagonista de Trampa 22) y de algunos de sus compañeros.

También es curioso el texto en el que Joseph Heller habla de las vicisitudes de la adaptación al cine de Trampa 22 y el relato que cierra el volumen, «Coney Island: The Fun is Over».

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