Frakkin Emmys

Siempre se me han dado bastante bien las apuestas televisivo / cinematográficas. He ganado dinero con los Oscar, con los Globos de Oro y hasta con los Goya, pero nunca he hecho ninguna quiniela con los Emmy. Aunque este año he estado tentada de hacerla, me contuve cuando recordé que soy incapaz de elaborar un pronóstico ganador y que, ademas, mis favoritos nunca ganan. Esto ultimo (saber que inevitablemente iba a ser frustrante) evitó también que siguiese en directo la gala (eso, y que al día siguiente tenia que trabajar), así que me enteré de cómo acabó la cosa por la mañana al encender el ordenador (en CNN+ dedicaron un par de minutos al tema, pero como la locutora era esa que lee Utah tal cual, no me enteré de casi nada).

Casi todo el mundo ha comentado ya lo que pasó (la Chica de la tele incluso lo siguió en directo) en la gala que presentó Neil Patrick Harris (lo que tenéis arriba es el numero musical con el que abrió la noche) y coinciden en que la cosa fue conservadora, continuista y, en suma, decepcionante (os dejo las reseñas de Basura and TV, By the way, Pizquita y Serieína, la lista completa de los premiados y el intento de boicot de la ceremonia del Doctor Horrible antes de entrar en materia).

Ya dije que Mad men no me volvía loca. De hecho, a la espera de un tercer intento, las dos aproximaciones que he hecho hasta ahora me han sumido en un sopor considerable. Para colmo, ya había ganado el año pasado, así que veo la cosa un poco redundante, tan redundante como el premio a 30 Rock, cuya última temporada no ha estado ni mucho menos a la altura de las anteriores (pero bueno, como The Big Bang Theory ni siquiera competía, no patalearé mucho).

Lo de Glenn Close y Bryan Cranston como mejores protagonistas dramáticos también elude cualquier riesgo, aunque sí que hubo algo de sorpresa, o eso dicen quienes han visto todas las series (no es mi caso; lo mío es una pataleta sin más), con los premios a Cherry Jones (secundaria dramática) y Kristin Chenoweth (secundaria cómica), así como con que Toni Collette le arrebatase a Tina Fey una estatuilla con la que seguro que contaba (aunque se llevó otra como responsable de 30 Rock y una más por hacer de Sarah Palin en el Saturday Night Live).

Lo de Michael Emerson era evidente (como mucho, podrían haberlo dejado para el año que viene, pero dárselo se lo tenían que dar).

El apartado de chascos personales se abre con Kenneth Branagh, que no pilló premio por encarnar al desolado inspector creado por Henning Mankell en Wallander (ganó Brendan Gleeson) y continúa con dos robos (si no tuviese tanto respeto a la tipografía lo pondría en mayúscula, negrita y subrayado). Neil Patrick Harris volvió a quedarse sin Emmy (esto ya parece cachondeo, de verdad) y Jim Parsons entró en el cada vez mas numeroso club de los que deberían haber sido premiados y se van con las manos vacías (por mucho que se lo pasase en grande durante la ceremonia; todo eso de “estar nominado ya es un premio” está muy bien, pero queremos veros ganar, demonios).

Siempre queda el consuelo de que sus series siguen en antena y que tendrán otras ocasiones de ganarlo, pero en vista de que en la categoría de Sheldon ha vuelto a ganar Alec Baldwin y que a Barney se lo ha quitado el tipo que sale con Charlie Sheen en Dos hombres y medio (me niego a tomarme la molestia de copiar y pegar su nombre; sé que él no tiene culpa, ni Sheen Jr., pero tengo que culpar a alguien), una tiene claro a estas alturas que los que votan en los Emmy no ven televisión, a lo sumo esos episodios que les mandan las cadenas y por los que no se puede juzgar toda la temporada de una serie, un actor o una actriz. Una temporada televisiva no es una carrera de 100 metros lisos, señores, sino un maratón que dura ocho meses. Y Barney y Sheldon son dos magníficos corredores de fondo.

No sé para qué me molesto, si el año que viene volverá a ser igual…

Parrilla televisiva otoñal

Ya sé que casi todo el mundo que ve series ha puesto en sus blogs cuándo vuelven y cuáles van a ver, pero nadie ha contado qué vamos a ver nosotros esta temporada televisiva (para nosotros arranca esta noche, o más bien mañana por la mañana cuando empecemos a descargar), así que de eso nos vamos a ocupar hoy, por si a alguien le interesa conocer el menú televisivo de este humilde hogar y, de paso, para tener a mano un calendario que este año sin duda vamos a necesitar, aunque la Guía de supervivencia en época de estrenos publicada por Alex en Basura and TV ha sido de mucha ayuda.

