Como mi abuelo, Carlos Castilla del Pino nació en 1922. Tampoco él ha llegado a cumplir los 87 años. Psiquiatra, escritor, humanista, académico de la Lengua… Se zambulló en casi todos los campos intelectuales y en todos ellos destacó. A estas horas hay muchos, en diversos medios de comunicación, glosando sus muchos méritos profesionales y personales, así que me conformaré con agradecerle que me abriese las puertas de su casa y me dejase escuchar sólo una ínfima parte de lo que a tantos ha enseñado a lo largo de tantos años. Fue un privilegio. Descanse en paz.
Como mi abuelo, Castilla del Pino tenía una memoria prodigiosa. Y también era un buen contador de historias. A mí me ha dejado la noticia entristecida, porque cada vez veo más claro que las entrevistas con las que más disfruté y más aprendí no podrán volver a repetirse. Qué lástima que los genios tengan que morirse…
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A mí también me queda esa sensación, pero además pienso que lo mejor que podría haber hecho en esta profesión ya ha pasado y no volverá.
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