Perlas del periodismo

«Ofrecer en la Red una versión gratuita, reducida y superficial del diario en papel, actualizada tres o cuatro veces al día, tiene éxito, pero no genera suficientes ingresos».

José Joly, presidente del Grupo Joly.

 

No traigo esta frase aquí porque sea novedoso el hecho de que los diarios digitales no proporcionen a las empresas periodísticas todo el dinero que les gustaría (a lo mejor por eso invierten tan poco en ellos, ¿no?), sino por la descripción de un periódico on line como «una versión gratuita, reducida y superficial del diario en papel, actualizada tres o cuatro veces al día». Se ve que no visita mucho sus propios periódicos, pero su filosofía sobre el tema encaja perfectamente con lo que decía yo por aquí el otro día.

Recortes de prensa

Hace unos días me dio por poner orden en las pilas de periódicos que traje conmigo cuando me mudé hace casi cuatro años y que ya llevaban en casa de mis padres unos cuantos años más. En su momento me limité a empaquetarlos y trasladarlos, y desde entonces han estado en casa sin que me haya acordado de ellos. El otro día les metí por fin mano.

Siempre es algo raro revisar al cabo de los años recortes de periódicos y revistas que ni sabes muy bien por qué guardaste en su día, pero es aún más raro cuando muchos de esos recortes llevan tu firma.

Lo primero que me vino a la mente fue el clásico cualquier tiempo pasado fue mejor. Entonces estaba en otra redacción, con otros compañeros (de los que sólo unos cuantos siguen allí) y tenía un trabajo en muchos sentidos mejor que el que tengo ahora. Había, como siempre, una buena cuota de cosas que había que hacer, pero salvo eso podía escribir casi de lo que me apeteciese, tenía un jefe que me dejaba tiempo para que lo hiciera y unos estupendos diseñadores dispuestos a embellecer mis disparates. [Desde cierto punto de vista, ahora también tengo bastante libertad, pero la cuota obligatoria es notablemente mayor. Si quiero escribir algo o hacer algo que vaya más allá de editar teletipos tengo que hacerlo en mi tiempo libre, y ahora ya no me apetece tanto escribir en casa para el periódico como entonces]

Cuando se fue la nostalgia pensé en todo el tiempo perdido que representaba aquella montaña de papel, en los días enteros que pasé en aquella redacción, de la mañana a la madrugada (por las mañanas escribía los reportajes para Cultura, comía en el chino de abajo y por la tarde-noche hacía el Cierre del periódico, y así día tras día), en el trabajo en casa durante los días de descanso y en que ese camino que al principio recordaba con agrado no fue en realidad tan fácil (tampoco es plan de remover todo aquello). Y todo para nada, para escribir cosas que probablemente nadie leyó.

Después, releyendo esas páginas, vi que algunas no estaban del todo mal, y que incluso podría recuperar algunas de ellas aquí (como ya hice en su momento con el perfil de Arthur Conan Doyle, con los reportajes sobre Star Trekuno y dos– o los de Indy –uno y dos-), así que espero que no os importe que los rescate para irlos publicando durante el verano, con la esperanza de que alguien, esta vez, se los lea. Y si no, al menos para que el blog se actualice mientras estamos de vacaciones…

Pedro Jota, Federico y el futuro del periodismo

Por puro masoquismo (y un poco de aburrimiento) ayer leí en El Mundo el discurrir de la primera jornada del Seminario Internacional de Periodismo (no sé si el enlace será efímero o permanente) organizado por dicho periódico y que lleva por subtítulo «El futuro del periodismo, a debate en plena polémica sobre su modelo con la participación de referentes mundiales».

Aunque hubo otros ponentes, las estrellas del día fueron dos de la casa: Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos. Ambos arrimaron el ascua a su sardina, el primero defendiendo a capa y espada al periódico como único hábitat del periodismo y el segundo haciendo lo propio con su derecho a opinar (creo que no era una defensa del derecho a opinar en general, sino del suyo). La cosa se extendió bastante y puede derivar en un post interminable y tostón, y no es eso lo que pretendo, así que me limitaré a compartir aquí algunas de las reflexiones pronunciadas por ambos pilares del periodismo en dicho encuentro.

Para mí es paradójico que quienes alardean de ofrecer una herramienta que permite el acceso libre a la información se estén convirtiendo en la práctica en uno de los principlaes obstáculos para el acceso a la información»

Google según Pedro J. Ramírez.

Sin periódicos no habrá periodismo» (…) «en el sentido de una cobertura organizada y jerarquizada de áreas de interés para la comunidad».

Pedro J. Ramírez, olvidándose de radios, televisiones, revistas e internet, ese ‘invento del demonio’, e insistiendo en lo que muchos piensan: que a la gente hay que decirle lo que es importante y lo que no en lugar de dejar que sean los lectores/espectadores/loquesea los que decidan qué es o no importante y qué tiene o no interés. Eso sí, el eslogan «sin periódicos no habrá periodismo» da para hacerse una camiseta.