A continuación, una lista de las series que queremos seguir este año a ritmo USA ordenadas por su fecha de estreno o regreso (lamentablemente, Lost no vuelve hasta enero, así que queda fuera de esta primera recopilación). Puede que haya espoilers, así que cuidado:

–Jueves 17 de septiembre (esta noche)
‘Bones’ (inicio de la quinta temporada)
Como muy bien definió Felipe en Serieína, Bones es un procedimental de personajes, en el que los casos, si bien siguen siendo importantes, son casi una excusa para hablarnos de sus protagonistas. Con los años se ha convertido para mí en una serie imprescindible. Además, la temporada anterior tuvo un desenlace algo desconcertante y, por si fuera poco, hacen promos tan geniales como ésta:

‘Fringe’ (inicio de la segunda temporada)
Ésta tuvo un final no sólo desconcertante, sino también fabuloso. Nos enganchó desde el principio y queremos saber qué pasa con esa realidad alternativa, con Belly (Leonard Nimoy) y con Walter Bishop (John Noble), el científico loco ladrón de críos de otros mundos. Además, como dice Alex, hay LSD y una vaca. ¿Quién da más?

–Lunes 21 de septiembre
‘House’ (inicio de la sexta temporada)

Mi relación con esta serie siempre ha sido relajada, pero el final de la temporada anterior me dejó hecha polvo, con House más arruinado que nunca y además metido en un psiquiátrico. Quiero saber qué pasa, pero esta vez no creo que espere a verla doblada (los abundantes y técnicos diálogos me marean un poco en la versión original).

‘Castle’ (inicio de la segunda temporada)
Nathan Fillion encarnando a un escritor (de best-sellers policiacos) crápula, descarado y encantador que colabora con la policía. Eso sería suficiente para verla, porque en esta casa adoramos al señor Fillion, pero al margen de eso, la serie es muy entretenida y nos reímos mucho con ella, aunque no sea una comedia.
 
‘How I Met Your Mother’ (inicio de la quinta temporada)
Ted es un coñazo y hace tiempo que dejó de interesarnos quién es la madre de sus hijos. Pero están Barney y Robin, y Marshall y Lily, y sí nos importa lo que les pase a ellos, así que sigue en nuestra lista.

‘The Big Bang Theory’ (inicio de la tercera temporada)
Dejando a un lado las adicciones isleñas, es a ellos a los que más hemos echado de menos este verano. Queremos que vuelvan ya del Polo Norte, con las barbas y los pelos que les hemos visto en las promos y en la Comic-Con (salvo Jim Parsons, que parece que ha tenido que recurrir a los postizos porque su cara no estaba por la labor).

–Jueves 24 de septiembre
‘Flash Forward’ (estreno)

 Tiene muy buena pinta, así que habrá que probarla. 

‘Grey’s Anatomy’ (inicio de la sexta temporada) y ‘CSI’ (inicio de la décima temporada)
Como ya comenté, veré cómo arrancan y ya decidiré entonces si sigo viéndolas o no.

–Viernes 25 de septiembre
‘Dollhouse’ (inicio de la segunda temporada)

Curiosamente el mejor episodio fue uno que no se emitió inicialmente y que la Fox recuperó al comprobar lo bien que había funcionado en internet, pero a pesar de eso la primera temporada de lo último de Joss Whedon nos gustó, y seguiremos con ella.

–Domingo 27 de septiembre
‘Dexter’ (inicio de la cuarta temporada) y ‘Californication’ (inicio de la tercera)

La primera suelo reservarla para el verano, cuando acaban las demás y puedo zampármela casi del tirón. La segunda la guardaremos por si un día nos animamos y decidimos recuperarla.

–Jueves 15 de octubre
’30 Rock’ (inicio de la cuarta temporada)

No terminó con cliffhanger ni hay ninguna historia a medias cuya evolución nos interese, pero Jack Donaghy y Liz Lemon (y sus locuras) son enormes.  

–Martes 3 de noviembre
‘V’ (estreno)
Junto a Flash Forward es, por ahora, la otra única novedad de nuestra parrilla. A mí, de entrada, no me motiva mucho, pero a ver qué tal resulta.

(Lo que sigue es una nota privada para Contradictorio, mi proveedor de contenidos audiovisuales, para que no se me despiste)

Apéndice: calendario semanal de descargas 

–Martes: The Big Bang Theory, How I met your mother, House y Castle.

