‘Begin Again’

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–Let’s say an album costs ten dollars a unit. The artist gets a dollar. Same in publishing… it’s a buck for a book.

–I think I’m just thinking for this specifically… to get my head around it… Um, I mean, the album, it doesn’t have any overhead, because… we did it. And then distribution, I mean, it’s not gonna go in stores, it’s gonna go online, and publicity would be, what, word of mouth? So I think what I’m wondering is… why do you get nine out of ten of my dollars?

Aunque el diálogo de arriba pertenece a Begin Again, no es una película sobre una artista independiente y su lucha contra las discográficas por abrirse un hueco en el mundo de la música. Tampoco es, por cierto, una historia sobre la música, o sobre el poder de la música, o sobre su efecto en las personas y sus vidas, pese a que todo ello esté también en esta película de John Carney.

Begin Again es, más bien, una historia sobre personas que están perdidas y que en su búsqueda (por encontrarse a sí mismas, por superar una ruptura, por recomponer vidas hechas pedazos, por sobrevivir) se cruzan con otras personas, también perdidas, con las que tienen algo en común: la música. Podría haber sido la pesca de chipirones o el dominó, pero es la música.

La música, junto a la siempre fascinante, apabullante y arrebatadora Nueva York, sirve de marco a la historia de Dan (Mark Ruffalo), un productor musical en horas bajas con ex mujer e hija adolescente (a la que no entiende) y que además coquetea con el alcoholismo, y Greta (Keira Knightley), una joven cantautora con ex novio también músico absorbido por la fama (y otras cosas) que, derrotada (por el amor, la música, Nueva York y la vida en general), sólo desea volver a casa y olvidar.

Así contado, suena tópico y hasta cursi, ¿verdad? Pues Carney (cuya Once aún no he visto) se las apaña para componer un filme hermoso (que no cursi), a ratos divertido y a ratos emotivo, honesto y humano. Y aunque el final de la trama musical no sea sorprendente, sí lo es el de los personajes cuyas historias se entrelazan mientras graban un disco por las calles de Nueva York. No es una película perfecta, ni una obra maestra, pero tampoco es la típica-tópica comedia romántica musical que podría sugerir su campaña publicitaria. Es mucho mejor que eso.

PD: Uno de los eslóganes con los que se anunció esta película decía algo así como “¿Puede una canción salvar una vida?”. No sé si esta canción puede o no salvar a nadie, pero a mí me gusta. En la banda sonora hay otras dos versiones, una más de Adam Levine y otra de Keira Knightley, que interpreta (muy bien, por cierto) otros temas en la película.

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