Ceniza y muerte

Un padre y su hijo caminan por las ruinas de un mundo calcinado, devastado, en el que la luz, las sombras y hasta los sabores aparecen matizados por un omnipresente manto de cenizas. Soledad, silencio y muerte son sus únicos compañeros mientras recorren a pie, sin descanso, una carretera que les lleva sólo a más ruina y en la que deben esconderse de otros congéneres que hace tiempo decidieron como asumible, si la meta era la supervivencia, el coste de devorar a todo aquel que se cruzase en su camino, sin importar si era adulto, niño o recién nacido.

Ese es el desolado paisaje por el que deambulan, casi como dos espectros sin agua ni comida, salvo lo poco que encuentran en las casas y comercios vacíos que se han salvado del saqueo, los dos protagonistas de La carretera, la premiada novela (logró el Pulitzer, entre otros reconocimientos) de Cormac McCarthy. Puede que el nombre no os diga nada, pero si añado que es el autor de No es país para viejos, en la que se basó la no menos galardonada película de los hermanos Coen, tal vez os suene más.

McCarthy es uno de esos ejemplos de genio ermitaño alérgico a la notoriedad y a los medios de comunicación. No llega a los límites de Salinger (además, tiene bastante mejor pinta que él), pero hasta junio del año pasado nunca había sido entrevistado en televisión. Fue, cómo no, en el show de Oprah, probablemente por la publicidad que le brindó al incluir su trabajo en su selecto club de lectura. Allí, o eso dice la Wikipedia, el autor explicó que nunca le ha gustado trabar amistad ni relacionarse con otros escritores (parece que las cerradas y pútridas camarillas literarias patrias, endogámicas y autocomplacientes, no son exclusivas de nuestra geografía; esto no lo dice él, lo digo yo) porque prefiere hacerlo con gente más interesante, como científicos.

No es un escritor muy conocido (siempre conocemos más, que no mejor, a los que vemos constantemente bajo los focos) y tampoco demasiado prolífico. Los elogios que figuras como Harold Bloom le han dedicado han convertido la publicación de cada nueva novela en un pequeño acontecimiento al que él asiste desde la distancia y la tranquilidad de su refugio en un pueblecito de Nuevo México.

Y esa sencillez se traslada también a la obra que nos ocupa, narrada sin artificios ni circunloquios, sólo prosa desnuda de frases cortas y directas y diálogos cortos, precisos y esporádicos (de nada hay que hablar en medio de tanto horror) que multiplica el efecto de este paisaje después de la batalla. No sabemos qué ha pasado ni cuál ha sido la naturaleza del cataclismo que ha acabado con la vida en la Tierra, pero tampoco hace falta. Esta es simplemente la lucha por la supervivencia de un padre y su hijo, que tratan de seguir adelante entre las ruinas del fin del mundo.

6 comentarios sobre “Ceniza y muerte

  1. ¿No te gustan los Coen o simplemente no te gustó ‘No es país para viejos’?Para tu tranquilidad, te diré que no son ellos los responsables de la adaptación, que ya está hecha, que firma un tal John Hillcoat (al que no tengo el gusto de conocer) y que protagoniza Viggo -Aragorn- Mortensen.

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  2. No he visto «No es país para viejos». Si existe el amor a primera vista, entonces también debe existir el rechazo a primera vista… o segunda, porque a los Cohen les di dos oportunidades: <>Fargo<> (no está mal, pero mi opinión completa sobre esta película incluye la palabra telefilme, así que mejor no me extiendo más) y <>Ladykillers<>, con la que mi hermano aún me humilla por haberlo llevado a verla. Desde entonces, el divorcio es definitivo.

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  3. Tal vez no sean los dos mejores ejemplos para hacerse una idea del cine de los Coen. Quizás deberías probar otras, o quizás no. Como todo, es cuestión de gustos, pero hay alguna joya que te estás perdiendo.

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  4. Acabé la novela hace una semana y aún estoy conmocionada. No es país para viejos es otra buena historia, pero la afilada crudeza de La carretera es infinitamente mejor. Ah, y los Cohen no admiten queja!!!Gran blog

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  5. Hola, Herblay, gracias por la visita, por el comentario y por el piropo.No he leído ‘No es país para viejos’ (la tengo en la lista de tareas pendientes), pero ‘La carretera’ me dejó casi sin habla por, como bien dices, su afilada crudeza.Y no, los Coen no admiten (casi nunca, porque todos tenemos días tontos) discusión.Saludos.

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