Ya insinuaba el otro día que me parecía peculiar la elección de Jordi Mollá para interpretar a Felipe II en Elizabeth, la Edad de Oro. No es que el tipo me caiga mal (tampoco bien), pero en mi opinión sus cualidades interpretativas no son las idóneas para encarnar al rey español. La perplejidad ha dado paso a la indignación (y además ha despejado un poco la concepción personal que tengo de él) cuando he leído en las notas de producción de la película su definición del personaje que interpreta en la película.
“Shekhar [Kapur, el director del filme] describió a Felipe II como un murciélago, siempre rezando, siempre a oscuras, aunque fuera el hombre más poderoso del mundo. Me gustó la idea de que, a pesar de su tremendo poder, fuese un acomplejado. Decidí darle una voz débil y un andar peculiar, lo suficiente para ser ridículo y objeto de burla”.
Vamos a ver. Sabemos que el hijo de Carlos I (y V de Alemania) no era precisamente el alma de las fiestas. Sabemos que le gustaba la oscuridad, que solía vestir de negro y que era un fervoroso católico que rezaba mucho. Sabemos que durante su reinado la Armada Invencible fue hundida frente a las costas inglesas, precisamente en una disputa con Isabel I. Pero de ahí a convertir al hombre en cuyo imperio no se ponía el Sol en alguien «ridículo y objeto de burla» va un buen trecho.
No he visto aún la película, aunque teniendo en cuenta que es una producción anglosajona centrada en la reina de los ingleses, ancestrales enemigos de los españoles, no hace falta verla para saber quiénes son los buenos y quiénes los malos.
Ni soy una nacionalista exacerbada ni tengo nada que objetar a los retratos que de nuestros reyes, gobernantes o figuras históricas se hacen en el extranjero. Como dirían los Jones, no es un reproche, sino un pesar. Creo que la Historia de España está bien nutrida de personajes lo suficientemente interesantes como para hacer buenas películas sobre ellos, más allá de la Guerra Civil o la posguerra, que como ya sabemos son los periodos favoritos de los directores españoles.
Si nos centramos sólo en los reyes y reinas, tenemos a los Reyes Católicos (voy a empezar por ahí para no remontarme a Alfonso X El Sabio o Fernando III El Santo, aunque de éste no sería políticamente correcto hacer una película hoy en día), que hasta ahora sólo han aparecido como secundarios en cintas centradas en el viaje de Cristóbal Colón hacia el Nuevo Mundo (aparte de las serias, no podemos olvidarnos de clásicos patrios como Cristóbal Colón, de oficio… descubridor) o en su hija Juana la Loca (como las de Vicente Aranda o Juana la Loca… de vez en cuando, con Lola Flores en el papel de Isabel la Católica).
Nos saltamos entonces una generación para pasar a Carlos I (ignorado por el cine) y de él a su hijo Felipe II (secundario en cintas como El Greco o Don Juan en los infiernos y protagonista en La conjura del Escorial que prepara Antonio del Real, en la que Juanjo Puigcorbé encarnará al monarca que ordenó construir el fastuoso monasterio de la localidad madrileña).
La muerte de Felipe II supuso el principio del fin del Imperio español, gracias a la nefasta gestión de aquellos que le sucedieron en el trono, una panda de melifluos que no se merecen figurar en esta lista de reyes españoles ninguneados en el cine, así que saltamos de finales del XVI a principios del XIX para hablar de Fernando VII (ya sé que la guerra contra los franceses es un hito de nuestra Historia, pero aquí sólo hablamos de reyes), enviado al exilio durante la breve dominación napoleónica y cuya vuelta era tan anhelada por sus compatriotas que no dudaron en apodarle El Deseado. Pero se arrepintieron en cuanto volvió a pisar España.
Tras su déspota, tiránico y oscuro mandato llegó su hija, Isabel II, que accedió al trono cuando sólo era una niña tras una polémica sucesoria que motivó las conocidas Guerras carlistas (otro acontecimiento que bien merece una película).
Con el convulso siglo XIX español, plagado de pronunciamientos militares, golpes de Estado, una lista interminable de constituciones y otros saraos varios hay para hacer toda una serie, pero volviendo al tema regio, a Isabel II la sucedió (tras la Revolución Gloriosa que mandó a la reina al exilio, el breve reinado de Amadeo I de Saboya, la I República y la Restauración de la monarquía, y todo eso en sólo seis años) su hijo Alfonso XII, cuyas peripecias amorosas (que no las políticas) quedaron reflejadas en ¿Dónde vas, Alfonso XII? y ¿Dónde vas, triste de ti?, con Vicente Parra en la piel del atribulado y apocado monarca.
Alfonso XII dio paso a Alfonso XIII, que apoyó la dictadura militar de Miguel Primo de Rivera, produjo películas pornográficas y terminó exiliado tras la proclamación de la Segunda República.
A pesar de ser un monarca bastante insulso, las vicisitudes políticas de su reinado dan juego suficiente para una biografía apañadita de este individuo con el que cerramos la lista de reyes españoles dignos de un buen biopic.
