‘El lobo de Wall Street’

Breve sinopsis: Película basada en la historia real de Jordan Belfort, un joven que hace realidad su sueño de convertirse en broker en Wall Street y funda una exitosa y desquiciada compañía cuyos excesos no tardan en llamar la atención del FBI.   

Me ha salido una sinopsis ciertamente breve, pero si añadimos que al final al protagonista lo juzgan y condenan a una pena ridícula porque delata a todos sus compañeros y al salir de la cárcel se reinventa como profesor de cursos de liderazgo (una cosa de coaching de ésas), casi he resumido completa la película. Bueno, en realidad no. Faltan las fiestas salvajes, las muchas prostitutas, las toneladas de droga y los discursos motivacionales del protagonista a sus empleados. Y poco más hay que contar.

Entonces, ¿de qué va El lobo de Wall Street? ¿Es una historia de redención, en la que el protagonista al final paga por sus excesos? ¿Una policiaca, sobre la investigación del FBI? ¿Una judicial, sobre el proceso? ¿Una de antagonismo entre Jordan Belfort y el agente que le investiga? ¿Una de superación personal? ¿Una de sueño americano? ¿Una de amor o de amistad? ¿Un retrato sobre Wall Street? ¿Una fábula sobre la corrupción y la podredumbre moral de la sociedad en la que vivimos?

Pues no. Ninguna de las anteriores. O sí, tal vez todas ellas. La verdad es que no tengo claro qué es lo que Martin Scorsese quería contar. Lo que sí tengo claro es que le ha salido una especie de Casino (pero mucho, mucho peor), con detalles de Wall Street (también peor) y toques de Atrápame si puedes (mucho peor).

Hace unos días, Carlos Colón terminaba así su crítica en los diarios del Grupo Joly sobre la película, que ensalzaba a lo largo de los seis párrafos anteriores y puntuaba con cuatro estrellas:

«Sólo un reparo, pero grave: cuando termina, y cesa el encantamiento, podríamos preguntarnos si nos ha cegado el brillo de la pirotécnica visual y si hacían falta tres horas para contarnos lo que se nos ha contado y mostrarnos lo que se nos ha mostrado».

Mi problema es que no necesité que terminase la película para plantearme eso. A medio metraje ya me estaba preguntando cuándo demonios iba a pasar algo. Sí, la primera parte me gustó, es alocada, trepidante y divertida, pero tras hora y pico de drogas, prostitutas y fiestas disparatadas, tenía ya bastante claro cómo era la vida de este Jordan Belfort. Y tras el primer discurso mesiánico a sus empleados también sabía ya cómo dirigía su compañía y motivaba a quienes trabajaban para él. Pero aún quedaba otra hora y pico más de todo eso. Más drogas, más prostitutas (*), más fiestas, más discursos, en un in crescendo que parece no tener fin (a todo esto, ¿lo del barco? ¿A qué demonios venía eso?).

Casi como si necesitase poner fin a tanto desenfreno, o tal vez recordando de repente que en esa historia real en la que está basada la película hay una investigación del FBI, Scorsese pone en escena a un agente (Kyle Chandler) para perseguir a su protagonista. Pero, como decía, ésta no es una historia de antagonismo entre el protagonista y su perseguidor, ni tampoco una policiaca o judicial, así que lo que podría haber sido una subtrama (o incluso trama) interesante se queda en unas pinceladas cuya única función es echar el freno a esta montaña rusa.

En mi caso, me quedé con ganas de saber más de la investigación, de saber más del policía, de ver más de Wall Street aparte del circo de la empresa de Belfort… En definitiva, eché en falta más sustancia, más historia, más evolución de personajes, más reflexión… Más algo. [Sin ir más lejos, me habría gustado ver en pantalla algunas de las acertadas reflexiones que apunta Paco Casado (devuelta) en su crítica. A él le ha gustado mucho.]

Pero se ve que a Scorsese, como dice mi marido, no le interesaban ni el policía, ni la investigación, ni nada más aparte de las fiestas, las prostitutas y las drogas. Y, en mi opinión, no hacían falta tres horas para eso.

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(*) Que conste que en esta casa no tenemos problema con ver drogas, fiestas y prostitutas en pantalla, que nadie nos tome por puritanos. No es ése el problema de la película. De hecho, mi marido apuntó, aprobándolo, algo así como «hay que ver que todas las tías que salen en la peli están buenas» y, sobre Margot Robbie, la actriz que encarna a la segunda esposa del protagonista, destacó que «es criminal (mucho énfasis en eso de ‘criminal’) lo buena que está.

4 comentarios sobre “‘El lobo de Wall Street’

  1. No me he leído el libro, así que no puedo comparar, pero la verdad es que la película cuenta más bien poco… Me apunto la recomendación para echarle un ojo al libro. Gracias por el comentario y un saludo.

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  2. Oiga, oiga, ¿y el cartelito de 'ojo, spoilers en el siguiente párrafo'? Aparte de eso, me alegro de que vuelvas a escribir sobre cine (si es que alguna vez dejaste de hacerlo). La pena es que el blog no se puede maquetar 😉

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  3. Ups, me olvidé de ponerlo, lo siento. Espero no haberte fastidiado mucho.

    Gracias por alegrarte. Ya sabes cómo soy, voy por rachas, pero me sigue gustando escribir de cine, aunque era más divertido hacerlo con maquetas, sobre todo cuando me las hacías tú 🙂

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