Periodistas e internet: condenados a entenderse

[Lo que sigue es más o menos lo que dije en la charla que me invitaron a dar en el WordPress Sevilla Meetup el pasado sábado, una historia de la que hablo en este post. Las fotos que ilustran esto no son sólo de esa charla, sino también de las diferentes intervenciones que hubo a lo largo de la jornada, que resumí en ‘Redes y cacharros’. Las notas las podéis leer en Scribd]

Chapas WordPressCuando periodistas o empresarios de la comunicación participan, en representación de sus medios, en sitios como el WordPress Sevilla Meetup, el Evento Blog o cualquier foro que reúna a gente de internet en general, suelen extenderse sobre ideas como que su medio apuesta mucho por la Red, porque es el futuro, que dedican a su división de internet abundantes recursos técnicos, económicos y humanos, que les importa mucho la interacción con los lectores y usuarios porque son parte del medio y cosas por el estilo.

Es posible que eso sea cierto en los medios grandes. No lo sé, nunca he trabajado en uno, sólo en periódicos pequeños. Y en los periódicos pequeños esto no es exactamente así.

La relación que mantienen con internet es complicada. Hay problemas de adaptación desde el punto de vista del medio como empresa y de los periodistas como individuos. Tampoco es idílica la atención que prestan a los contenidos ni a su calidad. Y la relación con sus lectores es, cuanto menos, disfuncional.

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La charla en el WordPress Sevilla Meetup

[Todo esto está dedicado a Contradictorio, por aguantar mis nervios, mis dudas y hasta mis ‘bajonas’ y por aguantarme en general, que no es fácil]

Cuando leí el correo en el que Luis Rull me pedía que diese una charla en la primera edición del WordPress Sevilla Meetup lo primero que sentí fue pánico. Después, empecé a reírme. Luego, pensé que Luis se había equivocado y me había mandado por error un mensaje que obviamente iba dirigido a otra persona que sí estaba capacitada para dar una charla en un foro sobre WordPress. Eso, y que a Luis se le había ido la cabeza.

Chapas WordPressTardé tres días en contestar a su mensaje, tres días en los que di vueltas y más vueltas a dos conceptos: no tengo nada que contar que le puede interesar a nadie (especialmente a la gente que suele ir a este tipo de eventos) y mi legendario pánico a hablar en público, que naturalmente pesaba mucho más que lo anterior.

Sucesivos correos de Luis me fueron tranquilizando un poco sobre ambos puntos, porque me sugirió que hablase sobre mi experiencia profesional como periodista que trabaja en internet (lo de periodista digital nunca me ha gustado nada), para contar cómo es la relación entre las redacciones tradicionales y la Red o los problemas de adaptación al medio y las herramientas que se pueden presentar, o cómo es la relación de los medios con sus lectores / usuarios. También me dijo que el ambiente iba a ser distendido, informal, que iba a ser más una conversación que una ponencia en sí. Y eso ayudó, aunque estuve muy nerviosa durante varios días y mucho más cuando se acercaba la hora de mi actuación (era poco después de la comida, tras la de Pedro Carrillo, y ni que decir tiene que comí casi como una autómata).

Y entonces me puse a pensar qué era lo que quería contar. Y cuando lo tuve claro, empecé a escribir. En realidad no es nada nuevo. Me bastó recordar algunas de las cosas que ya he escrito por aquí sobre la relación entre la prensa e internet y sobre lo que algunos empresarios mediáticos piensan del tema y muchas de las charlas que he tenido sobre el tema con amigos, compañeros y, claro, también con mi santo esposo.

Bajo este párrafo podéis ver el guión (con algunas modificaciones posteriores) que usé durante la charla, por si no queréis profundizar mucho más (si queréis profundizar todavía menos, podéis ver el resumen en la web de la Meetup). Lo que dije en la charla, más alguna ampliación que le he añadido después, para añadir algo de contexto a algunas cosas y desarrollar otras, está en este otro post.

