‘El Ministerio del Tiempo’ no es una versión de ‘Doctor Who’

Su premisa inicial se parece mucho más a la de las novelas de Thursday Next.

El Ministerio del Tiempo

Desde que se anunció que TVE preparaba una serie de viajes en el tiempo no hemos visto por todas partes más que titulares del tipo «Un Doctor Who a la española». Supongo que las etiquetas fáciles y simplonas siempre son tentadoras y que además mucha gente no va más allá de Doctor Who cuando se encuentra ante el binomio serie de televisión-viajes en el tiempo (en Star Trek, la serie, ya había viajes en el tiempo, por ejemplo).

De nada ha servido que en los últimos meses uno de los creadores de El Ministerio del Tiempo, Javier Olivares, haya dicho a todo aquel que quiera escucharle y a todo el que se lo pregunta (que son muchos) que no, que su serie no es una copia de Doctor Who. En esta entrevista en Zapping Magazine, sin ir más lejos, ya dice que en su serie no hay extraterrestres, ni naves espaciales, ni pueden viajar en el espacio ni tampoco al futuro, sólo al pasado. Además, añado, el Doctor suele ir, colaboraciones gubernamentales puntuales al margen, bastante por libre (el Instituto Torchwood es otra cosa). Aquí tenemos un Ministerio, que depende directamente de la Presidencia del Gobierno y que se remonta a los tiempos de los Reyes Católicos (bueno, esto sí que recuerda un poco a Torchwood).

Esta es la sinopsis de El Ministerio del Tiempo:

«…es una institución gubernamental autónoma y secreta que depende directamente de Presidencia de Gobierno. […] Sólo reyes, presidentes y un número exclusivo de personas saben de él. El paso hacia otras épocas se realiza a través de puertas vigiladas por las Patrullas del Ministerio. Su objetivo: detectar e impedir que cualquier intruso del pasado llegue a nuestro presente -o viceversa- con el fin de utilizar la Historia para su beneficio. Para ello las Patrullas tendrán que viajar al pasado y evitar que lo logren».

Al leer que es un organismo gubernamental y lo de las patrullas que deben evitar que los potenciales intrusos hagan cambios en la Historia no es en Doctor Who en lo que pienso, sino en la serie literaria de Thursday Next.

Jasper Fforde Competition

Foto: Myrmi

Thursday Next es la protagonista de siete novelas de Jasper Fforde, que arrancan en El caso Jane Eyre (sólo hay cuatro traducidas al español) y recrean una realidad alternativa en la que la Guerra de Crimea aún no ha terminado y en la que la gente se toma muy en serio la literatura. La desaparición de un personaje es una cuestión de Estado, al igual que la legalización de movimientos como el surrealismo (lo que provoca disturbios callejeros), y hay una división de investigación gubernamental dedicada a los delitos literarios, que es donde trabaja como detective la protagonista.

El conflicto del libro que abre la serie arranca con una de las invenciones del tío de Thursday, Mycroft: un Portal de Prosa que permite entrar en la ficción y cambiar lo que allí ocurre (de hecho, la detective acaba entre las páginas de Jane Eyre y le da a la historia el final que todos conocemos). Por si esto no os parece ya suficientemente similar a la premisa de El Ministerio del Tiempo, en la segunda entrega de la serie, Perdida en un buen libro, Thursday acaba entrando de nuevo en la ficción, en el MundoLibro, donde coexisten todas las historias que fueron y serán y hay una especie de policía, Jurisficción (una de cuyas agentes más implacables es la Señorita Havisham de Grandes esperanzas), que vigila que las obras ya escritas permanezcan inalterables, sin personajes que crucen de unas a otras para cambiarlas y sin que los propios personajes se desvíen del guión original dentro de su propia narración (son especialmente divertidos los desmanes que se producen en Tito Andrónico y Cumbres Borrascosas).

Si queréis saber más sobre El caso Jane Eyre podéis echarle un vistazo a la reseña de Pedro Jorge Romero, su traductor en español. Creo que lo apuntado más arriba sirve para ilustrar que, si hemos de buscar una inspiración a la nueva serie de TVE, quizás sea mejor dejar de señalar a Doctor Who y mirar en otra parte.

No sé si el homenaje será consciente o una mera casualidad, y tampoco me importa demasiado si el resultado es bueno. Lo poco que he visto hasta ahora no tiene mala pinta. Habrá que ver la serie completa para opinar.

Las series y la ‘piratería’

La otra mañana, al abrir Twitter, me encuentro con uno de esos tuits ante los que no sabes si dejar de seguir a quien lo ha publicado, contestar en plan troll o simplemente cerrar Twitter y no abrirlo más. Me incliné por una cuarta posibilidad: tratar de debatir con la autora de dicho tuit, educadamente. No hubo debate porque no me respondió, pero sí a otros de los mensajes que recibió. Con todos esos tuits he montado este Storify.