Ya sé que me dejo atrás a uno fundamental, Don Juan Carlos I, pero es un olvido consciente, porque lo que este hombre necesita no es una película, sino un monumento, sobre todo después de haber puesto en su sitio al tiranillo de tres al cuarto de Hugo Chávez.
P. D.: Se me olvidaba decir que cuando pido que se hagan películas sobre los reyes españoles quiero decir que las hagan extranjeros, anglosajones a ser posible, y con reparto también foráneo, porque para hacer el ridículo siempre hay tiempo, y luego nos encontramos con Jordi Mollá haciendo de Felipe II o una marcha cofrade de la Macarena en la banda sonora de Alatriste.
¡Ay! Con lo bien que iba el post, al final hemos llegado a un punto de discrepancia… A lo mejor es leyenda urbana, pero tengo entendido que Jordi Mollá rechazó la oferta de George Lucas para aparecer como Jedi en el Episodio II, papel que, por minúsculo que fuese, le habría otorgado gloria eterna y una legión de fieles y frikies seguidores, argumentando que no quería entrar en el juego de Hollywood. Para, al año siguiente aparecer en el bodrio Bad Boys II (con todos mis respetos para Michael Bay). Ole ahí la coherencia del sujeto en cuestión…>Y después de esta disertación que no lleva a ninguna parte, llegamos al punto de discrepancia: ¿qué problema hay con la banda sonora de Alatriste? Cuando vi la película, hubo dos cosas que me gustaron por encima de las demás: Viggo Mortensen como Alatriste, perfecto, y la banda sonora de Roque Baños. Le va a la película como un guante, y musicalmente mucho mejor que muchos trabajos de cualquier «A-list composer» de Hollywood. ¿Que hay una marcha de semana santa en uno de los temas? Pues vale, si viene bien a la imagen, ¿por qué no?
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A mediados de los 80 Londres acogió una exposición sobre la derrota de la Armada Invencible que dolió, y mucho, a los ingleses ¿Por qué? Pues porque era excesivamente ajustada a la realidad de la historia. Es decir, que desveleba que ni la Armada fue tan Armada, ni era tan Invencible y que no fueron derrotados, los españoles, por un puñado de campesinos devotos de su reina y armados con tres piedras y un garrote ¿Esto que quiere decir? Que el orgullo de ser inglés no emerge de la historia sino de su propia conciencia de grandeza, y por eso prefieren el mito a la verdad. Y quizá el patriotismo -palabra que en Inglaterra no es sinónima de nacionalismo- no sea más que elevar la historia a la categoría de mito, por encima de la verdad.>>En España, por contra, patriotismo sí es sinónimo de nacionalismo. Y para no caer en un impulso ‘derechista’, dentro de esa enfermedad mental colectiva en la que vivimos y según la cual los vivas a España sólo los lanzaron los franquistas, cuando esa proclama era común en el cierre de los discursos de Manuel Azaña; para no caer en ese mal, decía, optamos pro ridiculizar nuestra propia historia. >>Déjame que caiga en la pedantería de citarme a mi mismo, en una cosilla que escribí al hilo del estreno de ‘Alatriste’ y la victoria de España en el Mundial de baloncesto de Japón: «Pero quizá haya algo más para explicar este curioso fenómeno de trastocar el triunfo del baloncesto en una especie de dolor por las derrotas del fútbol. Hace poco estuve viendo `Alatriste´, la película basada en las novelas de Arturo Pérez Reverte. Pasé un rato agradable, aunque no soy crítico de cine. Y viendo las vicisitudes de don Diego, de Quevedo y el conde duque de Olivares, la España oscura de Bocanegra, que promete el cielo y se sumerge en el abismo, y el colofón final de la derrota de los invencibles tercios en Rocroi (“Dígale a su excelencia que agradecemos sus palabras y elogios, pero que esto es un Tercio Español”), se me ocurrió que quizá la respuesta para todo –no sólo el baloncesto, sino todo– es que los españoles, sencillamente, no sabemos ganar. Viendo `Alatriste´, uno sale del cine pensando que si España se inventó es porque en el mundo siempre tiene que haber alguien que pierda. Y viendo el trato romo y pasajero que reciben nuestros éxitos y la hondura con la que se ¿disfrutan? las derrotas, en una conjunción de drama, masoquismo, leyenda negra y un punto de goce en la miseria, uno se pregunta si no será que a nosotros, los españoles, en el fondo nos gusta perder, y ganando nos sentimos extraños.»>>Así que ya ves.>>PD: Por cierto, Carlos I forma parte de la historia del cine español a través de ‘Jeromín’, una peli de 1953 ‘based on true events’ http://es.wikipedia.org/wiki/Jerom%C3%ADn_(pel%C3%ADcula)
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Mi querido Antonio:>Vamos por partes. La opinión que tenemos sobre Jordi Mollá es bastante parecida, creo. Su relación con Hollywood es similar a la de otro de la misma cuerda, Luis Tosar (aunque a este directamente no lo aguanto), que dijo una y otra vez que nunca vendería su alma a Hollywood para acabar haciendo de narcotraficante en Corrupción en Miami.>>Y en segundo lugar, no me meto con la banda sonora de Alatriste. Lo de la marcha de la Macarena lo pongo como ejemplo de lo ‘peculiar’ que es el cine español. No entro a criticar ni la banda sonora, ni la película, ni si la marcha quedaba bien o no. Lo apunto porque es curioso, o raro, o como quieras llamarlo, aunque no se puede comparar con el mix cofrade-fallero que montaron en Misión imposible II con la Semana Santa de Sevilla.>>Besos.
