Las visiones de H. G. Wells

[Y otro reportaje reciclado más, este publicado con motivo del estreno de la versión de Spielberg de La guerra de los mundos. Aunque parezca que seguimos de vacaciones, ya hemos vuelto de nuestro periplo californiano -tanto, que incluso estamos de nuevo en el curro, puaj-, aunque antes de escribir nada al respecto tengo que poner en orden fotos y alguna cosilla más. Sólo diré por ahora que sobrevivimos a Las Vegas y a la Comic-Con. Os dejo con el señor Wells. Espero que os guste]

El 30 de octubre de 1938 Orson Welles comenzó junto a su compañía una sesión más del programa de radio en el que representaba piezas teatrales clásicas. Pero ésa iba a ser una emisión especial. Después de una breve presentación, Welles comenzó a declamar, con tono dramático, los primeros pasajes de la novela de H. G. Wells La guerra de los mundos, que arranca cuestionando la teórica superioridad del ser humano, para mostrar a continuación a la Tierra como objetivo prioritario de los marcianos para expandir su civilización e iniciar la narración de la primera invasión alienígena del planeta.

Aunque al principio se advertía de que se trataba solamente de una ficción, lo cierto es que fueron pocos los que escucharon esa introducción. El formato escogido –un programa musical interrumpido por avances informativos–, unido a la verosimilitud que imprimieron a la narración los actores de la compañía de Welles –que describían con precisión cada uno de los ataques de los extraterrestres y sus devastadores efectos sobre Nueva Jersey, escenario de la invasión– desató el pánico entre los ingenuos radioyentes, que, poco acostumbrados aún al poder de los medios de comunicación, creyeron que había comenzado el fin de la humanidad.

A pesar de que Welles hubo de disculparse ante los espectadores por haberlos engañado, la travesura le catapultó a la fama y le puso en bandeja un contrato con RKO que le permitió rodar su primera obra maestra, Ciudadano Kane. No fueron los únicos que se rindieron ante el talento del inminente realizador. El propio H. G. Wells tuvo oportunidad de comentar con él la repercusión del evento, gracias a uno de esos giros del destino que llevó al escritor a preguntar una dirección, cuando se encontraba de viaje por EEUU, a un desconocido que resultó ser Orson Welles y que no sólo resolvió su duda, sino que compartió con él el resto del día.

H. G. Wells (1866-1946) llegó a la literatura relativamente tarde. Después de haber pasado por oficios como la contabilidad y el periodismo, a partir de 1895 se dedica por completo a la literatura, configurando una trayectoria en la que se entrelazaban reflexiones políticas y novelas de ciencia ficción (o de fantasía ficción, según algunos críticos) que le convirtieron en uno de los escritores y pensadores más singulares y prestigiosos del pasado siglo XX.

Aunque Las cosas del futuro, Kipps o La historia de Mr. Polly han sido llevadas a la pantalla grande, las adaptaciones más conocidas de la obra de Wells al celuloide se concentran en cuatro títulos: La máquina del tiempo, El hombre invisible, La guerra de los mundos y La isla del doctor Moreau.

Sin duda, una de las más populares es la que filmó en 1960 George Pal a partir de La máquina del tiempo (El tiempo en sus manos), con Rod Taylor en el papel del alter ego del escritor, George, que construye un artefacto que le permite desplazarse miles de años (sigue siendo difícil de superar el hallazgo visual de los maniquíes y sus atuendos para mostrar el vertiginoso avance del tiempo), hasta llegar a un futuro diametralmente opuesto a la civilización ultratecnificada que esperaba encontrar. En ese mundo sólo sobreviven dos razas enemigas, los Eloi, apolíneos y sosos rubitos que dedican su tiempo (el libre y el ocupado) a cantar y bailar, y los malvados Morlocks, cuya principal ocupación es devorar a los anteriores.

A pesar de la inicial fascinación por esos seres que parecen haber regresado, como si estuviesen en un bucle, a la Prehistoria, pronto el inventor monta en cólera contra los Eloi, recordándoles que millones de hombres, a lo largo de la historia de la humanidad, han entregado su vida por alcanzar sus sueños, y todo para que estos futuristas querubines puedan cantar, bailar y nadar. La máquina del tiempo ha sido llevada a televisión en 1949 y 1978 y al cine en otras dos ocasiones, en 1992 (una cinta india dirigida por Shekhar Kapur) y en 2002 (con Guy Pearce y firmada por Simon Wells, descendiente del escritor).

Las versiones, la mayoría de ellas televisivas, de El hombre invisible sobrepasan la decena, desde la obra maestra de James Whale (1933), con Claude Rains, hasta frivolidades como Abbott y Costello conocen al hombre invisible (1951), pasando por títulos que sólo recuperan a los protagonistas o versiones libres como El hombre sin sombra (2000).

La versión de Spielberg fue la segunda adaptación al cine de La guerra de los mundos (la otra la firmó en 1953 Byron Haskin), que sólo ha conocido otras dos aproximaciones: una televisiva de 1988 y otra de Timothy Hines que fue directa a DVD.

Si en La máquina del tiempo Wells reflexionaba sobre la ciencia, la política y el futuro, en El hombre invisible sobre los peligros del poder y en La guerra de los mundos trataba de bajar los humos a los seres humanos, demasiado convencidos de su invulnerabilidad, en La isla del doctor Moreau (publicada en 1896) se atrevía con la clonación. Ésta es una de las historias más oscuras de Wells, y también una de las menos populares. Quizás ese rasgo se haya contagiado a sus adaptaciones al celuloide, al que ha sido llevada solamente en tres ocasiones: en 1932, dirigida por Erle C. Kenton y protagonizada por Charles Laughton; en 1977, firmada por Don Taylor y con Burt Lancaster, y en 1996, con Marlon Brando y John Frankenheimer tras la cámara.

El cine no se ha servido de H. G. Wells solamente como fuente de inspiración. En alguna ocasión incluso lo ha fichado como personaje, la última de ellas en la serie Warehouse 13 (que aprovecho para recomendar, si es que no la estáis viendo ya), aunque con un aspecto algo diferente al que conocemos… Ya en 1979 Nicholas Meyer dirigió Los pasajeros del tiempo, en la que un Wells interpretado por Malcolm McDowell debía viajar al futuro, a los 70, para capturar a Jack el Destripador, que había hecho uso de su máquina del tiempo para eludir la ley. En ese viaje, el escritor contempla maravillado cómo ha cambiado la sociedad británica en sólo unas décadas, una evolución que prosiguió hasta el comienzo de este siglo XXI, en el que sigue siendo posible un futuro como el de los Eloi o un ataque de alienígenas invasores.

3 comentarios sobre “Las visiones de H. G. Wells

  1. Hola, soy David 🙂 Quizás me hayas visto posteando en el blog de El Invitado de Invierno. Interesante reportaje reciclado, pero lo importante: ¿has estado en la Comic-Con? Eso que merece toda una entrada ¿no?

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  2. Hola, David. Gracias por la visita y el comentario. Sí, te conozco de 'El invitado de invierno' y también por haber paseado por tus blogs de vez en cuando, aunque nunca haya dejado huella (sorry).

    La Comic-Con no merece una entrada, sino dos, una a modo de guía de supervivencia y otra contando lo que pasa cuando no tienes esa guía, que es lo que nos pasó a nosotros, que pagamos la novatada 😛 Pero aun así no me quejo. Ha sido una experiencia interesante. A ver si me animo y escribo, entre 'San Eustaquio' y aquí, eso y el resto del viaje, jeje.

    Un saludo!

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