Arte y negocio

Me da pereza hablar de los Goya. Hablar, pensar y, por supuesto, escribir, sobre todo después de haber escrito anoche para el periódico una crónica de un acto que sólo veo cuando el trabajo me obliga a ello. Me aburre, independientemente del presentador, las películas candidatas y la dirección del viento, y me cabrea esa soterrada pretensión de hacerlo como los Oscar pero sin que se note, porque odiamos a los americanos.

Este año, además, llegaba a la gala sin haber visto ninguna de las candidatas (no porque no me guste el cine español como concepto o me niegue a verlo, sino simplemente porque ninguna de las películas españolas estrenadas el año pasado me ha interesado lo suficiente como para ir a verlas, salvo El orfanato, REC -y aun así tampoco las he visto- y tal vez alguna más), así que no tenía ni favorita, ni preferida, ni detestada, nada que me suscitase el más mínimo interés en un espectáculo que año tras año es incapaz de despertarme la más mínima emoción.

Para mí la ceremonia de los Goya no admite adjetivos como entretenida, ágil o divertida, sino sólo matices de sopor. Es más o menos larga, más o menos lenta, más o menos aburrida, y da igual que la presente José Corbacho o una troupe de boys en tanga, porque ni el gélido público ni los hieráticos entregadores ocasionales de premios arropan jamás al presentador.

Este año ha ganado La soledad, un pequeño y arriesgado filme dirigido por Jaime Rosales que se ha llevado a casa sólo tres premios pero que ha vencido en las categorías de Película y Director. No la he visto, como casi nadie. Apenas 40.000 personas han visto en salas las 30 copias que se distribuyeron de esta película. Bueno, 40.000 personas y los académicos.

No voy a entrar en las cualidades de La soledad (repito, no la he visto, como tampoco ninguna de sus rivales) ni de su director, pero no entiendo que la Academia conceda 14 nominaciones a El orfanato y Las 13 rosas, que envíe a la primera a los Oscar (recordemos que en la preselección estaban también Las 13 rosas y Luz de domingo, de Garci) y que otorgue sus dos premios principales a La soledad, despachando con siete premios (casi todos técnicos, salvo el de Director Novel para Juan Antonio Bayona) al filme que ha salvado la desastrosa taquilla del cine español del año pasado. Ya sé que la calidad y la taquilla no siempre van de la mano, ni mucho menos, pero si la has mandado a los Oscar y le has dado 14 nominaciones, no debe de ser tan mala.

Lo de La soledad, que este viernes vuelve a las salas (con sus 30 copias) fue toda una sorpresa, aunque no tanto si lo relacionamos con el infumable discurso que se marcó la presidenta de la Academia, Ángeles González-Sinde, que con su desgana habitual repitió aquello del cine como valor cultural, de identidad de un pueblo, que no puede rendirse al «consumismo feroz» (la taquilla) y que como toda idea debe ser protegido (Ley del Cine, canon…). Tal vez en ese desprecio por la recaudación, por la vertiente empresarial de un arte que para subsistir debe ser también industria, esté la explicación de por qué ha ganado una película que sólo han visto 40.000 personas.

Por cierto, que la artista (la presidenta) se vanagloriaba esta mañana en Espejo público de la taquilla que hizo el año pasado El orfanato y de lo bien que le iba en las salas a Los crímenes de Oxford y a Mortadelo y Filemón. A ver si nos aclaramos.

P. D.: Ya era hora de que premiasen a Maribel Verdú.

P. D. II: Siempre digo que a la hora de juzgar a un profesional (actor, director…) hay que separar sus méritos profesionales de su vida personal (tanto la estrictamente privada como la pública), pero gente como Alberto San Juan me lo pone muy difícil.

Actualización: González-Sinde no fue la única que habló en los Goya de piratería. También lo hizo Julio Fernández, presidente de Filmax, que recogió el Goya de Animación por Nocturna y que en una entrevista comparaba a quien se descargaba contenidos de internet con terroristas y pederastas. Pues bien, este señor ha sido acusado de apropiarse de 50 millones de euros. Irónico, ¿verdad?

2 comentarios sobre “Arte y negocio

  1. Este año vi la gala enterita, de principio a fin (con las lógicas desconexiones de atención, como durante el discurso de la presidenta, a pesar de su cierto atractivo). Y coincido contigo: no entiendo nada. Pero bueno, mi divorcio con el cine español se consumó con ‘Gente pez’. Aunque ‘Bajo las estrellas’ me gustó mucho. A veces pasa…P.D.: Me alegro por Maribel, pero se lo podían haber dado antes.P.D.: lo que dices de Sanjuan ¿es bueno o malo?

    Me gusta

  2. Como ya dije, no he visto ninguna, tampoco Bajo las estrellas, pero me la apunto. No es que esté divorciada del cine español, pero sí de la mayoría de películas que se hacen aquí, lo que no quiera decir que no disfrute con determinados actores o directores.Lo de San Juan es malo. Este tipo dejó de interesarme cuando decidió convertirse en un ‘activista’ y dedicarse en sus ratos libres a actuar.

    Me gusta

Replica a Antonio Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.