Nunca me han gustado los cómics, y no es por ninguna de las absurdas razones que esgrimen los culturetas pedantes (cosas como que son demasiado fantásticos, superficiales o infantiles…), sino por la sencilla razón de que se acaban muy pronto, y si lees tan rápido como yo, apenas te duran un suspiro (yo no soy de esos que paladean cada ilustración, cada trazo, cada sombra: voy al grano).
Mi problema con los cómics es básicamente una cuestión de formato. Me gustan sus historias, y suelo ver sus adaptaciones a la pantalla (no todas, porque no hace falta ser un experto para detectar que algunas, sencillamente, apestan). Mi profundo desconocimiento del mundo de la viñeta me permite acercarme a ellas sin los prejuicios con que lo hacen los fans de los tebeos, y también que me quedase a cuadros cuando supe que Robert Downey Jr. iba a interpretar a un superhéroe.
La perplejidad se disipó cuando supe quién era Tony Stark, o Iron Man, pero durante un tiempo no entendí cómo este hombre empeñado en tirar su carrera a la basura una y otra vez, que tras cada resurrección volvía a sumirse en su pozo de excesos y adicciones, el paradigma del actor crápula y vividor (y encantador, por otra parte), podía sumarse al universo de los superhéroes como uno más de tantos individuos ejemplares. Luego me enteré de cómo era Tony Stark y entendí que el papel le venía que ni pintado.
Mi futuro marido lleva meses diciendo que Iron Man podía ser el tapado del año, y los resultados tanto en taquilla como en la pantalla así podrían confirmarlo, porque la película, una producción modesta, no tanto en su presupuesto como en sus pretensiones, funciona. Promete un par de horas de digno entretenimiento, y eso es lo que ofrece. Gwyneth Paltrow, Jeff Bridges o Terrence Howard secundan con acierto a la gran estrella de la película, un Downey Jr. al que hacía tiempo que no se le veía tan a gusto y eso la cinta, firmada por el también actor Jon Favreau (que aparece en la pantalla como el guardaespaldas del magnate), lo agradece. Contra la solemnidad de otros filmes del género, Iron Man promete una ligereza (que no se entienda como algo peyorativo) plagada de chistes, gags y bromas que, sumados a todo lo anterior, hacen de ella una forma más que interesante de pasar una buena tarde en el cine.
A la vista de la excelente recaudación, sus promotores (Marvel, que se ha lanzado al fin a la producción y financiación de las adaptaciones de sus criaturas a la gran pantalla) prometen que habrá más. Aunque puede que no sea tan interesante como ésta (en el mundo de los superhéroes casi siempre prefiero las primeras entregas porque es en ellas donde nace el personaje), espero que Downey Jr. se mantenga sereno el tiempo suficiente para repetir el papel con el que podría, espero que esta vez sí, recuperar al fin su carrera, entre otras cosas para poder interpretar al mismísimo Hugh Hefner -al que encarna Stan Lee en Iron Man-, porque el señor Playboy le ha escogido para protagonizar un filme sobre él, aunque no sé si ha sido por sus virtudes ante la cámara o por sus andanzas detrás de ella.
Coincido. Yo que he leído muchos comics y conozco a Iron Man desde pequeño, puedo decir que es la adaptación más fiel a un cómic que he visto últimamente. Robert Downey Jr se sale. Es el perfecto Tony Stark, y eso es bueno, porque el verdadero protagonista de los comics no era Iron Man, que al fin y al cabo es sólo un tipo en una armadura, sino Tony Stark, con todo su carisma y también sus flaquezas. Y ese era mi mayor miedo antes de ver la película: que dejasen a Stark a un lado y se centrasen en efectos especiales y <>batallitas<> de robots. Pero qué va. Genial.
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Gracias por aportar el punto de vista del experto. Aunque, como digo, no sé mucho del tema, me parece una película más que entretenida. Y si encima me confirmas que es una buena adaptación, pues mejor aún.
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