La ‘comodidad’ y el trabajo de los demás

El otro día terminé un tutorial sobre Blogger que he estado publicando en Redes y Cacharros, y compartí en Twitter el enlace a la última entrega:

Poco después recibí esta respuesta de un tipo al que no conozco (empezó a seguirme en mi cuenta pública y, por cortesía, le devolví el seguimiento), con el que sólo he hablado directamente en alguna contada ocasión (para responderle a un texto que escribió criticando a los acampados porque iban cambiando de etiqueta en Twitter (los advenedizos que dicen hashtag como si Twitter no existiesen antes de que ellos llegasen merecen morir, al menos virtualmente) cada dos por tres (tuve que explicarle que es una táctica motivada por los cambios en el algoritmo de Twitter tras el efecto Justin Bieber -por supuesto, pese a ir de experto (otro), nada sabía, ni sabe, ni de Justin Bieber, ni de su efecto, ni de algoritmos. Ignorance is bliss-) y al que dejé de seguir cuando la noche del 22-M soltó una estupidez del calibre: «Pido solemnemente a todos los que me sigan y que hayan votado a Sandokán -Rafael Gómez, un tipo de Córdoba; es una larga historia- que dejen de hacerlo». Yo ni siquiera voto en Córdoba, pero tonterías las justas.

Decía que me respondió:

Como no quería lanzarme a la piscina y acusarle de pretender aprovecharse de mi trabajo sin tenerlo claro (lo de «programar» Blogger es para desfollowearlo -si no lo hubiera hecho ya, claro-), le pregunté:

Y sí, era lo que me temía:

Y entonces se inició algo parecido a una conversación que casi ni merece que la ponga aquí, pero bueno, también me sirve para desahogarme…

(Aunque, obviamente, no me hace ninguna ilusión que un tipo copie y pegue el resultado de mi esfuerzo y lo utilice como propio; imagino que los tutoriales que estoy haciendo se prestan a inspirar a según que individuos, pero que encima te lo digan en tu cara es de tener muy poca vergüenza)

¡Bravo! Su última frase (porque a eso ya ni respondí) es demoledora. Estuve a punto de volver a seguirle sólo para darme el gustazo de dejar de hacerlo, y dando un portazo, pero al final me quedé con las ganas. Probablemente no lo hubiera entendido (tampoco). Por cierto, que un curso de este tipo tiene que ser para verlo. Seguro que, además, está la mar de bien pagado. Asco de vida…

Perlas del periodismo

Me la suda que respondan o no preguntas en las ruedas de prensa. Quien dependa de una rueda de prensa para informar al público tiene muy poco respeto por esta profesión. Lo que faltan son periodistas experimentados en número suficiente en las redacciones. Eso sí que es un drama. Como no habrá coberturas, es sin periodistas.

Rafael Ruiz, un crack al que con total propiedad 
podría aplicársele aquello que dijo Guardiola de Mourinho

Rafa Ruiz ha compartido en su cuenta de Twitter (uno, dos y tres) estas acertadas reflexiones a cuenta del debate que ha surgido en las últimas horas entre los popes del periodismo madrileño sobre si hay que ir o no a ruedas de prensa en las que los políticos no acepten preguntas de los periodistas. No deja de ser un tema interesante, pero sin duda, como dice Rafa, no es ese, ni de lejos, el principal problema que atraviesa la profesión en estos tiempos. Curiosamente uno de los participantes en el debate (nacido en Twitter, por cierto) es el flamante nuevo director de informativos de la Cadena Ser y reciente ex director de El Correo de Andalucía, que por lo visto no se ha enterado de lo que ha pasado esta semana en su ex casa (o le ha dado igual). A lo mejor un día de estos le dedico un artículo para que se pueda poner al día.