Ahí terminó la conversación, si es que se puede llamar a eso conversación, porque Belén Frías decidió apagar el Twitter por unas horas y seguir con su vida. Aunque en absoluto lo comparta, entiendo que su posición es la que le dicta su puesto de trabajo, y entiendo que defienda a su empresa y que ataque a quienes hacen subtítulos para series por gusto y sin cobrar un euro por ello y les llame, sin más, piratas. Incluso entiendo que defienda el discurso oficial de que la mal llamada piratería acaba con puestos de trabajo. (Lo de “La piratería destruye la industria audiovisual y nuestros trabajos” suena a consigna, la verdad)

Lo que no entiendo es que de verdad considere (imagino, de nuevo, que será la postura oficial de su empresa) que con estrenar las series al mismo tiempo (al día siguiente, creo, en ciertos casos) en un canal de pago sea suficiente para que la gente deje de buscar episodios y subtítulos en internet. Porque no lo es. Ni de lejos.

Hace años que dejé de tener tele de pago (nos costaba un dineral al mes y casi nunca veíamos nada porque estábamos siempre fuera), así que no sé si esa política de los canales españoles de pago de poner las series al día siguiente de que se emitan en EEUU ocurre durante toda la temporada o sólo con el primer capítulo de cada nueva tanda.

Pero supongamos que lo hacen durante toda la temporada. Al día siguiente, con subtítulos hechos por profesionales, revisados y ajustados hasta la última coma. ¿Dejaría entonces de descargarlos? No.

En Estados Unidos (y en el Reino Unido, por más que la mayoría de lo que vemos, al menos en casa, venga del otro lado del Atlántico) las series que seguimos las emiten en distintas cadenas, y también en España emiten lo que nos interesa en distintas emisoras. Y para tener acceso a todas no basta con un paquete básico de pago: hace falta uno completito, de esos que cuestan un dinerito todos los meses para terminar viendo, a lo sumo, tres o cuatro episodios a la semana, eso si los emiten, porque hay que tener en cuenta el parón del verano, el de navidades y las semanas que por béisbol, discursos de Obama o simples ajustes de calendario no se emiten las series que vemos. No compensa. (Y eso sin contar las británicas, que suelen ser de seis episodios o incluso de tres por temporada, como Sherlock).

Mucho menos si tenemos en cuenta que, en mi caso, nunca estoy en casa en prime time, horario en que se suelen emitir series y pelis de estreno. Puedo grabarlo, sí, pero es un paso adicional.

Admitámoslo: descargar series es un tostón. Hay que estar pendiente de calendarios de emisión, buscar los enlaces, esperar a que descargue, buscar subtítulos (esperar, en algunos casos, a que los terminen), comprobar que encajan bien (porque si no hay que buscar otros), pasarlo todo a la tele (sí, prefiero ver las cosas en la tele)… Un incordio. Habrá quien disfrute con todos estos procesos, pero no es mi caso. Pero no hay una buena alternativa, una oficial y cómoda. ¿Pagando? Si el precio es razonable y el servicio adecuado, por supuesto. Me habría encantado pagarle a todo el equipo responsable de Lost, y a Aaron Sorkin por The West Wing, y a Joss Whedon por Buffy (y Firefly), y me encantaría estar pagando ahora al equipo de Fringe, y a Russell T. Davis y Steven Moffat por Doctor Who, y a este último (y Mark Gatiss) por Sherlock

Sé que nadie (al menos nadie con poder) va a hacerme caso pero, señores distribuidores de series (esto se aplica al resto de la industria audiovisual), están a tiempo de cambiar las cosas y de hacer algo más que lloriquear por las esquinas (como esos editores de periódicos que se quejan de que hayan bajado las ventas en quioscos porque la gente lee los periódicos enteros gratis en internet; deje de ponerlo gratis en internet, está en su mano).

Se ha dicho muchas veces en muchos sitios, pero siguen sin darse por aludidos: dejen de preocuparse por quienes tienen síndrome de Diógenes audiovisual y acaparan películas, series, discos y libros, que probablemente nunca abrirán, como si no hubiera mañana. Esos no pasaban por caja cuando no había más opción que hacerlo si querías disfrutar de algo. Preocúpense de los que sí estamos dispuestos a gastar dinero en las cosas que nos gustan, en las que merecen la pena. Pero tampoco nos roben. No hagan como las editoriales, poniendo ebooks a 15 euros. Sean más listos.

[Tampoco me roben con formatos físicos, como ediciones de DVD a precios poco razonables que sólo incluyen los episodios -metan más cosas, muchas más- o, volviendo al ejemplo de los libros, no hagan como Gigamesh con Danza de Dragones]

Sé que hay unos cuantos sitios en los que se puede acceder de forma legal a series en España, pero la oferta, a mi gusto, es aún insuficiente. Yo quiero ver los episodios de las series que me interesan al día siguiente, en VO y con subtítulos, y no me importa pagar por ello, por tener cada mañana a mi disposición un episodio calentito, para verlo on line cuando se me antoje.

Y en cuanto al pago, piensen, por ejemplo, en bonos de temporadas completas de cada serie. Y no sólo las que están en emisión, sino también las que tengan unos años. Hagan la prueba, a ver qué tal. Si no funciona, y nadie se sube a ese tren, tienen mi permiso para clamar contra los piratas, internet y la santísima trinidad. Pero hasta entonces, no digan que “dan opciones al público”. Den, además, opciones razonables, hagan que sea más fácil y cómodo que andar buscando por internet lo que queremos ver. Yo me apuntaría a eso. Y seguro que muchos otros también.