Hace un par de semanas un compañero del trabajo me preguntó si Indiana Jones no había sucumbido, como uno más, a la moda de algunos países (incivilizados, aunque eso lo añado yo) de alterar no sólo los títulos de las películas, sino incluso los nombres de sus personajes. Yo, en mi bendita ignorancia, le dije que no, porque George Lucas nunca permitiría una tropelía semejante. Pero me equivoqué. Sí que hay un pueblo lo suficientemente osado (y extraño, por qué no decirlo) como para cambiarle el nombre a un mito global como Indiana Jones para convertirlo en Indijana Dzouns, y no es otro que el serbio (a lo mejor se pronuncia igual, pero no es lo mismo, aunque a ver quién les dice algo).
El dato lo he conocido (y confirmado después vía IMDB) gracias a Berto, que hace poco ha disfrutado de una semanita en tierras serbias siguiendo los pasos de Rodolfo Chiquilicuatre rumbo a su meritorio décimosexto puesto en el Festival de Eurovisión. Como tengo casi tan poca vergüenza como él, le he expropiado la prueba del delito, a la que, por supuesto, dejo su marca de agua y que complemento con el adecuado enlace a la fuente víctima del expolio. Gracias, Berto. (De paso enlazo también un pequeño homenaje que le hicimos por aquí, por si le apetece echarle un ojo mientras llama a sus abogados).