No suelo ver realitys. Seguí la primera edición de Gran Hermano y parte de la primera de OT en Telecinco y trozos de algunos más, sobre todo porque entonces vivía con mis padres y a mi madre le gustan. Verlos con ella es todo un espectáculo, pero verlos sola no, así que desde que me fui de casa no he vuelto a ver ninguno.
No vi absolutamente nada de la anterior edición de Supermodelo, ni mi madre tampoco, porque a ninguna de las dos nos interesa la moda ni tampoco soportamos a Judit Mascó, así que los breves retazos de información que tuve sobre el susodicho reality fueron algunos comentarios de mis compañeras de trabajo cazados al azar.
Parece ser que la nueva edición está a punto de arrancar, precedida por la emisión de los castings de las posibles concursantes, y he leído que los supuestos jurados son más que duros con unas chicas que sólo buscan una puerta por la que entrar al mundo con el que pretenden ganarse la vida. Que si la extensión del pelo, que si los tatuajes, que si la forma de vestir (lo que los pedantes jueces llaman estilismo)… las ofensas más o menos veladas a las aspirantes son la nota habitual de un proceso en el que buscan chicas a las que enseñar a ser modelos, así que poco importa lo largo que sea su pelo, los tatuajes que lleven o cómo se vistan, porque se supone que todo eso se lo van a enseñar en la pretenciosa academia que dirigen esos tres mequetrefes (ni sé sus nombres ni pienso averiguarlos) que no se han mirado en su vida en un espejo ni de refilón.
Pero lo que más me ha indignado no ha sido que ataquen a una chica por llevar el pelo demasiado largo, sino que critiquen a otra que ha cometido el imperdonable pecado de acudir a la prueba con sandalias. La chica en cuestión (de la que no he encontrado vídeo, lo siento) mide 1,90 y calza un 45. Yo soy algo más bajita (1,83) y mi pie es también un poquitín más pequeño (un 44), así que, aparte de que no comprendo cuál es el problema de ir a un casting con sandalias, sí sé lo difícil que es meter un pie de ese calibre en algo que no sean unas sandalias, unas zapatillas de deporte o unos zapatos de hombre.
Entiendo que el interés de este tipo de programas se supone que está, o eso creen los programadores y los directores y los redactores y todo aquel que tiene algo que decir en el desarrollo de un espacio, en la humillación gratuita de los concursantes en pro de ese morbo del que todos huyen y que ninguno sabe esquivar, pero esas ofensas son innecesarias e injustas, especialmente cuando esos concursantes no son tipos que simplemente se mudan tres meses a una casa, sino unos chicos que sólo buscan, por decirlo de una manera tradicional, aprender un oficio.
Completamente de acuerdo pero, ya se sabe, en televisión sólo cuenta el espectáculo y el resto sobra. La dignidad no está de moda, ¿que le vamos a hacer? >Eso sí, siempre nos quedará el consuelo de reirnos de personajillos cutres (pese que vayan de lo más de lo más) como son los intregantes de ese jurado.>Besitos>Al.
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Sí, aunque sea haciendo zapping, porque no tendré que verlo entero, ¿verdad?>Besos
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