Mary Wollstonecraft y los derechos de la mujer

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La lucha por los derechos de la mujer, a pesar de lo que algunas personas puedan pensar, no es algo caprichoso ni que comenzara en el siglo XXI, ni tan siquiera en el XX. Muy al contrario, se trata de una lucha que ya lleva siglos en nuestra sociedad y en la que, por desgracia, se progresa con una lentitud exasperante en pos de una justicia social aún demasiado escasa. Por poner sólo un ejemplo, tenemos el destacado caso de la filóloga y escritora Mary Wollstonecraft, que ya en el siglo XVIII logró hacerse un hueco como autora de prestigio en el difícil ambiente del Londres de la Revolución Industrial, que consideraba a los miembros del sexo femenino como meros objetos decorativos. Entre las obras de Wollstonecraft destacamos aquí su Vindicación de los derechos de la mujer, desde la que reclamó, entre otras cosas, el trato de igual a igual con respecto a los hombres a todos los niveles en la sociedad con frases como ésta:

«My own sex, I hope, will excuse me, if I treat them like rational creatures, instead of flattering their fascinating graces, and viewing them as if they were in a state of perpetual childhood, unable to stand alone».

Mary Wollstonecraft, A Vindication of the Rights of Woman

Además de escritora prolífica, activista temprana y filósofa feminista, Mary Wollstonecraft también fue la madre de la conocida Mary Shelley, autora de Frankenstein. Aquí podéis leer y descargar, en inglés, Vindicación de los derechos de la mujer, una lectura imprescindible.

«People don’t have to read it, just buy it»

En uno de los textos incluidos en el volumen Catch as Catch Can, Joseph Heller habla del largo, complejo y tedioso proceso (por no llamarlo odisea) de la adaptación al cine de su obra maestra, Trampa 22. Y no por su culpa, porque desde el primer momento dejó claro que, una vez vendidos los derechos, aquello ya no era su problema. Cambios de estudio, de director, de guionista, problemas de producción… Pese a todo, la película llegó a los cines en 1970, firmada por Mike Nichols y con Alan Arkin en el papel del capitán Yossarian. Aunque no fue un bombazo de taquilla, sí que hizo que se disparasen las ventas de la novela. Esto es lo que dice Heller sobre el tema:

«During the summer after it opened I got  a call from Dell Publishing saying that in the preceding six weeks Catch-22 had been the fastest-selling book they’d ever produced. Over a million copies were sold in those six weeks and it made the Times paperback best-seller list. That made me happy. And it also amused me, in a kind of sadistic way, because I knew that many of those million copies had been bought by people who wouldn’t be able to get past page six or eight. But that didn’t bother me, because I get the royalties anyway —people don’t have to read it, just buy it— and it’s nice to get money from the people who make millionaires out of Harold Robbins and Jacqueline Susann».

No le importa si quien la compra se la lee o no (de hecho, le hace gracia pensar que muchos de los que la empiecen no pasarán de la página seis u ocho), lo que le importa es que la compren, porque así es como gana dinero. Es curioso leer a un autor reconocer lo que otros muchos también pensarán pero no se atreverán a admitir.

«Castle of Snow» – Joseph Heller (1948)

«Then one day, without a word beforehand, my Uncle returned with a stranger, a man who had come to buy his books.

I remember the figure of my Uncle kneeling by the closet before the open trunk. He removed the books singly, each one with both hands, glanced at the title soberly, and passed it to the strange man, who appraised it in a moment and added it to the mounting pile behind him. My Aunt was stunned by this latest development, and she stood motionless, watching the proceeding with profound regret.

From my Uncle’s actions it seemed that he had been determined to sell them all and had then wavered. Midway through the pile, he hesitated over one book and placed it on the floor behind him. Near the end he withheld another. When all the others had been sacrificed, he picked up the two books and considered each thoughtfully. Then, with reluctance, he handed one to the man and rose. It is interesting to note that in this, possibly the moment of his greatest tragedy, he chose the humor of Chaucer in preference to the comforting promise of the Bible.»

