Como nos temíamos, la quinta entrega de Indiana Jones ya está en marcha, aunque la buena noticia es que los padres de la criatura (uno biológico y el otro adoptivo), George Lucas y Steven Spielberg, no se ponen de acuerdo sobre qué historia van a contar ahora. El primero quiere continuar a partir de la acción de la calavera y el segundo retroceder en el tiempo para abordar los orígenes del héroe (algo francamente complicado teniendo en cuenta -mal que me pese- la edad de Harrison Ford, la muerte de River Phoenix y la renuncia a la saga de Sean Connery; la contratación de otros actores sería una debacle).
Todo esto lo contó George en una entrevista al Sunday Times en la que admitía que le costó mucho convencer a Spielberg para rodar la cuarta y que finalmente aceptó porque lograron llegar a un acuerdo entre los planteamientos de ambos para la película.
Con motivo de la calavera muchos han aprovechado para volver a atacar a Lucas (mi marido suele decir eso de «qué fácil es criticar a George Lucas») en una comparación con Spielberg que se sostiene con argumentos tan peregrinos como su afán mercantilista (claro, es que Spielberg trabaja gratis) o su espíritu dictatorial, que ha obligado a Spielberg a bajarse los pantalones (esto lo leí hace tiempo) para hacer el cuarto Indy. George Lucas no es un santo, ni pretende serlo, pero ¿realmente alguien se cree que a estas alturas Spielberg tiene que bajarse los pantalones ante nadie (que no sea su mujer) o que Lucas convenció a Spielberg de rodar la calavera sin darle nada (creativamente hablando) a cambio?
A todos aquellos que piensen que George Lucas es un semidios capaz de manejar a su antojo la voluntad de los hombres, cuyo libre albedrío queda anulado en su presencia, os diré que no es Lucas quien quiere hacer una quinta, sino Spielberg. Si finalmente se hace, a ver qué historia es la que cuentan, si la del pasado o la del futuro. Yo tengo claro quién ganaría.
Pero por el momento parece que el desacuerdo es importante, así que con un poco de suerte tardarán otros 20 años en hacer otra, y confiemos que para entonces los dos estén demasiado mayores como para ponerse a trotar de nuevo con Indy.