Se sabía que esto iba a pasar. Por qué no hice huelga (II)

Aunque más bien sería algo tal que: conociendo a estos sindicatos y a su segura lectura del éxito de su convocatoria, mejor me quedo en casa. A pesar de la complejidad intrínseca del asunto, hay partes que son realmente simples:

1.- Cuando unos portavoces sindicales hacen a las diez de la mañana un análisis del seguimiento de la huelga general y dan cifras sobre el mismo basándose sólo en las grandes industrias y en los paros nocturnos, algo falla.

2.- Si además no tienen en cuenta a la hora de elaborar sus cifras a todos los trabajadores que ocupan su puesto después de las susodichas diez de la mañana, algo sigue fallando.

3.- Si para hacer un análisis del «éxito» de la huelga general, uno de los portavoces sindicalistas afirma que para hacerlo se han basado en extrapolaciones de datos a partir de las cifras de participación nocturna en el paro de las grandes industrias aplicadas a todos los demás sectores, se mezclan peras con manzanas y, claro, la cosa sigue fallando.

4.- Si se discrimina a la hora del estudio de los datos del paro general a los grandes motores de la economía española, léase pequeñas y medianas empresas, digamos que el estudio es, como mínimo, parcial a la par que injusto por meter en el mismo saco a personas que, quizás, no hicieron huelga por las razones que fueran. El fallo crece.

5.- Si las cifras se presentan a las diez de la mañana se corre el peligro de no incluir (punto 1) a los comercios que abren desde esa hora (la gran mayoría) y, por ejemplo, a los trabajadores que trabajan por la tarde, ergo la parcialidad de las cifras es sospechosa. Me reitero, más fallos.

6.- Esto además se ve reflejado en el hecho de que, con Sevilla como ejemplo, la inmensa mayoría de los comercios y locales de restauración del centro de la ciudad, y sospecho que de toda la ciudad, abrieron sus puertas, desoyendo a los sindicatos, y sólo las cerraron cuando comenzó la famélica manifestación (recordemos que tuvo menos seguimiento que la que se hizo el año pasado contra Lopera) por el centro, seguramente por miedo a represalias. Una vez pasó la comitiva rosa, me niego a darles el título de rojos a estos sindicatos ‘light’, volvieron a abrir al público sin prestar atención a los piquetes. Sintomático de un fracaso evidente de la convocatoria.

En definitiva, una huelga patética, convocada con dos años de retraso (más los tres meses veraniegos), con una participación discutible y una actitud de muchos de los piquetes, amparada por los sindicatos, digna de ser llevada a un juzgado de guardia. Una pena que, al final, seamos los trabajadores los que debemos pagar el pato de un gobierno que parece no tener rumbo, una oposición que, ni de lejos, representa una alternativa creíble y unos representantes sindicales débiles que se mostraron complacientes con un gobierno bajo el que se perdieron 100.000 puestos de trabajo mensuales durante casi dos años y, ahora, esperan a que rectifique según sus gustos para posar, llegado el momento, en la puerta de La Moncloa. Eso sí, sin corbata, que eso es de derechas.

PD: La primera parte de estas humildes reflexiones las podéis encontrar aquí.

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