Protegí mi cuenta de Twitter el día que mi jefe empezó a seguirme desde las cuentas de todos los periódicos del grupo en el que trabajo. Iba a hacerlo con todos los redactores que tenían Twitter, me dijo. Le respondí que no me gustaba. “¿Tienes algo que ocultar?”, preguntó. Le dije que no, que no tenía nada que ocultar, pero que mi cuenta de Twitter formaba parte, al igual que este blog y la mayor parte de lo que hago en la Red, de mi vida personal, no de la profesional, y que quiero, en la medida de lo posible, mantener ambas separadas. “Bueno, no hay mucho que puedas hacer al respecto”, replicó. Volví a mi sitio, cerré mi cuenta y bloqueé a todos los seguidores no deseados.
Hace un tiempo, no recuerdo si fue el Wall Street Journal o el Washington Post el que obligó a sus redactores a hablar siempre, no importaba la plataforma que utilizasen o si lo hacían o no en su tiempo laboral, en nombre del periódico para el que trabajaban. Eso les impedía manifestar opiniones personales (políticas, religiosas y hasta deportivas) en general, particularmente si contravenían la línea editorial del diario.
Entiendo que en determinados casos debes tener cuidado con ciertas cosas porque quienes busquen atacar a tu medio (u organización o lo que sea) lo harán a través de ti si pueden (el caso Vigalondo es un ejemplo de esto), pero esa política me parece una imperdonable intromisión en la vida privada de dichos redactores, porque implica que pertenecen al medio y que no tienen otra voz que la que él les presta, y eso es un disparate, especialmente en los tiempos que corren, en los que afortunadamente los medios oficiales no tienen ya el monopolio de la información, la opinión y, en general, de la esfera pública.
A mí no me dijeron nada de esto, pero inevitablemente que tu jefe o tu empresa siga una cuenta que usas sobre todo de modo personal no es a priori agradable. Ni a mi jefe ni a mi empresa le importa de qué equipo de fútbol soy, si me estoy descargando una serie, si voy a hacer la compra o si estoy compartiendo tonterías con cualquier amigo. No es asunto suyo y no quiero que lo sea, por mucho que haya quien piense que tengo algo que ocultar.
Sin embargo, un tiempo después admití que, siendo una periodista que trabaja en un medio digital y que escribe un blog sobre tecnología, igual era una buena idea que la gente pudiese encontrarme en Twitter, así que decidí abrirme otra cuenta, esta con mi nombre real (bueno, más o menos), con una biografía profesional y con un perfil también más oficial, por así decirlo, y con la foto de arriba, que mi santo esposo le hizo a un puesto de fruta en el Fisherman’s Wharf de San Francisco. Aún no sé qué uso le voy a dar ni si escribiré tan poco en esta como en la otra, porque aunque suelo entrar a diario, varias veces al día, me gusta más leer que escribir. Igual que en la vida real.
Entiendo tu punto de vista pero no entiendo el suyo de seguirte. Entiendo, sí, que pueden atacar un medio de comunicación a través de sus trabajadores. Creo que la solución era esa, dos perfiles. Yo tengo dos direcciones de email por algo parecido. Pero sí, sigo sin entender que tuviera que seguir a todos y la pregunta de si tienes algo que ocultar. Que no se tomen confianzas que no proceden, porque tu vida privada si te place la ocultas en el trabajo, faltaría más, es ya el colmo. Es como si aparte de en el museo, me ponen cámaras en el salón de mi casa.
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Exacto, pero ese concepto tan simple le cuesta mucho a determinadas personas entenderlo, así que habrá que mantenerlas a raya 😉
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En tal dilema me encuentro yo ahora. Pero vaya, que no sé de qué nos extrañamos ninguno: ¿no había quedado ya lo suficientemente claro que, si pudieran, los Dueños de Todo Esto nos ponían a teclear con grilletes e instauraban el derecho de pernada?
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Tienes toda la razón: lo harían si pudiesen (¿seguro que no pueden?). Es difícil controlar lo que pueden saber de nosotras, pero al menos sí es posible acotarlo un poco. Eso es al menos lo que intento. De todas formas, que nos consideren criaturas insignificantes indignas de su atención también ayuda 😉
PD: Me encantó verte, por cierto 😀
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😀 A mí tb me encantó verte. Recuperando posiciones!
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Eso, eso. Pero tenemos que organizar una quedada gaditana en condiciones 😛
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