–Miércoles: A partir del 4 de noviembre, V.

–Viernes: Bones, Fringe, Flash Forward, Anatomía de Grey (hasta nuevo aviso), CSI (hasta nuevo aviso), 30 Rock (a partir del 15 de octubre).

–Sábado: Dollhouse.

Actualización: Alex apunta en los comentarios que Bones se emite en Canadá un día antes, es decir, los miércoles, así que puede conseguirse los jueves por la mañana.

La mejor comedia en emisión

(Ya dije que no creo en la objetividad, pero aun así considero que la contundencia del titular bien merece un par de precisiones antes de entrar en materia. Cuando hablo de la mejor comedia en emisión me refiero a la mejor de cuantas nosotros vemos. De ese análisis quedan excluidas las series inglesas -‘Little Britain’, ‘Extras’, ‘The IT Crowd’…- porque varias de las que vemos ya han terminado y en cualquier caso no se pueden comparar temporadas de seis episodios con otras de veintitantos)
En casa vemos bastantes series (tengo pendiente un post con nuestra parrilla otoñal para la inminente nueva temporada televisiva; los primeros cálculos apuntan a que vamos a tener que hacer un calendario de visionado porque si no va a ser imposible seguir todo lo que queremos ver) pero, dejando a un lado las ya mencionadas series inglesas, actualmente sólo vemos tres comedias: 30 Rock, The Big Bang Theory y How I met your mother (el resto de las que hemos probado, como The Office o Curb your enthusiasm, no nos han gustado), y creemos que The Big Bang Theory es la mejor de las tres. Antes de explicar por qué, explicaremos un poco de qué va, por si hay alguien que aún no conozca a Sheldon Cooper.

The Big Bang Theory se centra en cuatro amigos, cuatro científicos que trabajan en el Caltech y que podríamos definir como geeks, nerds, cerebritos y casi cualquier término que se nos ocurra. Sheldon Cooper es físico teórico, un niño prodigio cuyos conocimientos académicos y científicos han ido evolucionado exponencialmente desde la infancia pero cuyas habilidades sociales están al nivel de un niño de Primaria o de un robot. Tiene una lista de manías más extensa que el listín telefónico de una gran ciudad, es incapaz de entender conceptos como la ironía o el sarcasmo y necesita literalmente instrucciones para afrontar casi cualquier contexto social, por no mencionar que siempre que puede demuestra su enciclopédico conocimiento sobre casi cualquier cosa y deja claro que es más listo que todos los que le rodean. O eso cree él.

Leonard Hofstadter es el santo que comparte piso con él. Es físico experimental, intolerante a la lactosa y con una paciencia infinita para amoldarse a las normas de Sheldon. A pesar de haber sido criado por una versión femenina y nada maternal de su compañero de piso, es el más normal del lote, que completan Rajesh Koothrappali, astrofísico indio cuya principal singularidad es su incapacidad para hablar con mujeres, sobre todo si son hermosas, salvo que previamente se emborrache, y Howard Wolowitz, un ingeniero aeroespacial judío de preocupante líbido que lo intenta con cuanta fémina se ponga a tiro.

La serie comienza con la llegada al edificio en el que viven Sheldon y Leonard de Penny, una chica del Medio Oeste llevada a California por su sueño de ser actriz, aunque por ahora debe conformarse con ser camarera en la Cheesecake Factory. Penny, cuyo apellido aún no sabemos, no es científica, no tiene un impresionante currículum académico ni entiende casi nada de lo que dicen los chicos, pero sirve de catalizador para el grupo, que ignora que hay todo un mundo fuera de las pantallas de sus ordenadores y de sus laboratorios y personas reales, como Penny.

Alex ya explicó en Basura and TV que la serie despegó cuando sus creadores decidieron que el motor de la acción no debía ser Leonard, perdidamente enamorado de Penny desde el piloto, sino Sheldon. Aunque la historia de Leonard y Penny sigue ahí (de una forma sutil y divertida que ya quisieran haber conseguido otras muchas series), en la segunda temporada la serie se centra en probar a Sheldon, en ver cómo reacciona ante situaciones cotidianas que para él suponen todo un reto.