Agresivos y faltones

No es sólo que la gente se ampare en el supuesto anonimato que proporciona internet para expresarse, ni para desahogarse, ni para decir lo que no se atreven a decir a la cara. Es todo eso, sí, pero también que hay muchísima gente sin una pizca de educación. Cualquiera que explore (o sufra, como es mi caso) los ríos de comentarios que se vierten en un medio de comunicación con una audiencia significativa se habrá dado cuenta de que se han convertido en un pozo barriobajero de insultos y despropósitos. Hay excepciones, claro, pero cada vez menos, por desgracia. Ya no se conforman con poner a parir a políticos, empresarios y casi cualquier protagonista de cualquier información (muchas veces sin leer siquiera la noticia; les basta con el titular o ver quién es el protagonista para liberar su bilis), sino que también atacan a quien lo escribe, comenta en un sentido opuesto y, en definitiva, a todo el mundo. Una de las ventajas de los comentarios es que te pueden advertir de que has cometido un error para poder rectificarlo. Antes, en un tiempo no tan lejano, los comentarios simplemente te indicaban que te habías equivocado. Lo arreglabas y punto. Hoy ya no es así. La enmienda viene acompañada siempre de cosas como menuda mierda de periódico/información/periodista, ¿a este dónde le han dado el título?, seguro que es un becario; anda, hijo, a ver si la próxima vez te informas un poco mejor porque no has dado una; ¿y este tiene la caradura de llamarse periodista? y lindezas por el estilo.

Y esa plaga, que antes sufríamos sólo en el periódico (me refiero a aquel en el que yo trabajo, que es el que mejor conozco, aunque imagino que no será un fenómeno único) ahora se ha extendido a los blogs. Cuando escribes un blog en un periódico tu audiencia se multiplica, claro, porque estás en un escaparate por el que pasan muchas personas. Pero también lo hacen los maleducados. Últimamente he tenido unos cuantos de estos comentarios en los dos blogs en los que escribo en el periódico. Sé que a otros autores de blogs también les pasa, lo que pasa es que ellos los filtran e impiden que se publiquen. Yo no. Será que soy masoquista. O que me gusta contestarles y defenderme. Si simplemente los dejo sin publicar implícitamente les estoy dando la razón, o eso es al menos lo que creo. Como digo, he tenido unos cuantos comentarios ofensivos últimamente, con varias IP repetidas, todo hay que decirlo, aunque tampoco quiero ponerme conspiranoica.

En un primer momento pensé en hacer un artículo similar al del neotroll, pero esta gente ni siquiera da para eso. No llegan ni a trolls.

El primero que traigo aquí lo he recibido esta misma mañana, en un post en Redes y cacharros sobre los cambios en Spotify. No voy a volver a escribir aquí lo que dije allí, pero el resumen es que no entiendo que la gente lloriquee por las limitaciones a las cuentas gratuitas en lugar de pagar cinco euros al mes o, simplemente, que es lo que yo hice cuando me cansé de los puñeteros anuncios, irse a otro sitio donde no haya que pagar.

Pero no sigo, que me enredo. Este es el comentario:

…A mi también se me ocurren muchas preguntas, y sólo por poner un ejemplo… ¿no había nadie para escribir un artículo como este que utilice Spotify más amenudo? ¿tu eres un fan de series por internet (que te verás muchas) y me criticas a mi por escuchar música con anuncios?… Quizás eso sea lo que no te gusta a ti, los dichosos anuncios… Pero tal vez un artículo de este calado podría haber recaido en una persona con más conocimiento sobre este programa… “Pelahabas!”

Y mi respuesta:

Con todo el respeto, es un programa para escuchar música por internet, no física cuántica, y Spotify no es precisamente un servicio con demasiadas opciones. Es bastante sencillito, la verdad. Además, no sabía que sólo se puede escribir sobre algo si lo usas intensivamente… No te critico, ni a ti ni a nadie, por escuchar música con anuncios. Digo, y repito, porque se ve que no ha quedado claro, que no entiendo cómo alguien que se autoproclama amante de la música aguanta los anuncios en lugar de pagar o, simplemente, irse a otro sitio sin anuncios (en los comentarios se han recomendado unos cuantos). Y para tu información te diré que utilicé mucho Spotify, al principio. Pero tuve que dejar de usarlo. Por cierto, intuyo que el uso del término ‘pelahabas’ pretende ser un insulto. ¿Qué es lo que crees que significa?».

Pero la cosa se pone mejor cuando saltamos a mis artículos sobre Fórmula 1. Estas son algunas de las perlas recibidas en este texto sobre el Gran Premio de Malasia:

Típica basura de un fanático alonsista que no busca información verídica sino que adorna sus prejuicios y complejos como si fueran hechos. Hubiera bastado con decir que el enfrentamiento entre Alonso y Hamilton fue de lo mas emocionante en la carrera y que ninguno de los dos se merecieron una sanción. Lo de meter cizaña a Hamilton esta muy, pero que muy, trillado.