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Mi querido ‘anónimo’ (a ver si aprendemos a dejar el nombrecito al final del texto, que luego tengo que adivinar quién ha sido el comentarista):>Te perdono la ‘pedantería’ de citarte a ti mismo porque siempre es un placer leerte, no importa cuándo lo hayas escrito (a ver para cuándo lo de crear tu propio blog…). Y sí, tal vez sea cierto que no sabemos ganar. A lo mejor por eso nos gustan tanto los perdedores y atacamos a los ganadores.>>Y en cuanto a ‘Jeromín’, reconozco que no la conocía, pero siendo una biografía de Juan de Austria probablemente la presencia del emperador(Carlos I, no Palpatine) será meramente anecdótica, lo que no desmiente por completo mi afirmación de que ha sido maltratado por el cine.>>Besos.
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Estimada (agh!) Mninha,>>En ‘Jeromín’, filmada en 1953, Carlos I tiene el papel fundamental de la representación de la España eterna, con su aleccionador retiro a Yuste donde descubre que debe legitimar a su bastardo para ganarse su ‘free pass’ al Reino de los Cielos. Y en Juana la Loca, la de Aranada, asistimos al ‘parto gore’ del que iba a ser emperador, en una suerte de servicios en los que Pilar López de Ayala pare (de parir, creo) a nuestro Palpatine paricular. Así, curiosamente, el cine español ha atendido con descaro a los dos extremos anecdóticos de la vida del Primero de España y Quinto de Alemania: su sórdida llegada al mundo y su inusual despedida del mismo. ¿Maltratado? No: es que ‘Semos asín’>‘Semos asín’, insisto: Total, el contenido de la vida de un personaje fundamental de la historia Universal no tiene un sentido fílmico. Sí lo tienen las Trece Rosas, Salvador Puig Antich, personajes de ficción como Alatriste y los nietos y biznietos del Emperador (Carlos, de nuevo), que eran borderlines como descendientes de celebridad de apellido compuesto (ejem). ‘Semos asín’, insisto: ¿O es que un personaje como el Almodóvar inicático hubiera tenido cabida en otro país que no fuese este que habitamos? ¿Y que sus delirios coprófagos -‘vease Betty, Luci…’-no son propios de la idiosincrasia de esta nuestra tierra? ¿Y por qué el tipo, durante una temporada de su vida, le dio por decir que cada una de sus películas ‘Es la más manchega de mi filmografía’?>A día de hoy, si hay algún personaje de la Casa Real que merecerá una película es Jaime de Marichalar. Porque pudiendo ser friki y despectivo con lo propio, ¿por qué no serlo?>El día que se descubra que Carlos I tuvo un devaneo homoerótico en Brujas, por decir algo, seguro que hacen una película. Paco Clavel será el protagonista, con Boris de fiel lacayo y Jorge Javier Vázquez como el bufón de la corte. Seguro que Malena Gracia aceptaría hacer de madre. Y Puturrú de Fuá -o McNamara y José Miguelez, si hay presupuesto- prepararán la banda sonora. ¿Posible título? ‘Carlos la Loca’>Olé>Fdo: Anónimo (Javi)
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Querido Anónimo (Javi):>>Me alegro de que hayas aprendido a firmar lo que escribes, aunque no sé cómo tomarme lo de «Estimada (agh!) Mninha».>>En realidad no haces más que darme la razón, porque para aparecer en su retiro a Yuste y saliendo del vientre de su madre (un personaje que ambos conocemos no lo diría tan finamente), mejor que no hubiese una sola mención a tan insigne figura en toda la Historia del Cine.>>Y lo del contenido fílmico de personas o personajes como las trece rosas o Salvador Puig Antich, es como todo. Si hay un buen narrador (en el caso cinematográfico, buen guión, buen director y buenos actores), casi cualquier historia puede resultar interesante. Mi argumento es que no hace falta fabular mucho para crear una buena historia con determinados personajes a los que no se les ha sacado suficiente partido, aunque creo que ha quedado claro.>>Lo de ‘Carlos la Loca’ podría ser un disparate de lo más divertido, sobre todo con el reparto que mencionas, aunque Almodóvar, con todas sus cosas, es demasiado grande (una grandeza construida en gran medida sobre su singularidad) como para meterlo en todo este fregado. Además, mi integridad física peligraría si osase escribir una palabra contra él…
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