Autores invitados

Hoy es el Día del Libro (o lo ha sido, porque a estas horas libros y libreros están ya descansando en sus aposentos), una jornada festiva que en Alcalá de Henares se celebra entregando el premio Cervantes (en esta ocasión al poeta argentino Juan Gelman), en Barcelona con las librerías invadiendo la ciudad y regalando libros y rosas y en Sevilla con las tres o cuatro mesas que El Corte Inglés saca a la calle con el habitual (supongo, porque la cuestionable ambientación musical a base de sevillanas me ha mantenido a una distancia prudencial) cóctel de best-sellers, saldos y producción folclórica autóctona.

En otros lugares, como Córdoba, al margen de la tradicional Feria del Libro y de eventos como Cosmopoética, tienen lugar otro tipo de actos que en teoría pretenden sumarse a la gran fiesta del libro, aunque la forma de hacerlo es, cuanto menos, peculiar. Eso es lo que pasó ayer en la Filmoteca de Andalucía, con sede en la ciudad califal, donde se proyectó el documental Enigma Cervantes. La anécdota y el contenido de dicho documental me han llegado a través de un buen amigo y compañero, conocido en los círculos virtuales como Lejano y Solo y cuya aportación inaugura hoy una nueva sección o apartado de esta humilde casa: autores invitados, aunque también ha servido para alimentar la siempre afilada y certera pluma (poner teclado es más exacto pero menos vistoso) de otro amigo y compañero, Jesús Cabrera, que ha dedicado su artículo de hoy al asunto.

Sin más preámbulos, os dejo con el excepcional texto de Lejano y Solo.

Luis de Góngora (i Junyent)

El 22 de abril, víspera del Día del Libro, la Filmoteca de Andalucía proyectó un documental sobre Cervantes, para deleite de una docena de asistentes que, por cierto, se convirtió en sexteto cuando comprobaron que la cinta era en catalán y subtitulada. Los que se quedaron pudieron deleitarse con la proyección de Enigma Cervantes, de David Grau, un director catalán con ínfulas de investigador de la historia. La cinta cuenta cosas tan interesantes como que Miguel de Cervantes no era Miguel de Cervantes, sino Miquel de Sirvents, natural de Puigcerdà, que escribió gran parte de su obra en catalán, entre ellas la primera parte del Quijote que, lamentablemente, se ha perdido. Lo que pretendía demostrar Grau, apoyado por declaraciones de Marti de Riquer, el catedrático de historia de la UB Juan Luis Palos o Andrés Trapiello, es que, realmente, una conspiración castellana apartó a Sirvents de su lengua original, en una compleja trama política y religiosa. Todo ello sazonado con frases como «en el siglo XV no se imprimió ningún libro en castellano», «el catalán era la lengua de la curia romana en esa época», «las buenas bibliotecas tenían libros en catalán y en latín, y sólo ocasionalmente en castellano», o «el Quijote, hoy en día, es poco más que un libro infantil». La tesis del documental es sostener esa gran paradoja: el mayor autor de las letras castellanas es en realidad un catalán que escribió en catalán. Un ejemplo más del secular contubernio contra la cultura catalana.

(Por cierto, el cartel de la película, en un ejemplo de rigor histórico, emplea el lienzo El caballero de la mano en el pecho de El Greco para ilustrar la figura de Cervantes)

En todo caso, podría pensarse que el documental es la nota al margen en la filmografía del director, pero David Grau ya rodó la cinta La apropiación del descubrimiento de América: ¿Una conspiración de Estado?, grabado en 2003 –el de Cervantes es de 2006- y en el cual, con el apoyo económico de la Generalitat de Catalunya, sostiene una hipótesis fantástica, esta vez sobre Colón. Que no era Colón, por cierto, sino Colom. Ni genovés, sino catalán. Y que no partió hacia América desde Palos, sino desde el puerto de Pals, en Girona. Y que era un marino curtido en las dificultades del cabo de Creus, lo que le permitió descubrir las claves de la navegación atlántica. Nuevamente, se trata del secular contubernio castellano contra la cultura catalana que oculta al mundo entero la gran verdad: que Europa es catalanocéntrica.

La cuestión es que David Grau está en perfecto derecho de llevar al celuloide cualquiera de sus teorías conspiradoras. La libertad de expresión le ampara. Lo que puede discutirse es si esas cintas, que pueden entenderse como veleidades nacionalistas de un director direccionista –algunos encuentran argumentos para calificarle de iluminado-, deben estar financiadas con dinero público, y deben ser acogidas en templos del cine como la Filmoteca de Córdoba, dándole, de paso, rigor histórico al documento, aunque sólo sea por el marco donde se proyecta: la Judería de Córdoba. En la que, por cierto, se encuentra la plaza del Potro, un lugar que, podría argumentar Grau, el Manco de Lepanto –a lo mejor tampoco estuvo nunca en Lepanto- jamás pisó.

Es difícil establecer un límite en la historia, en la investigación histórica. Dar pábulo a teorías conspiradoras puede ser un signo de libertad, aunque también un camino hacia el descrédito, a una suerte de demencia histórica colectiva. Porque quizá algún día podrá salir Grau, o uno de sus discípulos, demostrando en un documental que Camarón de la Isla era en realidad Camaró de la Illa, natural de Santa Margarida y el Monjos –de ahí el apellido Monge-, un pueblo de la provincia de Barcelona que, por cierto, alberga una reproducción de la Giralda sevillana. Pero eso es otra historia. Como podría ser que Grau, o uno de sus acólitos, grabara con dinero procedente de la Res Pública una cinta en la que pretendiera argumentar que Góngora no es cordobés. Que provenía de una humilde familia de payeses del Empordà. Y que quien todos conocemos como Luis de Góngora y Argote es en realidad Lluis de Gòngora i Junyent ¿Se exhibiría la cinta, dado el caso, en la Filmoteca de Córdoba? ¿Difícil, verdad? Pues eso.

Lejano y Solo

2 comentarios sobre “Autores invitados

  1. me parece muy poco serio este «documental», con muy poca base histórica. ¿a qué fuentes se refiere el autor de este documental, para argumentar dicha afirmación? y algo que resulta ridículo, ¡ridículo!, es terminar diciendo que el real madrid lo fundó un catalán -cosa cierta, y que en la historia del real madrid no se discute, aunque guste en cataluña creer que si-, para así establecer un paralelismo coherente. ¡qué poca seriedad!

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