‘American Hustle’

Aunque el cine como arte sea mucho más que una disciplina meramente narrativa, debo admitir que cuando me siento a ver una película espero que me cuenten una historia. A ser posible, una que me interese, que me entretenga y que, mientras dure, me haga olvidarme de todo lo demás. Si a la media hora me estoy empezando a fijar en todas las cosas que no me están gustando (12 años de esclavitud) o si a la mitad me estoy preguntando por qué no hacen más que repetirse una y otra vez secuencias sin que la cosa avance (El lobo de Wall Street) ya sé que, salvo milagrosa recuperación en el último acto, mi impresión final no va a ser buena.

Nada de eso me pasó con American Hustle (*). Tampoco, como sí me ocurrió con Her, miré en ningún momento cuánto quedaba porque me estaba empezando a aburrir.

(Una de las ventajas de no hacer ya información cinematográfica es que puedo, a veces, ver una película sin tener ni la más remota idea de qué es lo que estoy a punto de ver. Si tampoco tú, hipotético lector, quieres saber nada de ella antes de verla, para de leer aquí. Y tampoco veas el tráiler)

En nuestra particular carrera hacia los Oscar, hasta ahora hemos visto cinco de las nominadas en la categoría de Mejor Película: 12 años de esclavitud (nueve candidaturas en total), El lobo de Wall Street (cinco nominaciones), American Hustle (diez), Her (cinco) y Gravity (diez candidaturas). Y, por ahora, American Hustle es, de lejos, la que más nos ha gustado. ¿Significa eso que se merece las diez nominaciones y llevarse el 2 de marzo un puñado de premios? No lo sé. ¿Que es la mejor película del año? Tampoco lo sé. Lo que sí sé es que durante las dos horas y pico que dura no me aburrí, ni me pregunté cuánto faltaba para que acabase ni me fui fijando en todas las cosas que no me estaban gustando. No es una obra maestra, ni una película perfecta, pero lo pasamos bien viéndola. Y eso, para nosotros, ya es un gran punto a favor.

Admito que el subgénero de las estafas me encanta, siempre que el engaño sea elaborado (una cosa es que me engañen y otra que me tomen por tonta) y esté bien planificado y ejecutado, así que esta película ya tiene conmigo mucho ganado.

Y me terminó de ganar cuando escuché que su banda sonora incluía una de mis canciones favoritas de siempre. Y no de forma paródica, o con ese alejamiento irónico propio de posmodernos y gentuza diversa. No. En la película sale Delilah como debe ser: con personas serias (señores adultos bien trajeados) cantándola a voz en grito borrachos en un bar (**).

Debilidades personales al margen, American Hustle me gustó, me entretuvo lo que contaba, me interesó la forma en que lo contaba y me gustó mucho el cuarteto protagonista (Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams y Jennifer Lawrence).

Sin embargo, no es perfecta. Algunos pasajes pueden resultar algo confusos y no termino de entender la (¿fascinante?, ¿desconcertante?) ingeniería capilar de los dos protagonistas masculinos (Bale con sus postizos y Cooper con sus pequeños rulos). Los problemas de ambos bien podrían ser una metáfora de sus inseguridades y de su desesperada lucha por convertirse en ese personaje que han creado; en definitiva, en otra persona que les permita escapar de todo, también de ellos mismos (no en vano el personaje masculino más seguro de sí mismo —Jeremy Renner— es el que tiene mejor pelo), pero también podrían, como los generosos (por decir algo) escotes con los que se pasea Amy Adams por toda la película, no ser más que una distracción, para que mantengamos los ojos ocupados en seguir los movimientos de la mano derecha y que no veamos qué hace la izquierda.

No sé si David O. Russell pretendía lo primero o lo segundo. Sea lo que sea, conmigo ha funcionado.

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(*) ¿Por qué en la traducción se escoge el hiperbólico La gran estafa americana en lugar del más apropiado Una estafa americana? No sé ni por qué me sigo preguntando estas cosas…

(**) Mucha gente de mi edad (y más jóvenes) seguro que conoció a Tom Jones cuando lo vio en El Príncipe de Bel Air. Yo lo reconocí. Fue mi madre la que me lo presentó mucho tiempo antes, cuando me ponía los discos que ella escuchaba cuando era más joven. En su colección había muchos singles, y uno de ellos era el de Delilah. Que, al igual que What’s new, Pussycat, hay que cantar a voz en grito. El alcohol es opcional.

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