The Big Bang Theory TVGuide 1Después de esta larguísima introducción (nunca se me ha dado bien ir al grano), aquí van los motivos por los que creemos que es la mejor comedia en emisión, comparándola principalmente con las otras dos que vemos, How I met your mother y 30 Rock:

1. No hay episodios malos. Puede haberlos mejores y peores, pero todos y cada uno de los 40 emitidos hasta ahora son buenos. Al no haber una línea narrativa de fondo, como le ocurre a How I met your mother, no hay una acción que tenga que avanzar ni, por tanto, episodios de relleno. Tampoco hay capítulos insulsos que se salven por una genialidad/locura de sus protagonistas (como les pasa a muchos de 30 Rock).

2. Un buen grupo de personajes. Lo mejor de 30 Rock son Liz Lemon y Jack Donaghy. Solos o en compañía de otros personajes funcionan, pero no brillan tanto como juntos. El problema es que no sale siempre uno de los dos. Cuando no lo hacen la cosa flojea bastante. How I met your mother sufre el mismo síndrome que Anatomía de Grey: su protagonista (Ted) es un coñazo. Barney y Robin funcionan bien siempre, solos o acompañados; Marshall y Lily, casi siempre; pero Ted necesita a alguien más en pantalla para resistir la tentación de apagarla. En The Big Bang Theory el equilibrio es prácticamente perfecto. Ya sean solos, en pareja, en grupo o con extraños, la cosa siempre funciona, por mucho que Sheldon aporte un plus.

3. Los capítulos resisten sin problemas las revisiones. Todos sabemos que la única razón por la que Cuatro ha estado repitiendo ad nauseam Friends (y Antena 3 Los Simpson) es porque la gente lo veía, no importa cuántas veces hubieses visto el episodio en cuestión. No voy a comparar Big Bang Theory con Friends, pero sí que comparte con ella, a mi juicio, que no importa que veas un capítulo repetido, porque te vuelves a reír con los mismos chistes. A la espera de que vuelvan del Polo Norte, este verano hemos repasado las dos primeras temporadas de la serie (varias veces, de hecho), y nos hemos vuelto a reír, y eso hay pocas comedias que lo resistan.

PD: Además de todo esto hay una última cuestión, no computable para establecer un ranking de comedias, aunque me ha llamado la atención. En 30 Rock y How I met your mother hay abundantes referencias frikis, algunas metidas con calzador. Eso no ocurre en The Big Bang Theory. En ella no hay detalles frikis. No hacen falta. Sus protagonistas son así.

Pereza

Hace unos días Petit et perdue me preguntaba, a colación de mi breve comentario sobre los Globos de Oro, si la pereza que me daba ver John Adams tenía algo que ver con su calidad. Evidentemente, le respondí que no, que los trocitos que había visto al azar tenían muy buena pinta pero que, simplemente, no me apetecía verla ahora, en primer lugar porque últimamente hay demasiada seriedad en mi vida real, tanta que cuando me siento frente a la tele sólo quiero evadirme y dejarla atrás, aunque sólo sea un ratito (esto no significa que desconecte las neuronas o, aún peor, que me ponga a ver series españolas).

En segundo lugar, he aparcado John Adams (y la segunda temporada de Damages y Californication, y la tercera de Dexter, y Mad men, y puede que alguna cosa más, como Los Tudor o Life) para reservarla para el verano, porque no tiene sentido pasar todo el año viendo compulsivamente series y después estar desde mayo a septiembre-octubre (o enero, según los casos) sin nada decente que echarse a la cara.

Pero la tercera y última razón es la definitiva: sigo demasiadas series.

Así, a bote pronto (bueno, en realidad no, porque acabo de consultarlo en el disco multimedia que tenemos enchufado a la tele), sigo a ritmo norteamericano 30 Rock (a esta me apunté hace sólo unos meses, pero me puse rápidamente al día), Anatomía de Grey (toda teleadicta necesita un culebrón, y este es el mío, por mucho que se esté poniendo últimamente un poco rarita, con la vuelta a escena -de modo fantasmagórico pero sexualmente activo- del tío al que yo llamo el guapito muerto), Bones (después de ver bastantes capítulos sueltos -y desordenados-, decidí que merecía la pena verla bien), CSI (tras años sometida a la dictadura de la cadena enemiga, que reserva cada nueva tanda de episodios para cuando le viene en gana, esta recomendación de Casciari me hizo querer ver cuanto antes la séptima temporada, la del asesino de las miniaturas, y la sigo a ritmo yanqui desde entonces; lo siguiente que veré será la marcha de Grissom, y no sé si seguiré viéndola después), Californication (aunque esta la dejaré, como ya he dicho, para el verano o para alguna noche de insomnio), Cómo conocí a vuestra madre (esta también empezamos a verla tarde, pero cogimos pronto el ritmo), Fringe, House (Fox, Cuatro, muchos episodios sueltos vistos con retraso y, desde la temporada pasada, a su ritmo de emisión) y Héroes (aún no hemos empezado a ver la tercera; las críticas no animan nada).

