Un actor desaprovechado

El sexo y el poder siempre han hecho buena pareja en la ficción. La historia del cine, la literatura y la televisión está plagada de buenos ejemplos. El último es Los Tudor, una serie de Showtime que ahora emite Canal+ (en marzo arrancará en EEUU su segunda temporada) que incluye sexo y poder en generosas dosis alrededor del trono (y la cama, claro) de Enrique VIII.

Jonathan Rhys-Meyers es el encargado de interpretar a un inmaduro, belicoso y caprichoso monarca en los tiempos de su relación con Ana Bolena (aunque la historia arranca un poco antes), que provoca su ruptura con la Iglesia católica y desencadena una vorágine de sangre que marcaría el resto de su reinado. La serie, de impecable factura, peca de una frialdad excesiva que se puede perdonar a una película (al fin y al cabo a las dos horas se acaba) pero no a una serie que precisa de personajes e historias capaces de generar empatía en el espectador. Aquí no hay nada de eso, entre otras cosas porque todos son un puñado de arpías (sí, ellos también) con los que no cabe identificación posible.

Pero a pesar de eso y de que sepamos cómo acaba todo, la serie es más que interesante, y además me ha devuelto a mi siempre añorado Sam Neill, que interpreta al Cardenal Wolsey, otro prenda de cuidado, mano derecha del rey que hace y deshace y se encarga de los asuntos del monarca, desde tratados internacionales hasta los hijos ilegítimos que sus muchas aventuras (aún estaba casado con Catalina de Aragón) van sembrando por Inglaterra. Wolsey es malo, muy malo. Avaricioso (anhela por encima de todo el Papado), lujurioso (tiene una amante y al menos un par de hijos) y traicionero, pero a pesar de todo es mucho más leal y fiel al rey que la corte de granujas que le rodean (con la familia Bolena al frente). Y por supuesto tiene mucha más clase.

Sam Neill es uno de esos actores desaprovechados, no se sabe si por voluntad propia, por culpa de un mal agente o simplemente por mala suerte, pero el caso es que nunca he entendido por qué este magnífico actor, que ha demostrado la misma solvencia en papeles de reparto que al frente de superproducciones, no tiene a una legión de directores y productores a las puertas de su casa rogándole que trabaje con ellos.

Ya llevaba bastante tiempo actuando (por ejemplo en Calma total, La caza del octubre rojo e incluso la tercera entrega de La profecía), pero yo le conocí en El piano (desde entonces no puedo evitar decir, cada vez que pillo una peli suya por televisión, a modo de mantra, «qué me gusta Sam Neill»), donde no le tocaba precisamente el mejor papel (el papel era bueno, pero el personaje no era un buen chico) y tenía que soportar que su muda y musical esposa (Holly Hunter) le engañase con un indígena (Harvey Keitel) con la complicidad de su hija (Anna Paquin).

Ese mismo año le llegó su gran oportunidad, una supreproducción firmada por Steven Spielberg y cuyo reparto encabezaba junto a Laura Dern, Jeff Goldblum y un puñado de dinosaurios. El paleontólogo Alan Grant (curiosamente, aunque probablemente no por casualidad, un personaje bastante parecido al doctor Jones, aunque más académico y menos aventurero) le lanzó a la fama y le convirtió en un rostro conocido en todo el planeta.

Pero contra todo pronóstico su carrera nunca terminó de despegar, o al menos no llegó a ser todo lo buena que podría haber sido. Sirenas, Horizonte final, El libro de la selva, la terrorífica En la boca del miedo, Restauración, Blancanieves, Merlín (para la televisión), El hombre bicentenario, la pequeña y deliciosa La Luna en directo

En el año 2001 Spielberg le rescató, pero sólo para volver a meterle entre dinosaurios en el tercer Parque Jurásico (se rumorea que participará en la cuarta), y desde entonces vive en un semi-retiro voluntario del que sólo ha salido para hacer alguna cosita en televisión (como la narración de una serie sobre el espacio en la BBC), el seudo-telefilme Irreversible (con Susan Sarandon), un papelito en la sosa Wimbledon y la ya citada Los Tudor.

Nació en Irlanda, pero se crió en Nueva Zelanda, estuvo a punto de ser James Bond (en lugar del infausto Timothy Dalton), Elrond en El Señor de los Anillos y el Doctor Octopus en Spider-Man, y tiene un viñedo que produce un pinot noir llamado Two Paddocks y una mirada penetrante, cautivadora y honesta (salvo, claro está, cuando interpreta a un sinvergüenza) que, aunque no estará en la segunda temporada de Los Tudor (no es un espoiler; está todo en la Wikipedia, aunque el final del cardenal Wolsey no es exactamente el mismo en la serie), por suerte volveremos a ver en los próximos meses en un puñado de películas. Ya le echábamos de menos.

P. D.: Dentro de un ratito empiezan los Oscar, así que proveeos de café y chucherías, porque esta noche, aparte de un posible Oscar para Javier Bardem y/o Alberto Iglesias, vendrán a vernos al salón de casa Harrison Ford y George Clooney. Sólo con eso ya está amortizada la noche. Que lo disfrutéis.

P. D. II (28/02): Anoche me encontré la prueba de Sam Neill para James Bond. Ya me diréis si es o no mejor que el soso de Timothy Dalton.

3 comentarios sobre “Un actor desaprovechado

  1. Espero con ansiedad tu crónica sobre los Oscars. Este año seguí la ceremonia a través de AzTV, televisión turca de lo más cachonda. Fue toda una experiencia bizarra oír a los traductores turcos por encima de los premiados. No veas lo que costaba entenderlo todo. 😛No te he leído tu texto sobre la peli de Nichols, me espero a verla y ya te comentaré. Me he quedado a cuadros aunque, en realidad, no me sorprende la historia sobre tu jefe y la peli de Resnais (peli que, por cierto, tengo mucha curiosidad por ver). Lo que llama la atención es la incultura que subyace de fondo. ¿Acaso no es calidad de primera las pelis de Anderson y Burton? Ni que habláramos de pelis de tercera que hay que vender porque son de Hollywood. Si precisamente «Pozos de ambición» es de lo más alabada por los «modernos de gafapasta»… En fin, que te resbale, pequeña, que tú vales más, ea. 🙂Al.

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  2. Siento el retraso (explico al final por qué he tardado tanto), pero tampoco es tan interesante lo que escribo para que te genere ansiedad 😉Yo me debería haber apuntado la opción turca, porque al Figueras y a la Barceló los aguanto menos cada año. Menudos comentarios. Y encima con fallos técnicos. La traducción simultánea entró tarde después de varios cortes de publi, se les cortaba la señal (a ellos, no a nosotros)…La peli de Nichols te la recomiendo encarecidamente. No es una obra maestra, pero se pasa un rato más que agradable, que no es poco.Lo más gracioso del incidente laboral (ya sé que es demencial lo de Anderson y Burton) es que ese tipo no es mi jefe ni tiene ninguna autoridad sobre mí. Es uno de la sección de cultura de aquí (no el jefe) para el que no trabajo porque yo escribo en la web y en Córdoba.No tengo ningún problema con Resnais, lo que pasa es que si trabajas en un periódico local, generalista, y sacas una página con lo que ponen en los cines, no puedes abrir con eso, es de pura lógica. El otro día, por cierto, que no cogió mi doble de los Oscar porque prefirió hacerla de agencias, como todos los años, me soltó una parrafada sobre Magnolia, que no le gustaba nada porque no es cristiano y a él todo el tema de la redención se la trae floja, porque no necesita redención. Literal.

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