At the beginning of time the clock struck one
Then dropped the dew and the clock struck two
From the dew grew a tree and the clock struck three
Imagina una guerra.
Imagina que te toca ir a combatir en ella, a luchar en un frente a miles de kilómetros de casa, al otro lado del mundo.
Imagina que pierdes. No la guerra, pero sí la batalla por hacerse con el control de la ciudad en la que estás destacado y tu compañía se rinde al enemigo.
Imagina que ese enemigo no concibe más opciones en un combate que la victoria o la muerte y que desprecia a los que se rinden en lugar de acabar con su vida con honor. No hay honor para ellos en la derrota, y mucho menos en la rendición, así que no te ven como a un ser humano, sino como a un despojo.
Imagina que esos hombres, en lugar de matarte, a ti y a los tuyos, deciden usaros como mano de obra para construir una línea férrea en uno de los lugares más duros del mundo, una línea que incluso los británicos, en pleno esplendor imperial, descartaron porque su construcción habría exigido demasiado a sus trabajadores, esclavos y semiesclavos que ya perecían en masa en el despliegue ferroviario por el resto del Imperio.
Imagina que tienes la suerte de tener conocimientos de ingeniería y electrónica y con ello te libras de lo peor, de excavar hasta la muerte entre bosques y rocas.
Imagina que se te acaba la suerte y te pillan haciendo algo que a tus carceleros no les gusta. Y te castigan.
Imagina que durante mucho tiempo, tanto que no aciertas a precisarlo, te torturan. Tanto y de tantas y diversas formas, tan humillantes, que jamás serás capaz de contarle a nadie qué te pasó, qué te hicieron en aquella habitación. Pero no podrás olvidarlo. Décadas después, seguirán apareciendo en tus sueños, protagonizando tus pesadillas, aquella habitación y aquellos hombres que te arruinaron la vida.
Imagina que mucho tiempo después alguien te cuenta qué ha sido de tu principal torturador, dónde está ahora y cómo encontrarle.
¿Irías a buscarle? ¿Y qué harías cuando le tuvieras delante?
The tree made a door and the clock struck four
Man came alive and the clock struck five
Count not, waste not the years on the clock
Behold I stand at the door and knock.
A esa pregunta se enfrenta Colin Firth en la película The Railway Man (Un largo viaje en España), que dirige Jonathan Teplitzky y adapta las memorias de Eric Lomax, soldado británico que cayó en manos de los japoneses en Singapur durante la Segunda Guerra Mundial y en cuyo libro aparece el poema The clock of man, que he ido insertando más arriba y tiene un papel destacado en la película.
A Firth le acompañan Nicole Kidman, como la mujer que enamora a quien hasta entonces no había sido capaz de amar a nadie (el relato del inicio de su relación, desde su primer encuentro a bordo de un tren, es maravilloso) pero no consigue ahuyentar sus pesadillas, y Stellan Skarsgård, compañero durante la caída de Singapur y que, como el propio Lomax, tampoco es capaz de hablar de lo que pasó (son curiosos los encuentros de los veteranos que aparecen en el filme; en lugar de contar batallitas, como uno podría imaginar, se limitan a compartir un pesado silencio).
¿Qué hace Colin Firth cuando encuentra a su demonio (interpretado por Hiroyuki Sanada)? Para saberlo vais a tener que ver la película, algo que desde aquí os recomendamos. Sin destripar nada más (lo de arriba lo cuenta ya más o menos el tráiler, que aun así es bastante tramposo), diremos que no es una simple historia de venganza, sino un relato (a ratos hermoso, a ratos muy duro y siempre muy emotivo) sobre las cicatrices (las invisibles son con frecuencia peores que las visibles) que deja la guerra, tanto en un bando como en el otro. También diremos que Colin Firth está magnífico, aunque eso no sea una sorpresa.
Cuando el ejército estadounidense encargó a la antropóloga Ruth Benedict un estudio sobre la sociedad japonesa (más tarde publicado bajo el título ‘El Crisantemo y la Espada’), una de las cosas que querían averiguar era por qué los japoneses eran tan sumamente crueles con los rendidos. Lo del Pacífico no sólo fue un conflicto bélico, también fue un conflicto cultural de proporciones terribles. Muchas ganas de ver esta peli de la que no sabía nada!
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Tampoco sabía yo que habían encargado un estudio sobre el tema. Lo buscaré, muchas gracias por aportar el punto de vista de un experto en el mundo japonés 😉
La película es más una historia individual que un análisis amplio de esa crueldad de los japoneses, aunque da una idea de su magnitud. Espero que te guste si finalmente decides verla. Saludos 🙂
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Hombre, lo de experto me viene muy grande, pero gracias por tu voto de confianza, jeje. Y ‘El Crisantemo y la Espada’ no es que sea lo más entretenido (es todo lo entretenido que puede ser un ensayo antropológico), pero es el libro básico de divulgación de cualquier que quiera aproximarse a la cultura y mentalidad colectiva japonesa (desde un punto de vista occidental, claro). En España lo reeditan cada poco.
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No creo que la palabra experto te venga grande. Me he leído este verano una novela que da buena fe de ello 😉 Buscaré el libro, porque me ha llamado la atención. Lo de que sea desde un punto de vista occidental se ajusta perfectamente a mi perfil de lector, jeje.
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