En esta lista no se incluyen series terminadas que hemos seguido religiosamente, como El ala oeste o Studio 60, ni las inglesas (los muy vagos sólo hacen temporadas de seis episodios, incompatibles con el concepto seguir) como The IT Crowd, Little Britain o No heroics (que tiene un gran punto de partida pero no esa chispa que tienen las dos anteriores), ni tampoco dos adicciones en toda regla: Battlestar Galactica (que comenzó el viernes pasado la emisión de sus diez últimos capítulos –¿quién será el quinto cylon?-, aunque aún no hemos podido ver el primero porque mi marido, que sí curra este fin de semana -a mí me toca descanso-, salió ayer del trabajo pasada la una de la mañana; a ver si esta noche hay algo más de suerte) y, por supuesto, Perdidos, que vuelve por fin este miércoles (por cierto, que en el Reino Unido los espoilers han salido a la calle) con su penúltima temporada, toneladas de preguntas y puede que alguna respuesta. O a lo mejor no.

Televisión de pago

Ayer vi al fin los Globos de Oro y, aparte de preguntarme qué demonios le pasaba a Tina Fey (su serie recibió tres premios pero ella tenía cara de estar en el dentista), me preocupa el hecho de que, cinco (casi seis) días después de la ceremonia nadie del Plus se haya dignado a ponerle unos subtítulos al evento (al menos le han puesto un doblaje decente, no como AXN, que sigue repitiendo la gala con la traducción simultánea de la noche del domingo).

Entiendo que es casi imposible subtitular en vivo un acontecimiento de este tipo (y casi cualquier cosa) y, aunque llevo años sufriendo las cuestionables retransmisiones de los Oscar (¿a nadie se le ha ocurrido pedir a la Academia de Hollywood el guión para que sea traducido en condiciones, o al menos contratar a traductores que se sepan los títulos de las películas y los nombres de nominados y presentadores?), puedo disculpar algunos errores, pero lo que no entiendo es que, cinco o seis días después sigan reponiendo los Globos de Oro doblados, sin ofrecer la opción a verlos en versión original, con unos subtítulos por los que también estamos pagando los clientes de Digital + (que por cierto no van nada bien en los programas que los ofrecen).

Luego se sorprenden de que la gente no se abone y prefiera quedarse con la TDT-timo (muchas promos con la maravillosa programación, con series y películas en VOS, pero lo único que ha hecho, hoy por hoy, la TDT ha sido multiplicar ad nauseam las teletiendas y los timo-concursos) o bajarse las series de internet.

El enfoque patrio

Hace un año me quejaba amargamente de que nos quedamos sin Globos de Oro por culpa de la huelga de guionistas, y este año ni siquiera he visto la ceremonia. En mi descargo diré que tenía algo de fiebre y no me apetecía pasar la noche en vela en el sofá pudiendo estar calentita en la cama, aunque también tuvo algo que ver el hecho de que esta vez la temporada de premios, que suele ser mi época favorita del año, me da una pereza atroz. No creo que sea por los candidatos o por los premios en sí. Quizá la apatía laboral se esté extendiendo a otros ámbitos de mi vida…

El caso es que no los vi, y hasta la mañana siguiente no supe qué había pasado. Lo primero que supe, en realidad, fue que ni Javier Bardem ni Penélope Cruz habían ganado. Para enterarme de los dos Globos (de Oro) de Kate Winslet o del triunfo de Slumdog Millionaire, de Danny Boyle, tuve que bucear un poco, y aún más para saber lo de Colin Farrell o Mickey Rourke (por no hablar del olvido general de las categorías televisivas, casi tan numerosas e importantes como las cinematográficas), porque la noticia era que Bardem y Pe no habían ganado.

kate winslet golden globe double wins

Siempre digo que odio que nominen a españoles en los Globos de Oro o en los Oscar, y no es por antipatriotismo. Me gusta que los profesionales y las producciones españolas triunfen, pero no que sus candidaturas, triunfos o derrotas monopolicen la información sobre los premios. Evidentemente la culpa es de los medios, que han extendido también a la información cultural ese patrioterismo barato que hace tiempo infestó la información deportiva (cualquier evento o disciplina deportiva sólo es importante si en él participa un español; el mejor ejemplo reciente es la Fórmula 1). Los Globos de Oro o los Oscar (por mencionar sólo las dos entregas de galardones cinematográficos más importantes a nivel mundial) son relevantes tengan o no a candidatos españoles entre sus nominados, pero a muchos no les entra eso en la cabeza.

