Sé que justificar un mes de ausencia es difícil, pero aun así voy a intentarlo.
Por si hay algún despistado que no conozca nuestras andanzas eustaquienses, os diré que la que esto suscribe y el otro responsable de este humilde sitio (cuya responsabilidad se limita casi siempre a ser su ángel guardián, que no es poca cosa) contrajeron matrimonio hace ahora tres semanas. La semana precedente al feliz enlace fue tan alocada y ajetreada como los días que preceden a cualquier boda, aunque sea tan modesta como la nuestra, así que poco o nada pude aparecer por aquí (aunque alguna cosilla sí que me dejé en los borradores, a la espera de ocasión más propicia para terminarla). Las dos semanas posteriores a lo que bautizamos como El Día de San Eustaquio los individuos ya mencionados se largaron a la Gran Manzana, de la que regresaron hace poco más de una semana, con el tiempo justo de poner el sueño y la colada al día antes de volver al trabajo.
El regreso (que no ha sido fácil) al tajo y la imperiosa necesidad de meterle mano a la lista de cosas que haremos cuando volvamos de Nueva York han convertido esta semana (en la que, además, nos ha tocado en el curro turno larguito, sin descanso) en un verdadero infierno. Pese a todo, he logrado sacar un par de ratitos, y seguiré sacando algunos más para contar en San Eustaquio (el blog oficial del bodorrio) nuestras andanzas nupciales y postnupciales (como ya hice con las prenupciales), por si alguien quiere echarse unas risas con nuestras vicisitudes. Hasta que no termine de contarlo todo (si no, me pasará lo mismo que con la inconclusa narración de nuestro viaje del año pasado a Londres) no apareceré mucho por aquí, pero, por si acaso, pasad de vez en cuando (por favor).
Jajaja tranquila, te estaremos esperando.
Me gustaMe gusta
Sabía que aún quedaba alguien, jeje. Gracias, niña.
Me gustaMe gusta