Mi respuesta:

Pasan cosas raras cada vez que él se ve envuelto en un incidente, accidente o como queramos llamarlo. Y siempre sale beneficiado (o alguien más sale perjudicado además de él, como es este caso). Hay unas cuantas normas en el reglamento incluidas gracias a trastadas del piloto de McLaren. Y quien no vea eso, Riccardo, es que está viendo otro Mundial, no tiene demasiada idea de esto o simplemente está cegado por su amor por el inglés. Que cada uno escoja la opción que prefiera. Por cierto, si la tienes, estaré encantada de leer esa ‘información veraz’ que dices que no he buscado. No me importa que consideres lo que escribo una basura (cada uno tiene su opinión), pero sí que me llamen ‘fanática alonsista’ (no es el caso; no soy fanática de nada, y mucho menos de nada que tenga que ver con el deporte) o mentirosa (porque es eso lo que querías decir cuando has aludido a mis supuestos prejuicios y complejos, ¿no?)».

Y otro más en el mismo post:

Basta ja con este chulesco tono de Alonso…y este nacionalismo estupido que consiste en apoyarlo cual que sea su situación…y lo que diga… este piloto no vale el mismo que iba a ser campeón con este constructor…nada…de nada..el tio esta acabado…hay que reconocer que no es, ni mucho menos el mejor.. y hasta..Bruno.

Y mi respuesta:

No sé qué es peor, Bruno, si el nacionalismo estúpido o el antinacionalismo estúpido, porque por desgracia la mayoría de los que atacan a Alonso ahora (no digo que sea tu caso) lo jalearon cuando ganó su primer mundial, ‘porque era español’. Con el segundo ya empezó a ‘cansar’ a muchos de esos ’seguidores’, que directamente ahora lo ponen a parir cada vez que pueden. Puede que meterse con Hamilton esté ya muy visto (será porque siempre da motivos para ello), pero criticar por criticar a Alonso, también».

A esto también aportó Contradictorio su granito de arena, vía chat:

O sea, que yo me entere, que si te gusta Alonso como piloto, aunque seas de Swazilandia, eres un nacionalista estúpido. Y que para comentar hay, sobre todo, que tener bajos conocimientos de ortografía y gramática, ¿no?».

Y yo le contesté:

Sí, ese es el requisito. Viene en las instrucciones para dejar comentarios: «Si escribe correctamente, absténgase de manifestar su opinión; de hecho, márchese de internet, snob de las narices, y póngase a leer uno de esos libros aburridos sin dibujos ni nada que tanto le gustan. Gilipollas».

Pero el peor comentario que he recibido hasta ahora (aunque como va la cosa fijo que llegará otro que lo mejore) fue este, en el post sobre el Gran Premio de Australia, firmado por un tal Carlos. No se llama Carlos, claro, ni su correo es as@asd.com (¿no os cabrean los tipos que ni siquiera se molestan en inventarse una dirección que parezca real?):

Sinceramente, quedas eximida/o de comentar más carreras, lo único que nos ha quedado claro es que eres una trasnochadora, que levantaste tarde y presumiblemente con resaca, y que tu marido hizo nosequé con el dedo, que supongo que se labaría antes de comer porque a saber donde acabó el susodicho. La carrera sin ser magnífica fue bonita, supongo que eres una fanática de Alonso y si no gana la carrera es un toston. Pues bien a mi me encanta Alonso es el mejor de la Parrilla y verlo remontar desde la 9 a la 4 plaz fue bastante para la primera carrera. Ferrari deba de implementar el morro flexible».