Tampoco es de recibo que hayamos adoptado a Woody Allen. Vale que Vicky Cristina Barcelona se rodó en España, con dinero español, y que está protagonizada por dos españoles, pero ni es una película española ni Woody Allen es un director español, así que, por favor, dejen de dar tanto bombo (aunque no es la primera muestra de indulgencia que recibe) a la que es, según dicen los que la han visto, la peor película (o al menos una de las peores) en el currículum del neoyorquino, por mucho que se haya llevado un Globo de Oro y que puede que pesque algo en los Oscar (en los últimos años se lleva mucho lo de la compensación; pasó con Scorsese e Infiltrados y con los Coen y No es país para viejos, así que por qué no le va a tocar también a Allen).

De los premios en sí poco tengo que decir, sobre todo porque no he visto ninguna de las películas (y quedaría feo) salvo El caballero oscuro, y no tengo nada que objetar al Globo de Oro a Heath Ledger, aunque siempre me quedará la duda de si su Joker habría acaparado tantos elogios si el actor aún siguiera entre nosotros. (Inciso: muchos se quejan por ahí de que Ledger compitiese en la categoría de reparto y no en la principal porque opinan que es el verdadero protagonista de la película. Como parece que la gente no se entera, no se informa o no le importa, repetiré, una vez más, que no son las instituciones que conceden los premios, sino las productoras, las que deciden en qué categoría compiten sus actores).
En cuanto a los apartados televisivos, ofrecieron pocas sorpresas, ya que repitieron casi al dedillo el veredicto de los Emmy y volvieron a premiar a Mad men (sólo he visto un par de episodios; lo que he visto me ha gustado, pero me ha dado pereza seguir), John Adams (me da también un poco de pereza, para qué vamos a engañarnos) y 30 Rock, que se merece todos los galardones, reconocimientos, estatuillas y muñequitos que le quieran dar. 
· La foto de Kate Winslet es de Clemato.

Campanadas

No soy mucho de tradiciones, de hacer algo sólo porque todo el mundo lo está haciendo y por eso hay que hacerlo cada año o con la periodicidad que sea. Pero pese a que prefiero participar en otro tipo de eventos que unen, no exactamente en el mismo momento, pero casi, a personas de todo el mundo que voluntariamente se apuntan a ellos, no porque lo diga el almanaque (los estrenos multitudinarios de Star Wars o Indiana Jones o de las temporadas de Perdidos serían un buen ejemplo), este año, como todos los demás, terminé comiéndome las uvas, más por el por si acaso que porque realmente crea que comérselas o no o hacerlo o no con el ritmo correcto determine la suerte de todo el año entrante.

Tras la cena vino el también clásico apoltronamiento televisivo en el sofá (tenemos en casa contenidos audiovisuales más que suficientes para amenizar cualquier velada, pero no había visto el episodio de Bones que pusieron en La Sexta, así que lo vimos) a la espera de que llegasen las campanadas, un interludio que confiamos a Buenafuente. Elegimos mal. En compañía de Berto, El Follonero, Corbacho y compañía, perpetró uno de sus peores programas, más una colección de saldos de temporada que un verdadero especial de fin de año. Al menos no duró mucho, aunque no sabemos cómo dieron las campanadas, porque segundos antes la falta de confianza en su rigor campanero nos llevó a La 1, con Anne Igartiburu y Carlos Sobera (yo quería poner Canal Sur, más que nada porque sé bastante bien cómo suena el reloj de Las Tendillas, pero mi marido se negó). No sé quién las presentaba en el resto de cadenas, ni me importa, porque todos suelen ser un asco.

Mientras meditaba (tampoco mucho, la verdad) sobre lo lamentables que son las nocheviejas en la televisión española me topé con este texto de Gúdtivi en el que Mauro revindica un fin de año para adictos a las series yanquis que podrían presentar Tina Fey y Neil Patrick Harris desde Central Park y que el día 1, bien tempranito, estaría listo para descargar, con subtítulos incluidos. Desde aquí nos sumamos a la propuesta y ofrecemos nuestro apoyo incondicional a cualquier campaña o iniciativa al respecto, porque nos merecemos una Nochevieja mejor.