La ventaja de tener una pareja friki es que el catálogo de posibles regalos es casi infinito, por mucho que lleves con él casi diez años (los cumplimos la semana que viene) y que la originalidad sea cada vez más esquiva, aunque creo que esta vez no me he portado mal (los walkie-talkies y la guía de supervivencia zombi, por ejemplo).
Lo malo de que tú también seas friki es que existe un alto riesgo de que terminéis regalándoos lo mismo porque a los dos os gustan las mismas cosas (o casi). Como norma general, optamos por regalos neutros que difícilmente nos obsequiaría el otro (evitando, por tanto, obviedades como DVD de series que seguimos), aunque a veces la falta de tiempo y/o imaginación nos sitúa al borde del precipicio.
Eso ha pasado este año, cuando, vagando hace unos días por internet en busca del regalo, aterricé en Amazon, donde encontré tres posibles obsequios. Cuando estaba a punto de confirmar la compra, él (que había recibido un par de días antes un paquete de Amazon con dos regalos para mí) me llamó por teléfono (estaba trabajando y yo en casa) y me advirtió que tuviese cuidado, porque podíamos repetir. Evidentemente, no le pregunté qué me había comprado, sino sólo si era un libro y/o un DVD. La respuesta a ambas cuestiones fue un rotundo sí que me hizo vaciar, por si acaso, mi carrito de compra (puede que le regale el tercer objeto para nuestro aniversario).
Y, por una vez, elegí bien. Hoy me he encontrado (los Reyes han llegado antes a nuestra casa porque dentro de un rato voy a Córdoba a ver a mi familia), además de con este libro de Marian Keyes, con los dos regalos que iba a hacerle yo a él: The Bro Code y Doctor Horrible.