Le respondí, claro:

Estimado Carlos, gracias por eximirme (soy una mujer, por cierto, como así indica mi firma) de comentar las carreras, pero creo que lo seguiré haciendo, si no le importa. No es asunto suyo, pero no bebo. Y trasnocho porque salgo tarde de trabajar, normalmente de madrugada, aunque eso tampoco sea asunto suyo. Si no entendió la broma del dedo, lo lamento (lavar es con uve, por cierto). No, no acabó en ninguna parte que precisase un lavado (gracias por interesarse por mi vida privada) pero sí, mi marido se lava siempre las manos antes de comer, y después, aunque esto tampoco sea asunto suyo. La carrera fue un tostón. Esa es mi opinión, tan respetable como la suya, ni más ni menos. No, no soy una fanática de Alonso. Me gusta, sí, y prefiero que gane, pero no mido mi entusiasmo o interés, por suerte, en función de lo que haga Alonso».

Me quedé con las ganas de decirle por dónde podía meterse el morro de Ferrari (no tengo glamour, pero sí clase; desde luego más que este imbécil), pero igual ya lo ha hecho y por eso pide que pongan uno flexible…

Rajoy lo sabía

Si soléis ver los informativos televisivos los fines de semana sabréis que no hay uno solo en el que Mariano Rajoy no tenga un sarao mitinero, estemos o no oficialmente en campaña (llevamos unos siete años en una campaña extraoficial perpetua). Convenciones de su partido, mítines, encuentros con empresarios, jóvenes, parados, cultivadores de remolachas… No hay casi ninguna capital española por la que Rajoy no haya pasado un fin de semana en los últimos meses.

Pero, curiosamente, este fin de semana su agenda está vacía.

Si ayer estuvisteis en España (pero no perdidos en mitad de ninguna montaña ni en coma), sabréis que ayer por la mañana el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, ZP, dijo que no se volverá a presentar a las elecciones, un asunto lo suficientemente relevante como para que el líder de la oposición se pronunciase al respecto.

Pero curiosamente este fin de semana, precisamente este fin de semana, en el que además los socialistas inician oficialmente su precampaña para las autonómicas y municipales de mayo y en el que el PP tenía actos organizados prácticamente por toda España (lamentable, una vez más, Francisco Camps y su euforia al saber que Zapatero no será candidato), Rajoy estaba desaparecido en combate.

La hipótesis de Contradictorio, mi santo esposo, es que Rajoy lo sabía. Sabía qué iba a hacer Zapatero y cuándo lo iba a decir porque el propio presidente se lo había dicho y ha preferido (igual se lo pidió ZP) quitarse de en medio un par de días, no se sabe si por respeto o por miedo (no sería la primera vez que desaparece cuando se produce algún suceso que merecería al menos unas palabritas de un tipo que aspira a presidir el Gobierno de España).

Si hubiese tenido una agenda y la hubiese cancelado podría hablarse con propiedad de miedo (o de un extravío en una montaña e incluso un coma), pero que no la tuviera invita aún más a la sospecha.

La reacción del PP al anuncio, no por previsible menos graciosa, comenzó con un impulsivo tuit de los populares madrileños (elecciones ya), una linea que siguieron todos los que ayer abrieron la boca (¿qué parte de «voy a acabar la legislatura» no entendieron?), mientras en la dirección del partido se reorienta el punto de mira de sus torpedos, que en lugar de dirigirse a Zapatero irán ahora «a por todo el PSOE»,

No tengo intención de votar a ninguno de los dos, pero entre la desorientación de unos y la que se le viene encima a los socialistas, por donde pronto van a empezar a volar los cuchillos como en los viejos tiempos, podemos reírnos bastante. Lástima que a ninguno de los dos partidos les importe un carajo ápice lo que nos pase a España y los españoles.

Perlas del periodismo

«Ofrecer en la Red una versión gratuita, reducida y superficial del diario en papel, actualizada tres o cuatro veces al día, tiene éxito, pero no genera suficientes ingresos».

José Joly, presidente del Grupo Joly.

 

No traigo esta frase aquí porque sea novedoso el hecho de que los diarios digitales no proporcionen a las empresas periodísticas todo el dinero que les gustaría (a lo mejor por eso invierten tan poco en ellos, ¿no?), sino por la descripción de un periódico on line como «una versión gratuita, reducida y superficial del diario en papel, actualizada tres o cuatro veces al día». Se ve que no visita mucho sus propios periódicos, pero su filosofía sobre el tema encaja perfectamente con lo que decía yo por aquí el otro día.