Es esencial preservar los proyectos informativos convencionalmente llamados periódicos».

Pedro J. Ramírez lucha por el pan de sus niños.

El periodismo requiere de una praxis organizada y de unos estándares éticos»

El director de ‘El Mundo’ insiste en lo mismo: organizar, jerarquizar, empaquetar y servir a una audiencia pasiva.

Tenemos que ser capaces de generar contenidos de pago en Internet que tengan el suficiente valor añadido para que a los usuarios les resulte atractiva la suscripción o el micropago».

…Y tienen aún mucho camino por delante.

Tenemos que lograr que los estados democráticos promuevan legislación eficaz para proteger la propiedad intelectual de nuestros contenidos on line».

¿Pero no quedamos en que defendía el libre acceso a la información?

En la segunda mesa redonda de la jornada le tocó el turno a la otra estrella del día, Federico Jiménez Losantos:

El periodismo es la opinión».

El ex locutor de la Cope tiene claros los géneros periodísticos, la imparcialidad, la objetividad, la información pura… simplemente todo eso le da igual.

Internet ha mejorado extraordinariamente la capacidad de acceder a un cierto grado de libertad pero al mismo tiempo ha desdibujado la idea del periodismo».

No. La idea del periodismo la han desdibujado ‘profesionales’ como él.

Es muy difícil ser periodista sin convertirse en empresario de uno mismo».

Eso no lo entendí, pero intuyo que es una apreciación personal difícilmente extrapolable al resto de la profesión, lo que da para constatar, siendo un poco malvados, lo mucho que le importa a él el resto de la profesión.

Perlas del periodismo

-Se ha muerto José Luis López.

-Sí, pero eso para portada no. Que den algo en Cultura y listo».

Luego se lamentarán por la crisis del periodismo, pero hay profesionales que se merecen lo que les pase. A lo mejor José Luis López no es digno de la portada de un periódico, pero José Luis López Vázquez sí, y no creo que haga falta explicar por qué. Descanse en paz.

Perlas de la semana

Esta semana he andado un poco liada, así que se me han acumulado unas cuantas:

«La película es mala, pero el chaval tiene creatividad».

Respuesta de mi perlista favorito a esta despiadada crítica a Ágora, que termina con lo que podría ser otra perla de la semana:

«Costeada (aunque con regusto a plástico y Google Earth) pero superficial y tan fría como Rachel Weisz, ‘Ágora’ es la obra de un artesano que se cree autor y se empeña en sacar agua del pozo seco de su creatividad».

Esta semana se han puesto a la venta las entradas para el concierto de U2 el año que viene en Sevilla, lo que ha propiciado las dos siguientes perlas, ambas escuchadas en mi entorno laboral:

«Eso no es música, es espectáculo».

Así terminaba una larga y airada disertación en la que un tipo explicaba por qué no va a ir al concierto. ¿Tan difícil es decir «no me apetece», «no me gusta» o «no quiero»?

«Si me toca el marronazo de tener que ir, iré».

Experto musical al ser interpelado sobre si acudirá o no al concierto, para el que no ha comprado entradas porque sabe que irá gratis, eso sí, protestando muchísimo antes, después y durante el citado evento.

«Yo hablo alto».

Réplica habitual de quienes vociferan cuando alguien le pide que deje de hacerlo y justificación de los vociferantes para seguir dando gritos como energúmenos (y que un energúmeno está gritando justo ahora).

Pero la mejor frase de la semana no tiene que ver con periódicos ni periodistas, y es tan acertada que podría elevarse de inmediato a la categoría de dogma, sobre todo porque su autor es el gran Leonard Nimoy:

William Bell

(Ya sé que hay unos señores que escriben lo que dice en Fringe, pero yo prefiero pensar que se le ha ocurrido a él, sobre todo porque estoy totalmente de acuerdo: la Física es una perra).

Catetos olímpicos

Olimpics - Open Ceremony on TVEntiendo que haya gente a la que los Juegos Olímpicos le den igual, como deporte, como espectáculo o como evento mundial y a la que, por lo tanto, le importe bastante poco si una ciudad de su país compite por ellos y aún menos si se los conceden o no, al igual que puedo entender a los que crean que todo ese circo conlleva un despilfarro innecesario.

Pero lo que no entiendo es que haya gente (mucha, o al menos muy ruidosa) que se alegre sin reservas de que no se los den a la capital de tu país por motivos tan peregrinos como que está gobernada por el Partido Popular, que representa el «centralismo autoritario» que asfixia al resto de las regiones o que se «interpuso en el camino» de otras ciudades hacia el sueño olímpico. Tampoco entiendo que hubiese quien celebrase la eliminación en la primera ronda de votaciones de Chicago no porque así Madrid seguía adelante, sino por el «que se jodan los americanos» o «que se joda Obama».