«Castle of Snow» – Joseph Heller, 1948 (Publicado en Catch as Catch Can, 2003)

‘La solución final’ – Michael Chabon (2004)

“No era algo, el cielo lo sabía, que el anciano tuviera costumbre de admitir ni que se sintiera cómodo admitiendo. La aplicación de la inteligencia creativa a un problema, el hallazgo de una solución al mismo tiempo obstinada, elegante y descabellada le había parecido siempre la ocupación esencial de los seres humanos, el descubrimiento del sentido y de la causalidad en medio de las pistas falsas, del ruido y de la maleza sin senderos de la vida. Y sin embargo siempre lo había atormentado —¿no era cierto?— el saber que había hombres, criptógrafos lunáticos, detectives locos, que malgastaban su inteligencia y su cordura en decodificar e interpretar los mensajes de las formaciones de las nubes, de las letras de la Biblia recombinadas, de las manchas de las alas de las mariposas. De la existencia de semejantes hombres se podía tal vez sacar la conclusión de que el sentido moraba únicamente en la mente del analista. De que eran los problemas irresolubles —las pistas falsas y los casos ya enfriados— los que reflejaban la verdadera naturaleza de las cosas. De que todo el significado y esquema aparente no tenía más sentido intrínseco que el parloteo de un loro gris africano. Esto era lo que se podía pensar. Ciertamente, se dijo».

‘La solución final’ – Michael Chabon, 2004

‘Generación A’ – Douglas Coupland (2009)

«Serge me echó una mirada de duelo de pistolas.

–Mira, Julien, puedes discutirme cuanto quieras; pero el hecho científico es que tienes veintidós años y tu lóbulo frontal todavía no acaba de desarrollarse y lo que le sucede a las personas cuyo lóbulo frontal está todavía en desarrollo es que se creen con derecho a mofarse de todo sin saber que no son otra cosa que clichés biológicos. A tu cerebro todavía le faltan unos años, así que, de momento, eres un autómata que juzga; lo que piensas y sientes no es más que el resultado de una deficiente conexión cortical y del capricho de las hormonas. De modo que es mejor que ni intentes embarcarte conmigo en ningún tipo de juego de superioridad; eso que crees que es tu personalidad, para mí no es más que un obstáculo indeseable y aburrido que me entorpece encontrar lo que he venido a buscar».

‘Generación A’ – Douglas Coupland, 2009

‘Libros malditos, malditos libros’ – Juan Carlos Díez Jayo (2013)

«La cantidad de libros a custodiar es la elección más difícil en toda biblioteca. Séneca, en la segunda carta a Lucilio, recomienda moderación y conformarse con juntar únicamente los que uno pueda leer. Otros, en cambio, han almacenado libros en un impulso irresistible. Tres mil es un bonito número. Calcula leer un libro a la semana, un logro notable si te enfrentas a obras del tonelaje de El Conde de Montecristo, Los Miserables o Guerra y Paz. Multiplica esas semanas por los años activos de lectura de un ser humano, por ejemplo sesenta y cinco. La cifra de libros que un lector puede abarcar es tres mil trescientos ochenta, aproximadamente. Eso incluye los mediocres, los errores y las pérdidas de tiempo. Resta las rachas de la vida que nos impiden leer o nos privan de su apetito, y ten en cuenta el íntimo placer de la relectura, que nos hace volver a aquellas obras que tanto han significado. Suma, por fin, una cantidad razonable de obras de consulta. Tres mil libros se nos aparecen como una cantidad justa y manejable. La tarea para toda una vida.

Pero no detengamos los cálculos ahora. Pongamos que el grosor medio de los volúmenes de nuestra biblioteca imaginaria sea de siete centímetros y que el armario mida siete baldas de altura. Todo lo que podríamos leer durante nuestra vida se acomoda en treinta metros de estanterías. Un corto paseo que nos recuerda lo mucho que hay que leer y lo poco que permaneceremos en pie. Y la lista de libros imprescindibles es tan larga… La ristra de títulos que nos urgen no poder dejar de hojear es demasiado extensa. Por eso, este sencillo armario ideal nos enseña en qué debemos ocupar nuestros ojos. Un recordatorio de que hay que leer sólo por gusto y por placer. La vida es demasiado valiosa para preocuparse por un canon».

‘Libros malditos, malditos libros’ – Juan Carlos Díez Jayo (2013)

‘First Among Sequels’ – Jasper Fforde (2007)

«The point is, ladies and gentlemen, that we’re not in the book industry. This isn’t a publishing meeting with sales targets, goals, market research and focus groups. The book may be the delivery medium, but what we’re actually pedling here is story. Humans like stories. Humans need stories. Stories are good. Stories work. Story clarifies and captures the essence of the human spirit. Story, in all its forms—of life, of love, of knowledge—has traced the upward surge of mankind. And story, you mark my words, will be with the last human to draw breath, and we should be there, too, supporting that one last person. I say we place our faith in good stories well told and leave the interactivity as the transient Outlander fad that it is. Instead of being subservient to reader opinion, we should be leading it».

‘First Among Sequels’ – Jasper Fforde (2007)