A veces pasa. A dos personas, que no se conocen y no tienen nada en común, se les ocurre, casi simultáneamente, hacer una película sobre un mismo tema, situación o personaje. Casualmente, los dos consiguen estudios que respalden sus proyectos y se lanzan a la producción. Esos dos proyectos pueden coexistir sin intuir la existencia del otro durante días, semanas o meses. Pero un buen día todos se enteran de que hay otra película que habla de lo mismo.
Comienzan entonces las insinuaciones, más o menos veladas, de que alguien se ha ido de la lengua, aunque puede ser que, simplemente, dos personas, que no se conocen y no tienen nada en común, hayan tenido la misma idea al mismo tiempo.
Esta semana se ha estrenado en España, con el poco atractivo título Historia de un crimen, Infamous, la segunda cinta sobre cómo Truman Capote escribió A sangre fría que llega a las salas en poco más de un año. Aunque los críticos no han dudado en ensalzar la interpretación de Toby Jones en la cinta de Douglas McGrath, que además le ha granjeado numerosos galardones, es difícil desprenderse de la composición que hizo Philip Seymour Hoffman del autor de Desayuno en Tiffany’s en Truman Capote (dirigida por Bennett Miller), con la que, además, logró el Oscar al Mejor Actor el año pasado.
Aunque llame la atención, no es la primera vez que esto pasa. Los proyectos paralelos son una constante, una especie de epidemia que vuelve a la cartelera cada cierto tiempo. Lo normal es que una de las dos producciones venza a la otra, ya sea por su calidad artística, por el prestigio de su director, el fuste de sus protagonistas, o simplemente porque se adelanta en las salas a su rival. Por muy buena que sea Infamous (no la he visto todavía), ¿quién va a ir otra vez al cine para que le cuenten exactamente la misma historia?
Los duelos Volcano-Un pueblo llamado Dante’s Peak, Armageddon-Deep impact y Tombstone-Wyatt Earp fueron los (pen)últimos en sumarse al club esta peli ya la he visto, que inauguraron a finales de los 80 Milos Forman y Stephen Frears con, respectivamente, Valmont y Las amistades peligrosas.
Las dos parten de la novela de Choderlos de Laclos Las amistades peligrosas (aunque Frears se inspiró en la pieza teatral de Christopher Hampton y no en el texto original), que narra, en forma epistolar, las andanzas de la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, dos depravadas criaturas que han hecho de la manipulación, el engaño y la intriga su pasatiempo favorito. En Valmont Colin Firth y Annette Bening encarnan a la pareja. En Las amistades peligrosas, el honor les corresponde a John Malkovich y Glenn Close. El público y la crítica se decantaron por esta última, aunque la pareja Firth-Bening es mucho más fotogénica.
Otra sonora coincidencia fue la que protagonizaron, en pleno Quinto Centenario, Ridley Scott y John Glen con sus dos visiones del Descubrimiento de América: 1492, la conquista del paraíso y Cristóbal Colón: el descubrimiento, o, lo que es lo mismo, Gérard Depardieu contra la pasión turca de Ana Belén, George Corraface. La primera tenía a Sigourney Weaver (la reina Isabel), Armand Assante, Ángela Molina, Fernando Rey y el pre-Mummy Arnold Vosloo. La segunda, a Marlon Brando, Tom Selleck, Catherine Zeta-Jones y Benicio del Toro. Las dos eran un pestiño, pero a la oficial, o sea, la de Depardieu, le fue un poquito mejor en taquilla.
Pero si lo de dos producciones sobre la llegada al Nuevo Mundo en el año del Quinto Centenario podía ser más o menos lógico, lo que ocurrió un año antes con Robin Hood no tiene explicación alguna. Ese año, 1991, Kevin Reynolds y John Irvin presentaron su visión sobre el señor de los bosques de Sherwood (como si hiciera falta teniendo a Errol Flynn). El primero firmó Robin Hood, príncipe de los ladrones, con un reparto encabezado por Kevin Costner y que completaban Morgan Freeman, el inconmensurable Alan Rickman y su cuchara arranca-corazones, Mary Elizabeth Mastrantonio y Christian Slater. La historia era un poco atípica, incluía a un árabe (negro, para más inri) como compañero del protagonista, brujería y otras licencias artísticas que dieron lugar a una más que entretenida película con un broche de lujo: Sean Connery como el rey Ricardo Corazón de León. En cuanto a Robin Hood el magnífico, la otra peli,… bueno, baste decir que en USA fue directa a la tele, por mucho que aquí nos la colaran en los cines, y que la protagonizaba Patrick Bergin.
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