No creo que haya que ser una fanática del deporte o una patriota (eso que en otros países significa simplemente eso y que aquí invariablemente es sinónimo de «facha») para desear que Madrid tenga unos Juegos Olímpicos, y tampoco creo que haya que ser un estratega mundial de la talla de Zapatero para darse cuenta de que la repercusión de unos Juegos sobrepasa con creces los límites de la ciudad que los alberga. Sin ir más lejos, Valencia iba a acoger la competición de vela y ciudades como Córdoba o Málaga parte de los partidos de fútbol, algo que le habría venido de perlas a la primera para terminar de una puñetera vez su estadio gracias al impulso económico olímpico.

Olimpics - Open Ceremony on TVPero no era la pena por la oportunidad perdida o la solidaridad con los madrileños lo que irradiaban los cientos de comentarios que tuve que moderar el otro día. Aunque había unos cuantos que felicitaban a Río y lamentaban la derrota española, la mayoría se congratulaban de que Madrid hubiese perdido, con argumentos tan sólidos como los que mencionaba más arriba: está gobernada por el PP, hay cientos de constructores y empresarios trincones dispuestos a llevárselo calentito (un supuesto catalán decía que los de Barcelona’92 los pagó Cataluña solita y que estos iban a tener que pagarlos todos los españoles), estaba allí Zapatero (para algunos eso ya es más que suficiente para poner a parir lo que sea, y «¡encima habló sólo en español! Claro, como no sabe idiomas…»), o el Rey (¡!), o Raúl (¡¡!!).

Sin embargo, mi favorito es «Madrid se interpuso en el camino de Sevilla», uno de los más populares entre los lectores del periódico (sevillano) en el que trabajo y que no deja de tener su gracia. Sevilla optó a los Juegos de 2004 y 2008. En ambos casos se cayó en las rondas previas, antes de llegar a la votación final. La segunda vez los señores del COI dijeron que Sevilla era «una ciudad mediana de mediana entidad», pero aun así se volvieron a presentar para acoger los de 2012. Entonces fue cuando Madrid se «interpuso en su camino». El COE tuvo que decidir a cuál de las dos mandaba y eligió a Madrid. El resto de la historia ya la conocéis.

Estadio Olímpico Betis-ValladolidEl caso es que hay muchos sevillanos (unos de nacimiento y otros de adopción) que creen que es cierto eso de que, si no fuera por Madrid, Sevilla ya habría cumplido o estaría a punto de cumplir su sueño olímpico, un sueño cuyo vestigio más relevante es el estadio que se construyó al efecto, en el que se celebró el Mundial de Atletismo de 1999 y otros eventos deportivos como la Peace Cup o musicales como los conciertos de Bruce Springsteen, Madonna, el frustrado de Depeche Mode o el de U2 el año que viene pero al que Betis y Sevilla se niegan a mudarse porque no quieren compartir casa con el eterno enemigo (un problema que no han tenido Lazio y Roma, que no son precisamente unos vecinos modélicos).  

En realidad, las desavenencias entre beticos y sevillistas (y la tirria general hacia la candidatura madrileña expresada por los comentaristas de mi periódico) no son más que otro capítulo de la legendaria afición de los españoles (y los seres humanos en general) por enfrentarse a quienes les rodean. En Sevilla tenemos rivalidades futboleras, geográficas (trianeros y sevillanos) y cofrades, por poner algunos ejemplos (las políticas son demasiado obvias), en Andalucía el deseo de Granada y Almería de dejar de formar parte de una comunidad en la que no se sienten representados o la ancestral rivalidad entre sevillanos y malagueños (y andaluces de cualquier sitio contra los sevillanos). ¿Y qué puedo decir del resto que no sepáis? Quinientos y pico años después de que se inventase España seguimos siendo un puñado de tribus que se incordian unas a otras. Como decía uno de los pocos comentarios sensatos que leí aquella tarde, «así no vamos a ningún sitio».

A lo mejor no nos merecemos que nos den unos Juegos Olímpicos, ni un Mundial de Fútbol, ni estar en el G20 (ni en el ocho, ni en ningún G), y a lo mejor ni siquiera tener euros o formar parte de la Unión Europea. Lo curioso es que no escuché ni leí ninguna crítica de esos ciudadanos preocupados por el gasto que conlleva organizar un evento deportivo internacional cuando hace unos meses le concedieron a España el Mundial de Baloncesto de 2014. Será porque van a construir un nuevo pabellón en Sevilla, y si el dinero se gasta en la ciudad de uno ya no es un despilfarro, sino una inversión.

Perlas del periodismo (VII)

-Yo creo que ‘Los doce mandamientos’ es la película más larga.
-Quillo, eran diez. ¿Tan larga se te hizo?

El ‘revisionista’ es también autor de esta perla y de esta otra
La lúcida voz que le recordó cuántas normas había en 
las Tablas de la Ley es el responsable de esta otra.
[Para que quede claro, las llamo ‘perlas del periodismo’ porque son cosas escuchadas o leídas en un periódico, que a veces tienen que ver con el periodismo y otras no]