Admito que mi estado de ánimo no era el más idóneo para ir a este tipo de saraos, y que el hecho de que me cueste tanto hablar con extraños es culpa mía, y no de la organización, pero el caso es que este EBE me ha dejado un sabor agridulce.
Este era nuestro tercer Evento Blog, y como en los anteriores llegamos con la intención de escuchar, ver, aprender y conocer cosas, gente y blogs sobre los que nada sabíamos y otros sobre los que nos gustaría saber más. Pero no ha habido demasiada novedad. Ya ocurrió el año pasado, y este año no ha hecho sino hacerse aún más evidente. Apenas hay blogs en el Evento Blog (todo es Twitter, Facebook, Tuenti y demás) y apenas hay personas, porque la gran parte de las charlas/ponencias/mesas redondas/presentaciones se dirigen a empresas, empresarios y emprendedores, y no a personas de carne y hueso, a gente que nada sabe (ni quiere saber) de SEOs, networking, community managers, netmarketing y palabros por el estilo, que no aspiran a convertirse en gurús y que sólo quieren un blog apañadito en el que contar sus cosas, lo mejor que pueden o saben hacerlo. Quizás sería buena idea impartir talleres de iniciación, o perfeccionamiento, o lo que sea, por si alguien se acerca en busca de iluminación. (Berta, una de las estrellas involuntarias de este EBE, ya llegó sabiendo, por suerte para ella).
No se habla de blogs, ni de autores de blogs, y cuando se hace es para repetir obviedades y vaguedades con un ánimo tan soporífero que dormía hasta a los sentados a la mesa redonda que se suponía debía analizar El estado de la blogosfera.
No sé si es o no culpa de la organización, que no eligió bien a algunos de los ponentes o que no les guió, o si es simplemente fallo de los presuntos expertos, pero este año ha habido poca chicha en el EBE (Maikelnai o Mi mesa cojea son algunos de los que insisten en que lo mejor está fuera, en las cafeterías y sobre todo en los bares, pero como decía más arriba, soy incapaz de acercarme a un extraño para incordiarle, a lo que se une mi escasa predisposición al jolgorio nocturno y que algunos de los que sí quería conocer no han venido).
Desde la supuesta conferencia inaugural, que fue en realidad una tediosa presentación publicitaria de Tuenti (al menos aprendí que no significa veinte, sino tu entidad; no sé qué es peor, la verdad), hasta la homilía con que Gumersindo Lafuente (padre del difunto Soitu) cerró el EBE (si va a leer, al menos que aprenda a hacerlo; además, ni creo que el EBE sea el foro adecuado para lanzar una arenga en favor del periodismo independiente e insuflar energía y vocación a periodistas y aspirantes ni estoy de acuerdo con su discurso demagógico y totalmente alejado de la realidad en la que la mayoría ejercemos), la programación, al menos a la que asistí, porque me perdí algunas cosas, me pareció bastante aburrida.
En esa percepción sin duda influyó el hecho de que el wi-fi apenas funcionase. Sólo conseguí conectarme una vez, y tan a pedales que guardé el portátil en la mochila y apenas lo volví a sacar. Con un wi-fi decente (Jazztel lo hizo bien el año pasado, pero este no) habrían sido más soportables las sesiones de las que hablaba más arriba y otras como la de los nativos digitales (que me llamasen inmigrante digital –aka: vieja- por haber nacido antes de 1980 me tocó profundamente la moral), la web en tiempo real o la de Paloma Llaneza sobre el apocalipsis el peligro de ceder nuestros datos sin ton ni son).
Sí me gustó la presentación, charla o como queramos llamarlo de David Karp sobre Tumblr (herramienta cuya existencia ignoraba hasta el momento algún aspirante a gurú al que no le da ningún apuro besar cuantos culos sea necesario hablar con desconocidos ni perseguirlos acompañarlos en las sesiones nocturnas), porque explicó qué es, para qué sirve y cómo funciona con esa facilidad que tienen los verdaderos gurús para venderte algo sin que te enteres de que te lo están vendiendo. Que conste que es un elogio, y no una crítica.
También se ha comentado mucho este año la escasez de la bolsa de regalos y, sobre todo, que no hubiese en ella ningún regalo de Microsoft (aún me acuerdo cuando hace dos años los obsequiados se afanaban en quitarle el logo bordado que llevaba la mochila y cómo hace uno se negaron a dar sus datos a la compañía a cambio de un ratón monísimo; «mis datos valen más que un ratón», decía alguno). Los regalos siempre se agradecen pero, en primer lugar, no creo que el objetivo de ir al EBE sea trincar y, en segundo, prefiero que lo patrocinen para que no nos cueste nada ir a que nos den cosas por las que sí estemos pagando.
No sé si el año que viene iré (ahora diría que no, pero al final probablemente vaya), pero desde luego no lo haré con la misma ilusión ni las mismas ganas.
Como siempre, la compañía fue lo mejor del EBE.
Pese a tanta negatividad, no todo en el EBE ha sido malo. De hecho, hay mucha gente que lo pasó muy bien, y por eso, en mi nombre y en el suyo, quiero agradecer a los tres organizadores (José Luis Antúnez, Luis Rull y Benito Castro) el curro que se han pegado un año más. También quiero agradecer a las dos azafatas del stand de Sony que durante tres días estrujaron a fondo su Nespresso para darnos café y a Turrones y dulces, que trajeron al EBE el que probablemente sea el dulce definitivo: mazapán relleno de chocolate.
No se, es que a mi esto del EBE nunca me ha llamado la atención, me dan una pereza terrible los gurus que pululan por alli.
Saludetes.
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A mí antes me daban simplemente igual, pero están empezando a molestarme no sólo los gurús, sino las diversas camarillas.
Curiosamente me refería a gente como tú cuando decía lo de personas a las que sí me apetece conocer, pero otra vez será 😉
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AMÉN!!
Lo mejor del EBE, estar con gente como vosotros.
Lo peor escuchar a un tío que ni me sonaba hablar de algo llamado soitu que le fue mal.
Lo de siempre, él será muy importante, pero para la mayoría es mucho más importante su propio blog de 60 visitas al día y los otros 20 que lee diariamente de gente igual.
Un abrazo.
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Totalmente de acuerdo contigo, Gargon. En el EBE sólo se habla y hace caso a los ombligos famosos, pero todos nuestros ombligos también tienen derecho a que les hagan caso 😛
Otro abrazo para ti. Nos encantó volver a veros 😀
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