Ya había hecho bastantes cosas antes (incluso había participado en la aclamada -no es mi caso- Blade Runner), pero a mediados de los 80 Edward James Olmos se convirtió en el teniente Castillo. Sus andanzas con Sonny Crocket y Ricardo Tubbs le dieron la fama pero también una losa que le ha perseguido durante 20 años, porque para mí, y para otros muchos, durante todo este tiempo ha sido el teniente Castillo. Desde su aparición en Corrupción en Miami, Edward James Olmos ha trabajado en decenas de producciones, sobre todo series de televisión, y en numerosas películas. Ha dirigido (American me), producido, compuesto una banda sonora y hasta estuvo en El ala oeste (el juez Mendoza), pero no era suficiente.
Dos décadas después, se subió a la Galáctica para salvar a la moribunda raza humana de la implacable persecución de los cylon y guiarla hacia un nuevo hogar, y Edward James Olmos dejó de ser el teniente Castillo para convertirse en el almirante Adama.
Hay muchos motivos para ver Battlestar Galactica (ahora que ha terminado igual me animo a escribir una reseña definitiva al respecto), pero puede que el mejor sea la colección de personajes memorables que se hacinan en esa flota desahuciada que vaga sin rumbo por el espacio. De entre todos ellos yo siempre me he quedado con Bill Adama (no en vano, más de una vez dije «quiero que me adopte»), incluso cuando se equivocaba, tomaba decisiones incomprensibles o rozaba el golpe de Estado, porque sus discursos a la tripulación, antes de cada batalla crucial o después de una tragedia, que de todo ha habido en estas cuatro temporadas, siempre me estremecían y me hacían pensar que, si él fuese una persona real o yo un personaje de ficción, me habría presentado voluntaria todas y cada una de las veces que lo hubiese requerido, porque no se me ocurre un comandante mejor al que confiar los restos de la raza humana.
¡Ah! ¡No te gusta Blade Runner! ¡Herejía!
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Pues no, no me gusta. Llevo años ocultándolo porque sé que su veneración es uno de los mandamientos frikis, pero nunca me ha gustado, y eso que en ella sale el señor Ford, por el que he justificado injustificables tropelías y he visto bodrios colosales. ‘Blade Runner’ me aburre soberanamente (qué alivio al confesar por fin…).
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